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martes, 15 de enero de 2008

ÚLTIMO RELINCHO DE UN CABALLO INQUIETO, Youssef Rzouga


algo no se abre bien
hay que empujar con fineza
no se ve nada a través de los cristales
sólo un caballo inquieto

desde hace algún tiempo
este caballo completamente borracho y loco de tristeza
no cesa de relinchar en el fondo, es muy sensible
no soporta más el ruido del grifo
que gotea sin cesar por todas partes
no se ve nada a través de los cristales
desde aquí
no consigo leer su relincho raro y triste
atar la libertad a este caballo
no es suficiente todavía

este caballo exige otra cosa
un ramo de rosas por ejemplo
en otro mundo diferente
por otra parte
este caballo está enojado con su amo
que aún vive en libertad

y se cree más humano que todos los animales
el caballo se niega a aceptar semejante realidad

todo conduce al laberinto
todo está en estado de alerta
este café no está muy caliente
así como la mirada de mi madre
- espero que la cuerda no se suelte -
todos se odian mutuamente
todos
salvo los pájaros
se quieren de verdad, en alguna parte

el caballo no cesa de relinchar
abre su enigma con fineza
para lanzarse en plena naturaleza
en busca de su paraíso perdido

Youssef Rzouga
Túnez





lunes, 14 de enero de 2008

EL ALBA DISUELVE LOS MONSTRUOS, Paul Eluard


Que la belleza del hombre es más grande que el hombre
Ignoraban

Vivían para pensar pensaban para callarse
Vivían para morir eran inútiles
Recobraban su inocencia con la muerte

Habían puesto en orden
Con el nombre de riqueza
Su bien amada miseria

Masticaban flores y sonrisas
Sólo encontraban corazones donde apuntaban sus fusiles

No entendían las injurias de los pobres
De los pobres sin penas mañana

Sueños sin sol los hacían eternos
Pero para cambiar el barro en nube
Bajaban ya no enfrentaban el cielo

Toda su noche su muerte su bella sombra miseria
Miseria para los demás
Olvidaremos estos indiferentes enemigos

Pronto una multitud
Repetirá la llama en voz muy baja

Para nosotros dos para nosotros solos
Paciencia clara llama en todos los lugares
Para nosotros dos el beso de los vivos

Paul Eluard,

Francia


domingo, 13 de enero de 2008

LE QUITARON LA CIUDAD A MARIO LUNA, Juan Ramírez Ruiz


Le quitaron la ciudad a Mario Luna el día 31 de mayo.
Y su dolor equivale a doce volúmenes de poemas del siglo XVIII y no será consignado aquí.
El 1º de junio el cable repetía el barrio La Esperanza está en los suelos,
El barrio del Acero ya no existe y allí se mezclaron cines con parques
Y carros y árboles, y árboles se mezclaron con abuelos y novias y familias
Y tiendas comerciales, tiendas comerciales se mezclaron con ópticas, consultorios,
Cementerios, y cementerios con salas de maternidad, con máquinas de escribir
Con pantalones con zapatos con hígados con riñones, y riñones se mezclaron
Con cerros y cerros con techos con televisores con cráneos con sillones
Con frazadas con tablas. Y el Sur está en el Norte. ¡El techo en el hueco!
¡El 8 de junio en el 2 de marzo! y yo recorro 454 kilómetros
Y he visto 454 kilómetros de dormitorios amarrados a estacas, de padres buscando
A hijos y mujer, hijos a madres, a la hermana menor buscando, y amigos encontrando
Al amigo muerto, el voluntario hallado en la pierna de un damnificado, una novia
Acariciando al novio herido junto a la Virgen María sucia mujer empujada
Por el sismo, mujer rota bajo un surtidor de la avenida Espinar ocupada
Por la fachada de toda la calle, de toda la calle hasta radio Chimú
Hasta el cine Olaya con sus butacas sobre autos de capota averiada, sobre
Árboles mutilados, rotos y esto; y todo eso
Es una temperatura de 14º Farengheit al norte del Perú.
Y mi dolor es equivalente a seis volúmenes de poemas del siglo XIX y tampoco será consignado aquí.
Pienso en Mario Luna. En la ciudad que le quitaron. Y el sur está en el norte!
¡El techo en el hueco! Y luego irse, irse, subir al interprovincial.
Pero había que bajar, los pasajeros tuvieron que bajar y después subir
Para atravesar el puente Virú, el puente Santa. Durante todo el invierno.

Juan Ramírez Ruiz,
Perú.


sábado, 12 de enero de 2008

JUAN ES RECUERDO, Fransiles Gallardo


Una noche de junio de 1994 el poeta y novel editor Jorge Luis Roncal nos presentó.

Tengo entre mis manos las fotos que evidencian ese encuentro. Están allí para la perennidad y el recuerdo: Rosina Varcárcel, con su cabellera negra y su sonrisa danzarina, Julio Nelson con su bigote recortado y su seriedad de siempre, Jorge Luis Roncal con su incipiente barba y su camisa blanca y el suscrito, que por aquellos años se desempeñaba como profesor de dibujo técnico y promotor cultural y director de la revista IDAT; con el cabello aún oscuro y mi saco de combate a cuadros.

Entre nosotros y entrelazadas las manos; con su cabellera crespa, negra y alborotada; sus lentes de metal, su saco crema y su pantalón marrón: el poeta Juan Ramírez Ruiz.

Detrás de nosotros y sobre una mesa, una enigmática bolsa negra.

Era una noche de poesía. Leíamos, para los alumnos de esa institución.

De rato en rato; Juan Ramírez Ruiz echaba mano a la bolsa negra y sacaba una botella de coca kola, llena con ron Cartavio, con la cual Juan y yo brindábamos, entre poema y poema.

De allí enrumbamos a un bar cercano y las cervezas continuaron; mucho después que Rossina, Jorge Luis y Julio Nelson se marcharan.

Esa noche me contó sus avatares poéticos. De hora Zero, grupo al cual conocía desde Cajamarca y a cuyos integrantes, leíamos ávidamente con nuestro entrañable Bethoven Medina y que nos impulsó a formar el grupo Raíz Cúbica. Habló de la poesía y la amistad con Enrique Verástegui (a quien debo un par de vinos: pagaremos Enrique), de Pimentel, del Palermo. Y de su alejamiento del Grupo.

Eran más de las cuatro de la mañana, cuando el mesero del bar Monarca en Guzmán Blanco nos dijo que estaban cerrando.

La segunda vez que nos encontramos fue en el local de Jorge Luis Roncal del jr. Moquegua; en los apuros, previos a la publicación de mi Ventisca.

Allí me entregó y dedicó sus Armas Molidas "sólo regalo a la gente que va a leerlo", me dijo. Era casi mediodía y Jorge Luis nos llevó a uno de sus clásicos y frecuentados huariques. Él pidió un café. Juan y yo una cerveza cada uno; las que se fueron sumando y sumando hasta llenar la mesa.

Caía la tarde; la inolvidable conversación y los chistes continuaban.

Me pidió que lo acompañara a tomar su carro en Abancay "para el camino, una botita de Cartavio, compadre", me dijo.

Nos sentamos en una flamante banca del remozado y enrejado parque Universitario; al costado de la casona de San Marcos, frente a la Cripta y la ex librería de Mejía Baca y como quien mira al viejo Palermo; nos tomamos esa generosa botella de Ron.

"Mis raíces son norteñas" , me dijo, tomando a pico de botella, el añejo ron, "cántate un yaraví".

No se si lo hice bien. Tal vez no vuelva repetirlo más. Salvo pedido expreso de Ricardo Vírhuez.

Recordando las pechadas de mi tierra cajamarquina "Ay qué lejos me lleva el destino" los transeúntes nos miraban asombrados "como a hoja que el viento arrebata" los lustrabotas nos rodeaban "hay de mí tu no sabes ingrata" abrazados cantando "lo que sufre este fiel corazón" llorando.

Los guachimanes alertados, nos sacaron del parque por escándalo y contra la tranquilidad pública; viéndolo subir en una couster, en la esquina de la avenida Abancay.

Hasta hoy.

Fransiles Gallardo,

Perú



RETRATO, Antonio Machado


Mi infancia son recuerdos de un patio de Sevilla

Y un huerto claro donde madura el limonero;

Mi juventud, veinte años en tierra de Castilla;

Mi historia, algunos casos que recordar no quiero.


Ni un seductor Mañana ni un Bradomín he sido

-Ya conocéis mi torpe aliño indumentario-,

Mas recibí la flecha que me asignó Cupido,

Y amé cuanto ellas pueden tener de hospitalario.


Hay en mis venas gotas de sangre jacobina,

Pero mi verso brota de manantial sereno;

Y, más que un hombre al uso que sabe su doctrina,

Soy, en el buen sentido de la palabra, bueno.


Adoro la hermosura, y en la moderna estética

Corté las viejas rosas del huerto de Ronsard;

Mas no amo los afeites de la actual cosmética

Ni soy un ave de esas del nuevo gay-trinar.


Desdeño las romanzas de los tenores huecos

Y el coro de los grillos que cantan a la luna.

A distinguir me paro las voces de los ecos,

Y escucho solamente, entre las voces, una.


¿Soy clásico o romántico? No sé. Dejar quisiera

Mi verso, como deja el capitán su espada:

Famosa por la mano viril que la blandiera

No por el docto oficio del forjador preciada.


Converso con el hombre que sierre va conmigo

-Quien habla solo espera hablar a Dios un día-:

Mi soliloquio es plática con este buen amigo

Que me enseñó el secreto de la filantropía.


Y al cabo, nada os debo; debéisme cuanto he escrito.

A mi trabajo acudo, con mi dinero pago

El traje que me cubre y la mansión que habito,

El pan que me alimenta y el lecho en donde yago.


Y cuando llegue el día del último vïaje,

Y esté al partir la nave que nunca ha de tornar,

Me encontraréis a bordo, ligero de equipaje,

Casi desnudo, como los hijos de la mar.



Antonio Machado,

España




viernes, 11 de enero de 2008

POEMAS, Jorge Bacacorzo



ALTO HORARIO PARA HONRAR A LOS CAÍDOS

(A Luis de la Puente y a Guillermo Lobatón)


Han caído hombres que eran maestros y vigías
Y otros que aprendían el oficio de la aurora.
Y esta vez las banderas son rudos sollozos
Y lágrimas los estallidos que no cesan.

Cuánta palidez lunar en medio de la tierra,
Cuánto silencio entre los huesos
Cuántas barbas verdes emergiendo
Al lado de las que ya conocían edades y misterios,
Cuántas fechas al borde de las manos y ahora
oscuras en el fuego.

Pero los guerrilleros de negro no se enlutan,
Con el rojo más vivo y puro,
Las carabinas y canciones que van contra el ocaso
Y el diario martillar de pasos y de sueños
Recuerdan a sus muertos que aún se alimentan sobre
árboles y espumas
porque los pioneros viven en el viento
y en el viento siguen siendo estrellas que murmuran.


RÉQUIEM


Oh, quién pudiera,
Quién pudiera
Poner en pie a los muertos
Que izaron el amor.

Oh, quién pudiera,
Quién pudiera
Ponerlos bajo el sol
Y con agua y un gran himno
De botellas encendidas,
Despertarlos.

Oh, quién pudiera,
Quién pudiera
Con el amor y con el aire
Levantar su rojo polvo
En su gran vaso.


PASEMOS, HERMANOS, AL MUNDO DEL AMANECER


Pasemos, hermanos, al mundo del amanecer
Que cada vez está más cerca,
Aunque de pronto aumentan las tinieblas y los gritos.
Botellas rojas, artilleros, hoces y martillos,
La serenísima y balsámica paloma que se apresta
Entre agobiantes construcciones amarillas,
Y entre muertos y dolores, el amor, siempre el amor
Estallando en tiernos himnos y granadas.


Poemas seleccionados del libro: Las botellas rojas.

Jorge Bacacorzo,
Perú.


jueves, 10 de enero de 2008

LOS MALOS POEMAS, Juan Gonzalo Rose


No los destruyas.
No los eches
al pozo de los cielos.

Tal vez ellos retornen
después que la belleza
se haya ido.

Cuando la soledad
camine libremente
de la cama hasta el patio
y mi casa parezca
-al ojo del infante-
algún enorme erizo.

Entonces,
quizás entre sus líneas
descubras un instante
inadvertido;
la palabra extraviada
en domingos zoológicos;
algo más verdadero que lo hermoso.

Nadie sabe.
Consérvalos.

Cambia tu piel. También
la piel del mundo.
Pero el poema queda
guardando su misterio.

Tal vez no hay en tu cuerpo
-todavía-
esa única lámpara
con la que puedes verlo.

Juan Gonzalo Rose,

Perú.