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lunes, 9 de junio de 2008

BREVE ANTOLOGÍA, Álvaro Yunque


FE


Sentado en el tranvía, pensativo,
Decíame: ¿Es que en vano corre el tiempo?,
¿Es que siempre ignorancias e injusticias
Flagelarán al infelice pueblo?,
¿Es que siempre habrá mansos que soporten
La servidumbre y siempre habrá soberbios?
¿Es que aun la electrofuerza no propulsa?
¡Sangre hecha luz!, ¿El carro del progreso?
¡Y qué honda tristeza me invadía
Paralizándome como un veneno!
Mas, sentado a mi diestra, con su traje
De labor sucio y roto, vi un obrero;
Y, ¡oh, júbilo!, ¡Aquel hombre miserando
Tenía un libro en sus callosos dedos!;
¡Y lo leía cavilosamente!
¡Qué proficua lección me dio ese obrero!
Entreví el ideal por los suburbios
Sembrando ideas, dando sentimientos;
¡Y en vez de mi dolor, sentí pujante,
Que una ola de fe me alzaba el pecho!


VERSOS AL CLARO DE LUNA


Claro de luna: espíritu del mármol,
¡Quién poseyera tu serenidad!
Mi carne de hombre en ti se hunde gozosa,
Como en un luminoso manantial;
Mi carne de hombre cuya voz es eco
De la quejumbre de la humanidad.


Vagando por las calles solitarias y mudas
Como venas exhaustas del tísico arrabal;
Pensando en la miseria y el dolor que esconden
Estas casuchas que me ven pasar;
Me dije: ¡Quién gozara, claro de luna olímpico,
De esa pentélica serenidad
De no sentirte en nada culpable de lo triste
Y de lo malo que en los hombres hay!


Pero él me dijo: "Sufres porque aun no amas a todos,
Porque aun tu amor sólo a los puros das;
Ya ves como me entrego sin inquirir razones,
Me entrego todo a toda la ciudad.
Sé que sólo hago bien y voy sereno
Porque conmigo mismo me hallo en paz".


Oh, el hermano de todos, feliz claro de luna;
¡Quién poseyera esa felicidad!




NIÑOS DEL ARRABAL


Allí donde la urbe no llega todavía
O donde dejó algunas casitas olvidadas:
Ranchos de paja y barro,
Casuchones de latas,
Que caminar parecen hacia ella,
Como para alcanzarla;
Juegan los niños sucios y descalzos
De mejillas carnosas y brillantes miradas.


¡Y son hermosos estos niños sucios
Bajo el redondo sol, junto a la inmensa pampa!


En tanto muge la ciudad oscura
Por la nasal sirena de sus fábricas.
Libres y hermosos corren y al sol juegan los niños;
Como frutas maduran estos frutos con alma.


Y frutas son, tan sólo hermosas frutas
Que en un festín de ricos han de ser devoradas:
Los niños en la fábrica almorzados,
Las niñas como postre y con champaña.


¡Pienso en esto y los puños
Se me hacen dos garras;
Pienso en esto y los gritos
Hierven en mi garganta!


Álvaro Yunque,

Argentina