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jueves, 10 de junio de 2010

César Ángeles L.

EL ACORAZADO POTEMKIM SOMOS TODOS

Para mi padre, Eduardo Ángeles Figueroa,
navegante como yo.





“es un hombre fuerte” dijo de mi padre
el anestesiólogo
cuando con mis hermanos y mi madre
lo veíamos a distancia allí entubado
luego de su crisis de oxigenación más difícil
en una isla de r e c u p e r a c i ó n
en el blanco celeste difícil
hospital estatal fap
donde todo iba entre cuyes camellos elefantes y avestruces
de vez en cuando peces
una que otra estrella
y el sol terco a gotas
bajo la almohada de mi padre
en su cama ala 5
(5to piso 4 hijos una esposa)


mi padre después del ataque cerebral
que arremetió
sus 91 peones
como una reina loca sin corazón
un cruel trozo de iceberg
desprendido
para atacar
el buque insignia
de la Armada bolchevique


y yo allí en representación de todos los hijos del planeta
hijos orgánicos
hijos inorgánicos
al pie de esta batalla desigual
la vieja muerte con su bata
              blanca sin mácula
              un uniforme al fin
              como cualquier otro
zarandeando de un extremo a otro
el barco la cama el avión la cuna
la nuca del postrado finalmente
y los corazones múltiples
de todos nosotros
que peleamos con él
jardín de flores erizadas
acuáticas
ante embates de la vieja muerte
bella y desdentada
humana y sangrienta
atlética y desfigurada


te vi muerte
en cada retrato humano
o máscara de cal
que sonreía o lloraba


mi padre también estuvo
en su navegación
difícil
(difícil país difícil papel difícil horizonte)
un día tan maltrecho
              como el que más
en sala de cuidados intensivos
junto a un púber de 12 años
              desnudo como Paris
              al fin de la batalla
que una mano como iceberg
lo empujó al
              vacío
sobre calaminas siempre rotas de un primer piso y no sé qué más escuché
y eran solo 2 allí
cama    a    cama
el niño bonito y mi anciano padre
sin saberse / unidos
por la puta muerte
una dama sin embargo
que tuvo siempre gusto por el mejor vestuario
y manejaba diestra sus cubiertos de hueso
una dama insaciable eso sí
desnuda como la que más
envolviéndote en piel de shushupe
sirena amazónica
imantada hacia el fondo oscuro
de inmensos ríos sin nombre
             que se mezclan con el mar


horizonte dorado púrpura cadmio
             silencio apenas roto
por loros guacamayos garzas
             ayaymamas lechuzas
                    tucanes manshacos
                            sacha patos
             y demás pajarería
en cada paso del tigre
que empuja árboles lianas
el hocico abierto
baba cayendo en hilachas
impunes


yo no estuve allí
pero me dijeron que en la selva de mi país
por esos días de mi padre y el Potemkim
la muerte mojó
con una joven reina de belleza
estrellada al amanecer en su moto
sangró
y se murió
descerebrada
y todas las lágrimas
de Loreto
no pudieron sanar sus pasos
sus sales luminosas
murió casi tan joven como nació
                 (Paris se salvó finalmente
                 sus ojos abiertos
                 la sonrisa confundida
                 y sus brazos hélices
                 de un viento inmisericorde)
aquí no se respeta ni la belleza
de una muchacha (19)
cuando cae la lluvia
cuando todo resbala
cuando nada en la selva suena
cuando nada en la selva suena


cuídate padre
un hombre fuerte
(si tiene razón el anestesiólogo
y todos los que te queremos
inclusive
los que no saben quién eres
allí entubado vendado
rodeado por tus ángeles
bolcheviques)
es un hombre fuerte
y eso lo sabían tus 8 hermanos
tu padre Víctor
tu madre Zoila
el completo callejón de Huaylas
donde anduvimos a caballo
en un poema anterior
(recuerdas?)


nos han dicho
que la audición es lo último que se lesiona
así que escucha este papel estas palabras mudas
escucha nuestro silencio conmovido
al lado tuyo
escucha sobre todo nuestro corazón
esa anticcua imagen para decirlo todo
o para decir nada
y nada entre las olas nocturnas
deste océano
que te reta en cada esquina
elévate con tu escuadra
impónle tu acero
tu cometa
la esencial
la del magenta en nuestros corazones
            navega tu inocencia


y otra nave va              ahora
            rompiendo en trozos la grisura
            cómo un barco
            lleno de amor se estrella sin piedad
            en una autopista perdida / km 60
            costa sur de mi país
            su sala de máquinas
            reventada en pedazos
            y aquí los doctores
            solo llegaron para recoger
            el corazón abierto (“infarto súbito” dijo alguien)
            de mi primo Andrés
            y ya la arena revoloteaba
            en el aire
            como si no hubiese pasado nada
            pero había pasado todo / y seguía pasando nada
            pero había pasado todo / y seguía pasando nada


salgo
como salí esa noche de marzo
del cuarto de r e c u p e r a c i ó n
donde estabas desnudo
respirando por fin otra vez
respirando
tan solamente respirando (¿ves?)


mis hermanos y mi madre sonreían
casi me tropiezo y caigo sobre ti
al besarte la frente
antes de salir
la bata los cables la vida
           qué será
solo te digo sin decir
que mientras sonreías
todo estará bien
mientras sonrías
            como siempre, o casi, supiste sonreír


y eso padre
lo saben tan bien (aunque callen)
el mar las montañas
los pájaros y javier heraud
que sobrevuelan tu navegación


todos lo saben en verdad
porque al nacer
somos el mismo llanto y grito largos
luego las sonrisas y los aplausos
siempre las sonrisas y los aplausos
           recuerda eso
y ahora respira / simple  mente  res  pi  ra
                                                 co
                                                 mo
                                                 ha
                                                 go
                                                 yo
                                                 aho
                                                 ra


            a tu lado




                                                marzo-junio 2010 lima H2O

NOTICIA. Escribí este poema cuando mi padre, Eduardo Ángeles Figueroa, salía de una grave crisis de respiración, a fines del verano pasado (marzo). Su internamiento en el hospital FAP (institución a la que se vinculó desde 1939) fue casi constante, desde que en julio del 2009 tuviese un ataque cerebral.



De su vocación por la lectura y la escritura, literaria y testimonial, dan fe sus quince libros, publicados de manera muy personal y, sobre todo, para sus amistades y conocidos más cercanos.


Por esos días del último marzo, pasaron otros dos hechos que me conmovieron: la muerte de una muchacha joven, en Loreto, lugar medular de la Amazonía peruana y escenario para varias vivencias felices de mi padre. Asimismo, la trágica muerte de un buen primo de la familia Tafur, a la que se hallaba vitalmente unido desde su primer matrimonio. Todos estos sucesos se juntaron en mi imaginación con sentimientos encontrados, y nació esta suerte de homenaje e invocación por la mermada salud de mi padre.


Para bien o mal, depende de cómo se vea, esta historia ha culminado el 7 de mayo del presente año (el mes del terremoto de Yungay, 1970: él era de Ancash). Sé que donde quiera que mi padre se halle, le alegrarán leer estas líneas y estos versos. Que sea nuestra forma de compartir un abrazo virtual este 10 de junio: fecha de su 92 feliz cumpleaños. (C.A.L.)