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sábado, 24 de septiembre de 2011

Gabriel García Márquez: DULCE SABOR DE UNA MUJER EXQUISITA

Vale más canción humilde que sinfonía sin fe. J.C.
"Si no vives para servir, no sirves para vivir" es el lema de
www.mesterdeobreria.blogspot.com




Si aún no ha pasado el bisturí por tu piel, 
si no tienes implantes de silicona en alguna parte de tu cuerpo, 
si los rollitos no te generan trauma, 
si nunca has sufrido de anorexia o bulimia, 
si tu estatura no afecta tu desarrollo personal, 
si cuando vas a la playa prefieres divertirte en el mar y no estar
sobre una toalla durante horas o tapada ocultando tu cuerpo, 
si crees que la fidelidad sí es posible y la practicas, 
si sabes cómo se prepara un arroz, 
si puedes preparar un almuerzo completo con postre, 
si tu prioridad no es ser rubia a como dé lugar, 
si no te levantas a las 4:00 a.m. para llegar de primera al gimnasio, 
si puedes salir con ropa de gimnasia tranquila a la calle un domingo, 
sin una gota de maquillaje en el rostro... 
ESTÁS EN VÍA DE EXTINCIÓN... Eres una mujer exquisita! 

Una mujer exquisita no es aquélla que más hombres tiene a sus pies; 
sino aquélla que tiene uno sólo que la hace realmente feliz. 
Una mujer hermosa no es la más joven, ni la más flaca, 
ni la que tiene el cutis más terso o el cabello más llamativo; 
es aquélla que con tan sólo una franca y abierta sonrisa, 
con una simple caricia y un buen consejo puede alegrarte la vida. 

Una mujer valiosa no es aquélla que tiene más títulos, ni más cargos académicos; 
Una mujer exquisita no es la más ardiente (aunque si me preguntan a mí,
todas las mujeres son muy ardientes... y los que estamos fuera de foco 
somos los hombres);
sino la que vibra al hacer el am or solamente con el hombre que ama.

Una mujer interesante no es aquélla que se siente halagada al ser admirada por su belleza y elegancia; 
es aquella mujer firme de carácter que puede decir NO. 

Y un HOMBRE... UN HOMBRE EXQUISITO es aquél que valora a una mujer así.
Que se siente orgulloso de tenerla como compañera... 
Que sabe tocarla como un músico virtuosísimo toca su amado instrumento... 
Que lucha a su lado compartiendo todos sus roles, desde lavar platos y tender la ropa,
hasta devolverle los masajes y cuidados que ella le prodigó antes... 

La verdad, compañeros hombres, es que las mujeres en eso de ser "muy machas"
nos llevan un gran recorrido... 


¡Qué tontos hemos sido -y somos- cuando valoramos el "regalo" 
solamente por la vistosidad de su empaque...! 
Tonto y mil veces tonto el hombre que come bagazo en la calle,
teniendo 
un exquisito manjar en su casa. 


martes, 6 de septiembre de 2011

Silvio Rodríguez: Llover sobre mojado

Vale más canción humilde que sinfonía sin fe. J.C.
"Si no vives para servir, no sirves para vivir"
es el lema de www.mesterdeobreria.blogspot.com


Album Tríptico, 1979


Despierto en una erótica caricia
y, sin amanecer, me estoy quemando.
Ruego que antes del fin de la delicia
la luz me diga quién estoy amando.
Hago un café romántico o barroco,
recobro mi cabeza en agua fría
y en el espejo veo al viejo loco
que cada día piensa que es su día.
Vaya forma de saber
que aún quiere llover
sobre mojado.
Leo que hubo masacre y recompensa,
que retocan la muerte, el egoísmo.
Reviso, pues, la fecha de la prensa.
Me pareció que ayer decía lo mismo.
Me entrego preocupado a la lectura
del diario acontecer de nuestra trama.
Y sé por la sección de la cultura
que el pasado conquista nueva fama.
Vaya forma de saber
que aún quiere llover
sobre mojado.
Salgo y pregunto por un viejo amigo
de aquellos tiempos duramente humanos,
pero nos lo ha podrido el enemigo,
degollaron su alma en nuestras manos.
Absurdo suponer que el paraíso
es sólo la igualdad, las buenas leyes.
El sueño se hace a mano y sin permiso,
arando el porvenir con viejos bueyes.
Vaya forma de saber
que aún quiere llover
sobre mojado.

sábado, 3 de septiembre de 2011

César Lévano: Adiós a Natalia, mi amada inmortal

Vale más canción humilde que sinfonía sin fe. J.C.
"Si no vives para servir, no sirves para vivir" es el lema de
www.mesterdeobreria.blogspot.com

Respetando ese dolor
me aúno a la condolencia:
de todo queda la esencia,
mucho más cuando hay amor.

Julio Carmona
He sido huérfano de padre y madre desde niño. Pero ahora soy más huérfano que nunca. Ayer me dejó Natalia, mi esposa de toda la vida, la delicada y hermosa flor que no sé cómo supo acompañarme y ayudarme siempre, en las buenas, en las malas y en las pésimas.


Ni siquiera cuando, con cuatro hijos a cuestas, estaba en la lista negra redactada en Palacio y no me daban trabajo, nunca jamás le escuché una queja, un reproche, una cólera. Era el retrato vivo de la mujer fuerte y dulce de nuestro pueblo.

Yo no puedo olvidar los años en que, siendo mi enamorada, me esperó hasta que saliera de la prisión en los tiempos del dictador Odría.

Por eso recuerdo ahora con más fuerza el día en que Juan Gonzalo Rose, recién llegado del destierro, me dijo:

“Voy a escribir un poema, pero no sobre ti, sino sobre la mujer que te esperó tantos años cuando estabas detrás de las rejas”.

Ignoro si Rose llegó a escribir tal poema; pero la idea lo muestra como era: poeta hasta las raíces del amor.

Al conjuro de esa remembranza aprovecho para transcribir aquí en homenaje a Natalia un soneto que ella me inspiró, que inscribí en la memoria, cuando estaba encerrado en una jaula de cemento y hierro, en el Panóptico, a pocos metros del Paseo de la República, por donde circulaban los tranvías.



Dice así:

El ruido pasajero de un tranvía
me hurta la almohada oscura de aquel silencio denso,
y en la celda, de los sayones ya vacía,
se llena de ciudad el aire intenso.

Viaja tal vez allí la amada mía
con ojos tristes que mejor ni pienso,
rodeada por la aureola de su melancolía.
Mal retiene su llanto el nervio tenso.

¡Oh, delicados tiempos que fuimos de las manos
paseando por las calles y los parques urbanos
y un tranvía llevaba tu risa y mi alegría!

Hemos sido felices como en cuentos y sueños,
Hemos sido tan claros, que éramos dos pequeños
Dando vueltas y vueltas en el mismo tranvía.

Penitenciaría de Lima, febrero del 53.


Al poco tiempo de salir yo de la prisión, nos casamos. Era casi una irresponsabilidad edulcorada por el amor. Yo era un pobre aprendiz de periodista. Un cuarto de callejón en la calle Salitral del Rímac fue nuestro albergue nupcial durante meses, con un colchón tendido en el suelo, un primus y muchos libros regados encima de diarios.

Después, ella me ayudó a levantar el hogar en que hemos vivido con nuestros hijos, y en el que hemos compartido manjares, alegrías, dolores, amigos. Durante lustros, mi casa era una fiesta. Que lo digan Manuel Acosta, Carlos Hayre, Alicia Maguiña y otros muchos: Algunos de ellos compartirán el cielo con Natalia, si es que el cielo existe. Debería existir para acoger a seres como ella. Allí Pablo casas, su tío, la acogería con una melodía que cantara la dulzura, la altivez, la divina fineza.

Natalia: seguiremos dando vueltas y vueltas en el mismo tranvía.