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martes, 30 de agosto de 2016

Vale más canción humilde que sinfonía sin fe. J.C. "Si no vives para servir, no sirves para vivir" es el lema de www.mesterdeobreria.blogspot.com


Cuando el día 13 de julio me enteré del lamentable deceso de Miguel Gutiérrez Correa, cumplí con el penoso deber de difundir tan infausta noticia por los medios de que dispongo en Internet, y de hacérselo saber a mis estudiantes de la Universidad Nacional de Piura. Sin embargo, me abstuve de expresar lo que sentía en torno a ese hecho. Y pensé que, igual, no era pertinente hacer un recuento de mi amistad con él, y mucho menos lo era referirme a las diferencias que, en los últimos tiempos, nos habían distanciado, especialmente en el terreno de las ideas, tanto poéticas como políticas. Esto último, además, ya lo había hecho conocer en algunos medios físicos y virtuales. Y, por otro lado, sobre dichas diferencias, para entonces no hacía mucho que se había editado el libro en el que reúno esas apreciaciones.[1] Y este libro, reitero, publicado varios días antes del óbito de Miguel, seguramente ya figuraba (como ocurre hasta ahora) en las librerías virtuales con que trabaja la editorial, difusión en la que no me asiste la menor intervención.
Lo que me mueve, ahora, a opinar sobre este lamentable suceso, no es, pues, hacer resaltar la edición del libro aludido (que, por lo demás —insisto—, solo se difunde en ciertas librerías virtuales, de cuyo nombre no quiero acordarme), ni tampoco pormenorizar hechos o anécdotas de la amistad que me unió a Miguel. Lo hago solo para cuestionar el mal apelativo que se le ha adosado, al menos por dos comentaristas de un diario de la capital[2], en sendos artículos que aparecen el mismo día: «El viejo saurio ha partido» (de Raúl Mendoza) y «El viejo saurio» (de Alonso Cueto). Ambos artículos, obviamente, hacen referencia al título de la primera novela de Miguel. Y ni siquiera aluden a uno de los personajes de sus tantas novelas, como podría ser Martín Villar, de quien el autor —en cierta forma— es su alter ego. Es como si alguien se hubiera referido a Gabriel García Márquez, al momento de su fallecimiento, llamándolo «el patriarca» en alusión al personaje de El otoño del patriarca, que es todo lo que se quiera pero menos un personaje positivo o edificante con cuyo apelativo el autor se hubiera podido sentir halagado.
En el caso de Miguel es una denominación que —a riesgo de incurrir en ucronía— estoy seguro que a él le habría sabido a «chicharrón de sebo». Una interpretación del título de esa primera novela de Miguel, es que con él se hace referencia a la «retirada» del desierto que rodeaba a la ciudad de Piura en la década del cincuenta del siglo pasado, por el empuje no solo del crecimiento poblacional sino también de la decadencia en que había degenerado la clase terrateniente y oligárquica, que incluye a los representantes del clero (satirizados en la obra), y que había dominado a Piura desde la colonia; y, por tanto, alude no solo al desierto sino también a esta clase social que, como los lagartos, pacazos, iguanas y lagartijas (habitantes representativos del desierto, compendiados en la sinécdoque de mencionar a la parte por el todo, en la escueta expresión «saurio») estaban en retirada por el crecimiento de la ciudad y por el despertar del pueblo.
Por lo demás, El viejo saurio se retira no es un título que perteneciera a Miguel. Le fue sugerido por Carlos Milla Batres, el editor, para reemplazar a «Ejercicios espirituales» que era el título original, por considerar el editor que este era poco atractivo y de nulo efecto para el marketing. Esta aclaración, si mal no recuerdo, creo haberla leído en alguno de los escritos de reflexión de Miguel, y de no ser así, pues sí recuerdo haberla escuchado de su propia voz. Lo cierto es que no deja de ser un buen título, pero en el sentido arriba señalado, como recusación de la Piura patriarcal, clerical y pacata. Y de ninguna manera atribuible a su autor. A este más bien lo denigra. Resulta ser un recurso de muy mal gusto. Y el uso de ese título puede obedecer —por decir lo menos— ya sea a que no se ha leído la novela de la que proviene o que de haberlo hecho no se lo ha sabido interpretar en su verdadera dimensión.
Por mi parte, pese a las diferencias ya señaladas, nunca he dejado de considerar a Miguel en su exacta valía como narrador y como pensador, aunque, repito, no esté de acuerdo con sus opiniones ideológicas o gustos estéticos vertidos en gran parte de su obra narrativa y ensayística. Debo, sí, manifestar, que siempre me sentí honrado de ser su amigo. Y en mérito a esa amistad, he creído necesario hacer esta aclaración, que espero sea tomada en ese único sentido, muy lejos de cualquier interés mezquino que —interesadamente— se me quisiera atribuir.



[1] Julio Carmona (2018). Poética y política. Análisis a Confesiones de Tamara Fiol. California: Windmills Editions.
[2] La República, Lima, 17 de julio de 2016, pp. 18 y 37.

viernes, 16 de octubre de 2015

El concierto poético de Winston Orrilllo

Vale más canción humilde que sinfonía sin fe. J.C. "Si no vives para servir, no sirves para vivir" es el lema de www.mesterdeobreria.blogspot.com

Pienso en la música de la poesía, al momento de escribir el epígrafe de este artículo, y, justo, cuando me dispongo a escribir algo en torno a la poesía de Winston Orrillo, porque una de las notas características de su poesía es la musicalidad. Y, más específicamente, me refiero a su último libro, cuyo título —realmente— desconcierta: Poemas desconcertados. Pero, pasado el desconcierto inicial, no queda otra alternativa que reconocer su pertinencia, porque es así la personalidad de su autor que «rompe reglas, salta vallas y se planta en medio de la polémica» (como atinadamente lo explica él en el Prólogo). Y, realmente, no es nada fácil para mí adoptar esa disposición de escribir algo en el sentido aludido. Porque sobre el particular hay bastante pan por rebanar. En principio, es tanta la cantidad de poemas (no en vano han sido extraídos de más de veinte libros) que abordarlos a todos, o a gran parte de ellos, daría para una tesis en la Escuela de Literatura de cualquier Universidad que la tenga. Y, pues, lo mismo se puede decir de su calidad.
Winston Orrillo, es ocioso decirlo, es uno de los más reconocidos poetas de la generación del ’60. Pese a que él mismo manifiesta, en el Prólogo, que se siente desconocido o no leído por la gente —incluidas las nuevas generaciones— interesada por la poesía lírica, que no es poca (aunque de esta dé la impresión de haber sido apabullada, en los últimos tiempos, por la narrativa).
Pero, volviendo a la iconoclastia del título, se puede decir que lo característico de este libro es que contradice la famosa prevención que Rainer María Rilke hizo a su joven corresponsal (en sus Cartas a un joven poeta) de ‘evitar la poesía amorosa y la poesía política’ por haber sido tratadas con tanta profusión y por tantos grandes poetas, que el hacerlo conlleva el riesgo de quedar rezagado para cualquier valoración crítica. Y Orrillo escribe poemas de amor y poemas políticos, y, a veces, consustanciados ambos; ejemplo: «… y hasta si el mismo/ Fondo Monetario/ se opone, amor,/ nos unciremos:/ derrotaremos/ juntos/ al cuervo/ del Balance … y juntos/ zarparemos/ hacia el día/ de todos:/ hacia el blanco/ celaje/ que humea/ en la pupila/ de aquellos/ que hoy ordeñan/ los pezones/ del alba.»
En esos dos ámbitos ha de fluctuar la expectativa del lector frente al libro aludido. Y es una impronta que marca a toda la poesía de WO. Sin temor a equivocarme, en todos sus libros está presente, desde el ya mítico La memoria del aire (título que celebrara Paco Bendezú, si mal no recuerdo) o también el profético Travesía tenaz (que en esta selección ha sido, injustamente, obviado). Aunque, también es fuerza reconocerlo, a esos dos no se reducen sus temas. Está también, por ejemplo, el tema de la nostalgia y su parafernalia del barrio, sus casas achacosas pero erguidas, y hasta el perro afectuoso que aceza en los predios de la infancia (por no defraudar a Rilke) o también los personajes típicos del laburo que nos redimen de nuestras «quemaduras» en «oficinas y archivos y ascensores» (como el del poema «Se llamaba Pedrito» de Catorce y un sonetos). Y tantos otros más. Pero los destacados son como la vestimenta de su musa.
Porque la política es consustancial al ímpetu vital de WO. Él la ha asumido con tal vehemencia que a veces rebasa los límites de lo permitido (como pelearse con medio mundo abrazando, por ejemplo, la causa de Velasco Alvarado o la de Hugo Chávez), pero también es digno de destacar que esa vehemencia se sustenta en una honestidad a toda prueba, cuando de defender las causas de los desheredados del festín se trata, y con una consecuencia que en muchos exguerrilleros de café —que lo zahirieran en el pasado— se deja extrañar en su práctica de hogaño. Porque, lo dice el poeta, todo es «Conciencia de Clase»: «Pasa el/ tren de/ la vida/ y yo/ voy en 3ra.»

Y tratándose del amor (ya, al momento de aparecer su libro Manual de poesía amorosa, destaqué su calidad de maestro en esta lid) WO tal vez sea un record man en ese sentido (sin que en él raye en la pedantería). Y en esto sí, contradiciendo a Rilke, WO preferirá admitir la recomendación de Neruda, en una entrevista sobre lo que se debería advertir a los jóvenes poetas: «Que escriban poemas de amor», dijo. Porque Winston Orrillo no solo fue reconocido como El Poeta Joven del Perú, en 1965, cuando cronológicamente lo era, sino que lo sigue siendo vitalmente, tocado milagrosamente por la décima musa del amor, Safo, para quien cabe la dedicatoria de esta «Arte poética»: «Eres tan bella/ como una fábrica/ a las ocho/ de la mañana/ ¡produciendo!/ (pero en manos/ de sus obreros).»


TESTIGO DE CARGO

Vale más canción humilde que sinfonía sin fe. J.C. "Si no vives para servir, no sirves para vivir" es el lema de www.mesterdeobreria.blogspot.com

Camino con la misma sombra de hace rato
Y ya no sé si yo soy ella o ella yo
Deseo tener cambio de cansancio y no
Tener la misma risa el mismo espanto
El mismo sol matándome las ganas de calor
Mintiéndome el secreto de las horas apurado
Y le corto las amarras al viejo canto
Y lo dejo hacerse al cielo a toda voz
Y comprendo por fin que no era un cuento
Eso de dar la vida por un sueño o vano intento
Meterle un bazucazo al dictador   
Y desecar las hojas de los libros apurados
Y reinventar fulgores deshojados

Que se obstinan en atestiguar el triunfo del amor 

Julio Carmona


viernes, 11 de septiembre de 2015

UN SOLO DE SOLOS

Vale más canción humilde que sinfonía sin fe. J.C. "Si no vives para servir, no sirves para vivir" es el lema de www.mesterdeobreria.blogspot.com

De un tiempo a esta parte ando solo
No obstante estar rodeado de cantinas
De vendedores que ambulan con sus rifas
Y yo como una piedra en un recodo
Voy cebando la costumbre en que me asolo
Sin chistar y asolado o azulado
Por su luz a su lado me conformo
En perseguir a ciegas el milagro
De convertir el fondo del espejo
En espléndida aunque fugaz maravilla
Del sol puesto a brillar en los deshechos
Y la miseria huyendo por arriba
Mientras el solo alista sus pertrechos
Invadiendo de solos las orillas

Julio Carmona


martes, 4 de agosto de 2015

ESTAMOS UNIDOS

Vale más canción humilde que sinfonía sin fe. J.C. "Si no vives para servir, no sirves para vivir" es el lema de www.mesterdeobreria.blogspot.com



(No es lo mismo que Estados Unidos).

No sé si tú pero sí sé que yo
He bajado a la noche más profunda
Y he subido a las nubes más jocundas
En un tañer de vida o corazón
Ya no sé si subir o bajar la voz
Si dejar que una lágrima me hunda
O perderme en carcajada rotunda
Solo quiero creer que sabes como yo
Que no somos testigos sino víctimas
Y que seremos viejos con juventud
Si vamos de la dicha a la desdicha
Como si fuera nuestra única virtud
Creyendo siempre que hay una salida

Y yo sí sé que yo pero no sé si tú

Julio Carmona


domingo, 19 de julio de 2015

GLADYS TEJEDA

Vale más canción humilde que sinfonía sin fe. J.C. "Si no vives para servir, no sirves para vivir" es el lema de www.mesterdeobreria.blogspot.com

La vi que volaba y no era pájaro
Iba dentro de un corazón cantante
Era una sola decisión tajante
Y emergente ebullición de cántaro
Era una suerte de herida delirante
Sobre dos pies y manos de relámpago
Fue solo un abrir y cerrar de párpados
Como un siglo resumido en un instante
Más que una vida era la vida en vela
Esperando a que la meta la alcanzara
Derrotando a los miedos de la escuela
Removiendo cimientos con cuchara
Con el ruido armonioso de sus suelas
Y el orgullo de un pueblo que acechara

Julio Carmona

sábado, 11 de julio de 2015

LA CEGUERA DEL SOL

Vale más canción humilde que sinfonía sin fe. J.C. "Si no vives para servir, no sirves para vivir" es el lema de www.mesterdeobreria.blogspot.com

Te busco en las arenas de la playa
Porque tu nombre lo repite el mar
Y quiero caminar por donde vayas
Pues donde siempre estés yo quiero estar
Quiero ser ola que en la roca estalla
Para unirme a su profundo bramar
Y si estás en el campo de batalla
Quiero estar al costado de tu amar
Pero te busco y siempre encuentro un muro
Atiborrado de silencio y miedo
Y al saltarlo me abismo en lo oscuro
De una razón que impone sus enredos
De un corazón que se empeña en ser puro

Y te busco y te busco y más no puedo