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sábado, 28 de junio de 2008

EL PODER DE LA PALABRA, Gilberto Ramírez Santacruz


Si digo pan
Y mi poema no convoca
A los hambrientos a la mesa,
Es porque la palabra ya no sirve
Y la poesía exige otro lenguaje.

Si digo amor
Y mi poema no provoca
Una tormenta de besos y canciones,
Es porque la palabra perdió su magia
Y la poesía debe buscar una nueva voz.

Si digo vida
Y mi poema no revienta
Un alba de luceros y primaveras,
Es porque la palabra quedó sin dioses

Y la poesía debe estar al servicio del hombre.

Si digo libertad

Y mi poema no revoluciona
La conciencia de los sedientos de paz,
Es porque la palabra dejó de ser instrumento

Y la poesía está obligada a cambiar de poetas.

Gilberto Ramírez Santacruz,
Paraguay


viernes, 27 de junio de 2008

ALLENDE, Mario Benedetti



Para matar al hombre de la paz
Para golpear su frente limpia de pesadillas
Tuvieron que convertirse en pesadilla
Para vencer al hombre de la paz
Tuvieron que congregar todos los odios
Y además los aviones y los tanques
Para abatir al hombre de la paz
Tuvieron que bombardearlo hacerlo llama
Porque el hombre de la paz era una fortaleza



Para matar al hombre de la paz
Tuvieron que desatar la guerra turbia
Para vencer al hombre de la paz
Y acallar su voz modesta y taladrante
Tuvieron que empujar el terror hasta el abismo
Y matar más para seguir matando
Para abatir al hombre de la paz
Tuvieron que asesinarlo muchas veces
Porque el hombre de la paz era una fortaleza



Para matar al hombre de la paz
Tuvieron que imaginar que era una tropa
Una armada una hueste una brigada
Tuvieron que creer que era otro ejército
Pero el hombre de la paz era tan sólo un pueblo
Y tenía en sus manos un fusil y un mandato
Y eran necesarios más tanques más rencores
Más bombas más aviones más oprobios
Porque el hombre de la paz era una fortaleza



Para matar al hombre de la paz
Para golpear su frente limpia de pesadillas
Tuvieron que convertirse en pesadilla
Para vencer al hombre de la paz
Tuvieron que afiliarse para siempre a la muerte
Matar y matar más para seguir matando
Y condenarse a la blindada soledad
Para matar al hombre que era un pueblo
Tuvieron que quedarse sin el pueblo


Mario Benedetti,
Uruguay


(Texto proporcionado por Rosina Valcárcel).


jueves, 26 de junio de 2008

LA MALA DISTRIBUCIÓN DE MI TIEMPO, Manuel Morales



Jamás he negado que tengo malas costumbres.
Sobre todo cuando el sol hace garabatos en mis ojos,
O cuando una muchacha me sonríe con su blusa amarilla.
Por siempre que puedo dirijo mi batuta hacia mis viejos,
Y hacia esos despojos solemnes que frecuentan la casa;
A la abuela, sobre todo, que aún sueña con Rodolfo Valentino.
Este tiempo asqueroso que me ha tocado vivir lo tengo mal distribuido,
Hablo demasiado y no construyo más que Castillos en el Aire;
Y de noche me atorranto como un miserable y hago invocaciones al Marqués de Sade.
Pero a veces yo me escapo de esa rutina y frío monos en sartén de palo;
Vivo en constante peligro de encontrarme con la horma de mis zapatos,
O de que mi padre se encarache y me mande al diablo.
Pese a todo visito las cantinas,
Escupo en los lugares públicos donde no debo hacerlo,
Y toco los timbres de los vecinos y corro como un cretino.
Ya los policías se han dado cuenta y me tienen entre ojos,
Me marcan a presión y me han acusado de tener malas costumbres;
Y que el día que me agarren la voy a pagar una por todas.
Pero yo me río,
Porque este tiempo asqueroso que me ha tocado vivir lo tengo mal distribuido.


Manuel Morales,

Perú


miércoles, 25 de junio de 2008

DESCABEZO ESTATUAS, Rosella di Paolo

Me canso de frotar una palabra con otra
Y hacer chispita
Ya no quiero poner esta letra aquí,
Esta tonta coma
Pido una zancadilla para que caiga de narices
El alto verso
Quiero sacar las palabras de mi casa
A empujones
Y coger el pronombre por los pelos
Hasta hacerle confesar la dirección del sustantivo
Para entrar a su línea dando voces
Para arrimarle un clavo entre los ojos
Para aplastar con mis pies a sus mansos adjetivos
Para agarrármela a escobazos con los verbos conjugados
Con los verbos no conjugados y con los adverbios
Si me miran mucho
Quiero abrir las ventanas y que entre
Una luz no escrita
Y apilar los libros en el patio
Y colgar la máquina de escribir en la pared
Como una cabeza de venado con su bala
Limpiamente acertada entre la M y la N
Antes de prender fuego a la casa
Y bailar con mis amigos sobre la lengua de Vallejo
Sin tener después que juntar los pedazos
Y contarlo llorando en un poema.

Rosella di Paolo,
Perú


martes, 24 de junio de 2008

CON MI HIJO PIETRO POR LA AV. SALAVERRY, Sandro Chiri



La Av. Salaverry
Es amplia para nuestra
Fugaz sonrisa.
En medio de buses y gentío,
Yo camino lento y feliz
Con mi pequeño Pietro.
Nuestros corazones laten
Como caballos sedientos.
Me pregunta por un balcón
Y una casa en el aire y le
Cuento que ahí habita
El Nuncio de Roma,
Y que más allá,
A unos metros,
Los alemanes se empeñan
En enseñar la lengua de Goethe.
Él tiene ocho años y me dice
Si es que mañana volveremos
A hacer la misma ruta.
"Mañana" –le digo– es una palabra
Inmensa y nebulosa en el Perú.


Pero como fuese, mis zapatos
Siempre estarán al lado de los suyos.


Sandro Chiri,
Perú



lunes, 23 de junio de 2008

AL SON, Raquel Jodorowsky




Al son de la música sideral
El mundo va danzando
Nadie sabe a dónde
Colgada en el espacio soberano
Donde todo explota
Y se crea otra vez.
Y nosotros aquí adentro
Sin sentirlo
Con nuestras locas vidas
Buscando la seguridad
Mientras la tierra corre por el cosmos
En trece movimientos
Salta adelante
Se inclina a un costado
Luego al otro
Gira en sí misma
Da vueltas
Como un trompo de luz.
Nosotros, inmóviles
Buscando la Eternidad
Somos
llevados nadie sabe a dónde
Metidos bajo las sábanas
Del misterio total....


Raquel Jodorowsky,
Chile



sábado, 21 de junio de 2008

A CESAR VALLEJO, Enrique Peña Barrenechea




Qué vergüenza me da
-Para decirlo con tu voz-
Mi muerte.

Mi muerte que es mi vida,
A su manera,
Sin tu silencio de metal
Y nieve.

Que vergüenza me da
Iluminar la casa,
Mirarme en los espejos,
O colocar la impura rosa de mis cabellos
En la almohada en tu casa,
Tu soledad
Y tu sueño.

Qué ejemplo el de tu vida
Sin ¨sí, señor¨,
Sin ¨sírvete¨ .
Sin ¨ruégole¨.

Que tristeza me dan
Marroneros
Que tú adorabas, aquí en París,
Al que volvías siempre,
Golondrina de sangre sin alero.

Hoy he visto a Georgette
En esta tarde
Que me ha angustiado tu recuerdo.

Hoy te he vuelto a leer
Y que vergüenza tengo
De los fingidos astros
De mi cielo,
De mi pasaje de ida y vuelta,
Y de mi soledad con falsos ecos.

Todo me hiere el corazón: la noche,
El adiós a Georgette,
Aquellos niños que vi en la rue Picot,
Mis pasos por el puente,
Que es casi caminar por tu silencio.

Enrique Peña Barrenechea,
Perú

(Texto tomado de: Poemas peruanos a Vallejo, prologo, selección y notas de Livio Gomez.
Universidad Nacional de Tacna 1978).