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viernes, 10 de abril de 2009

POEMAS, Luis Suardíaz

Vale más canción humilde que sinfonía sin fe. J.C.

COMPARECE LAO TSE

La humildad no sellará
por esta vez mi boca.
También yo puedo leer
en la corteza nueva
y en la piedra:
Arriba de los relámpagos
no hay un padre que sufra por nosotros.
Y el ruido tenue de la yerba
es toda la eternidad.
Cada jornada consumida en el lujo
nos hace injustos.
Lo que llamáis armonía,
serena, dicha, equilibrio del bien,
¡oh, amados míos, llegará!
mas no con el azar
o los frutos silvestres.
Avisad a los nobles
que su sangre es mortal.





TIEMPO DE VIVIR


Si al responder por el tiempo vivido
procuras que salgan a escena los años, como hace el cazador
con las piezas cobradas, te engañas al engañar, ya que la vida
no se compone de años, como no se compone el universo
de polvo en fuga y astros apagados.

Cada jornada vale lo que la fruta en sazón;
atesora el zumo del porvenir, las semillas
de las nuevas cosechas.
Y no crece la yerba de primavera en primavera,
sino en décimas y sin que lo perciban los ojos agudos del buitre.

¿Qué de tiempo se gana o se pierde en un momento físico?

Cuando una hora grávida se nos va de las manos
nada puede resarcirnos y sucede a su corteza muerta un día sin obra.

El lustro viene en sus cifras menores y el decenio también.
Ármate, yérguete en el camino y enciende tu hoguera de homenaje;
pero que en el instante esté en la llama y la alianza, el timón,
el pensamiento, porque si no, lustros no habrá, ni habrá milenios.

¿Eres el que perdió un rótulo de cada minuto, una raíz
de cada mes, un año de cada tantos, una vida entre otras?
Si cuando te preguntan por el tiempo vivido
respondes con un brazo demasiado corto,
un lápiz mudo,
un pulmón de menos, una corbata de más,
te engañas al engañar,
porque la vida no se gana acumulando
tantos, enterrando el
tobillo en el horno de las nieves, porque
no es la vida un agua
que pueda guardarse en una caja fuerte
de papel,
sino en cada uno el tiempo fue un don común que se dio,
como dan los pájaros el canto.

O no se tuvo nada. Nada nunca sino alacenas, patios con verjas
y semanas y un miedo sin médula, un miedo líquido a la muerte,
de tal modo enorme que oscureció los ríos
y auroras de la sangre
y convirtió tempranamente en fósiles
los vivos animales del tiempo.

Luis Suardíaz,
Cuba.

(Textos proporcionados por:
Ernesto R. del Valle).

miércoles, 1 de octubre de 2008

REFLEXIÓN, Charles Chaplin

Vale más canción humilde que sinfonía sin fe. J.C.




La vida es una obra de teatro que no permite ensayos
Por eso canta, ríe, baila, llora
y vive intensamente cada momento de tu vida...
Antes que el telón baje
y la obra termine sin aplausos…
¡Hey...hey...!! Sonríe...
mas no te escondas detrás de esa sonrisa...
Muestra aquello que eres, sin miedo.
Existen personas que sueñan con tu sonrisa,
así como yo...
¡Vive! ¡Intenta!
La vida no pasa de una tentativa.
¡Ama! por encima de todo,
ama a todo y a todos.
No cierres los ojos a la suciedad del mundo,
no ignores el hambre!
Olvida la bomba!
pero antes haz algo para combatirla,
aunque no te sientas capaz.
¡Busca!
Busca lo que hay de bueno en todo y en todos.
No hagas de los defectos una distancia
y sí, una aproximación.
¡Acepta!
La vida, las personas,
haz de ellas tu razón de vivir.
¡Entiende!
Entiende a las personas que piensan diferente a ti,
no las repruebes.
¡EH! Mira!
Mira a tu espalda...cuántos amigos!!
¿Ya hiciste a alguien feliz hoy?
¿O hiciste sufrir a alguien con tu egoísmo?
¡EH!! No corras...!!
¿Para qué tanta prisa?
Corre apenas dentro tuyo.
¡Sueña!
Pero no perjudiques a nadie
ni transformes tu sueño en fuga.
¡Cree..!! ¡Espera..!!
Siempre habrá una salida,
siempre brillará una estrella.
¡Llora! ¡Lucha!!
Haz aquello que te gusta,
siente lo que hay dentro de ti.
Oye...
escucha lo que las otras personas
tienen que decir,
es importante.
Sube...
haz de los obstáculos escalones
para aquello que quieres alcanzar.
Más no te olvides de aquellos
que no consiguieron subir
en la escalera de la vida.
¡Descubre...!
Descubre aquello que es bueno dentro de ti.
Procura por encima de todo ser gente,
yo también lo voy a intentar.
¡Hey..! Tú...!
Ahora ve en paz.
Yo quiero decirte que: "te adoro"...
simplemente porque existes.

Charles Chaplin,
EE.UU.

martes, 30 de septiembre de 2008

VERSOS SENCILLOS, José Martí

Vale más canción humilde que sinfonía sin fe. J.C.



Yo soy un hombre sincero
De donde crece la palma.
Y antes de morirme quiero
Echar mis versos del alma.

Yo vengo de todas partes,
Y hacia todas partes voy:
Arte soy entre las artes,
En los montes, monte soy.

Yo sé los nombres extraños
De las yerbas y las flores,
Y de mortales engaños,
Y de sublimes dolores.

Yo he visto en la noche oscura
Llover sobre mi cabeza
Los rayos de lumbre pura
De la divina belleza.

Alas nacer vi en los hombros
De las mujeres hermosas:
Y salir de los escombros
Volando las mariposas.

He visto vivir a un hombre
Con el puñal al costado,
Sin decir jamás el nombre
De aquella que lo ha matado.

Rápida, como un reflejo,
Dos veces vi el alma, dos:
Cuando murió el pobre viejo,
Cuando ella me dijo adiós.

Temblé una vez - en la reja,
A la entrada de la viña-
Cuando la bárbara abeja
Picó en la frente a mi niña.

Gocé una vez, de tal suerte
Que gocé cual nunca: cuando
La sentencia de mi muerte
Leyó el alcalde llorando.

Oigo un suspiro, a través
De las tierras y la mar,
Y no es un suspiro, es
Que mi hijo va a despertar.

Si dicen que del joyero
Tome la joya mejor,
Tomo a un amigo sincero
Y pongo a un lado el amor.

Yo he visto al águila herida
Volar al azul sereno,
Y morir en su guarida
La víbora del veneno.

Yo sé bien que cuando el mundo
Cede, lívido, al descanso,
Sobre el silencio profundo
Murmura el arroyo manso.

Yo he puesto la mano osada,
De horror y júbilo yerta,
Sobre la estrella apagada
Que cayó frente a mi puerta.

Oculto en mi pecho bravo
La pena que me lo hiere:
El hijo de un pueblo esclavo,
Vive por él, calla, y muere.

Todo es hermoso y constante,
Todo es música y razón,
Y todo, como el diamante,
Antes que luz es carbón.

Yo sé que el necio se entierra
Con gran lujo y con gran llanto,
Y que no hay fruta en la tierra
Como la del camposanto.

Callo, y entiendo, y me quito
La pompa del rimador:
Cuelgo de un árbol marchito
Mi muceta de doctor.

José Martí,
Cuba

lunes, 29 de septiembre de 2008

Acerca del texto: CRÍTICA AL "DECÁLOGO DEL PERFECTO CUENTISTA" de Silvina Bullrich,

Vale más canción humilde que sinfonía sin fe. J.C.



El décalogo del perfecto cuentista de Horacio Quiroga cuestionado y refutado.

1. "Cree en un maestro -Poe, Maupassant, Kipling, Chéjov- como en Dios mismo".
Horacio Quroga hace aqui una recomendación. Nadie nace sabiendo. Uno tiene que aprender y para él, los mejores maestros son los anteriormente citados. Recordemos que Quiroga es un hombre de comienzos de siglo.(1900). Silvina tiene razon al afirmar que "un escritor tiene la ambicion de volar". Pero Quiroga no se refiere a encadenarse a algo. Solo entiende al maestro como un hombre de su tiempo: el maestro es alguien que te da las bases. Ademas, uno no puede perder la humildad para aprender.

2. "Cree que tu arte es una cima inaccesible, no sueñes en dominarla. Cuando puedas hacerlo, lo conseguirás sin saberlo tú mismo".
Silvina B. cuestiona esta frase diciendo:"Nadie escribiría una línea si no pensara que tiene algo que decir distinto (y sin duda superior) de sus maestros." Esta es una posibilidad y depende del proposito de cada escritor. Sin embargo, no tiene nada que ver con la cita de Quiroga. Si vemos al arte como cima inaccesible, es entender que el arte es un todo de creatividad infinito. Luego, el no dice que lo alcances. El pide que lo domines sin fórmulas y sin metas. El escribir sin pensar en lograr algo esteticamente bello u horrendo.Es decir, que manejes esa creatividad de tal forma que no divagues, no te pierdas en las ideas...asi se domina el arte, dejandose fluir en el sin perder la esencia que se quiere transmitir.

3. "Resiste cuanto puedas a la imitación, pero imita si el influjo es demasiado fuerte. Más que ninguna otra cosa, el desarrollo de la personalidad es una larga paciencia".
Silvina teme que este mandamiento "contradiga y justifique a los anteriores" mostrando su inseguridad para afirmar algo. Quiroga solo pide que uno desarrolle la personalidad en libertad sin temor a ser influido por un literato mas fuerte (sea por admiracion). Al final exige paciencia para moldear la personalidad, es decir, tiempo y meditación.

4. "Ten fe ciega no en tu capacidad para el triunfo, sino en el ardor con que lo deseas. Ama a tu arte como a tu novia, dándole todo tu corazón".
Aqui Silvina B. cuestiona el triunfo y elogia la derrota. Sin embargo Quiroga aqui no elogia al triunfo sino al deseo. El deseo de escribir y el arte, ambos vividos como un sentimiento.

5. No empieces a escribir sin saber desde la primera palabra adónde vas. En un cuento bien logrado, las tres primeras líneas tienen casi la importancia de las tres últimas".
Para Silvina este es el mandamiento mas importante. En mi concepto, esta es una recomendación válida. Sólo acotaría que García Marquez tambien le daba importancia a la forma de escribir del comienzo de la novela, porque ella le da el tono y la forma a toda la novela. He ahi, la importancia del comienzo tanto para el cuento como para la novela. Los finales del cuento tienen que ser contundentes, porque cierran un círculo.

6. "Si quieres expresar con exactitud esta circunstancia: 'desde el río soplaba un viento frío', no hay en lengua humana más palabras que las apuntadas para expresarlas. Una vez dueño de tus palabras, no te preocupes de observar si son entre sí consonantes o asonantes".
Silvina apunta que "poniendo helado en vez de frío se evirtaría la rima que puede molestar al lector" Es cierto, que se puede poner helado o gelido y que ha estas alturas (siglo XXI) esa rima es cacofónica. Quizas en su tiempo fue la forma más bella y educada de decirlo (1910). Pero considero que Quiroga se refiere a que uno debe encontrar su estilo en su propia voz y no en la de los demás.

7. "No adjetives sin necesidad. Inútil serán cuantas colas de color adhieras a un sustantivo débil. Si hallas el que es preciso, él sólo tendrá un color incomparable. Pero hay que hallarlo".
Silvina B. aquí enumera ejemplos escritores que emplean adjetivos con creatividad (cita a Mallea, Maupassant, Borges, Poe) y resalta la necesidad de adjetivar. Pero ¿qué sucede cuando se da adjetivos a un sustantivo débil? Quiroga por eso pide precisión en el uso de las palabras y para eso se requiere rigurosidad en el uso del lenguaje.

8. "Toma a tus personajes de la mano y llévalos firmemente hasta el final, sin ver otra cosa que el camino que les trazaste. No te distraigas viendo tú lo que ellos no pueden o no les importa ver. No abuses del lector. Un cuento es una novela depurada de ripios. Ten esto por una verdad absoluta aunque no lo sea".
Aqui Silvina comenta que: "Esta última frase sorprende en un escritor tan auténtico como Quiroga y debilita el consejo importante, quizá el más importante del Decálogo. Pues nadie puede discutir que no sea un acierto llevar el personaje y la anécdota firmemente hasta el final".
Pero claro que se puede discutir, porque uno le da giros a la historia como por ejemplo "la noche bocarriba de Cortazar" o el caso de Emma sanz de Borges. En ambas el personaje es llevado por un camino que el lector desconoce, porque el lector es llevado por otro rumbo hasta que se cierra el círculo. Por eso Quiroga no asevera porque se refiere a historias lineales donde lector y personaje siguen un mismo rumbo. Lo que si pide es que no se divague con el personaje, porque pierde al lector.

9. "No escribas bajo el imperio de la emoción. Déjala morir y evócala luego. Si eres capaz entonces de revivirla tal cual fue, has llegado en arte a la mitad del camino".
Silvina B.no discute este mandamiento por ser bastante claro pero afirma: "es casi inhumano escribir bajo una real y reciente emoción". En esto discrepo, mucha gente alivia su pena o su ira escribiendo en el momento. Es un recurso válido y lo considero muy propio del ser humano (he ahi su humanidad). En cuanto a Quiroga, el pide al momento de escribir concentración y en base al buen manejo del lenguaje plasmar el sentimiento en frases u oraciones. Y al hacerlo solo se llegará a la mitad del arte.

10. "No pienses en tus amigos al escribir, ni en la impresión que hará tu historia. Cuenta como si tu relato no tuviera interés más que para el pequeño ambiente de tus personajes, de los que pudiste haber sido uno. No de otro modo se obtiene la vida en el cuento".
Silvina ante este mandamiento dice:"Hoy parece sorprendente que alguien pueda pensar en sus amigos al escribir:.." Y ese Hoy es clave. Porque esto fue escrito a comienzos del siglo pasado, y quizas los hombres de aquel tiempo le daban mas validez a caer bien a los demás que en expresar lo que realmente sentian o anhelaban.

Luego, Silvina comenta. "A lo largo de este Decálogo la palabra ingenuo ha acudido varias veces a mi mente y varias veces la he rechazado, pues la obra y la vida de Quiroga nada tienen de candorosas, son recias y brutalmente humanas, como lo es su muerte y lo son las muertes que jalonan su paso por la tierra. Pero hay que resignarse a admitir que un cierto candor se filtra en su Decálogo".
Sin embargo, no noto inseguridad en el decálogo. Porque mientras Quiroga afirma y argumenta, Silvina se contradice por momentos y denota su inseguridad.

Por último Silvina afirma: "Aunque a decir verdad en materia de consejo literario no ha sido superado el de Rainer María Rilke en Carta a un Joven Poeta: "Si puedes vivir sin escribir, no escribas".

Es una buena frase. Uno puede escribir de lo que sea por su necesidad de hacerlo. Otra cosa es publicar ese escrito. Por eso, para publicar algo, y sobretodo, una critica a un decálogo o cualquier otra forma de escritura se requiere rigurosidad, acuciosidad e ideas claras.

domingo, 28 de septiembre de 2008

CARTA A GLADYS BASAGOITIA, Rosina Valcárcel

Vale más canción humilde que sinfonía sin fe. J.C.



Gaviota: Me despertó el eco de tu voz
Tu franca misiva intensa y honda
La síntesis lúcida de tus avatares y desventuras
Los ciclos de la existencia en Italia
Tu salud herida Tu cuerpo vulnerable
Tu alma sensible Esa lánguida caída
Que vivimos las escritoras mujeres
Del llamado Tercer Mundo
Los amores invencibles Las ausencias
Los afectos platónicos Las amistades
Los recuerdos bajo el Puente y la Alameda
Cantando valses junto a César y Chabuca
Rodolfo y tú me llevaron al Negro Negro
Escuchamos blues y versos irreverentes
Entre sudores y chilcanos de pisco
¿Impedimos pisotear a la rosa y al jazmín?
Ese pensarnos laguna o manantial
Mariposas ambarinas sobre la tierra
Defendiendo a las mujeres carbonizadas
A las sin nombre A las presas
A Tomasa y Micaela A Juana y María
Nuestro ebrio sexo de orquídea hoy duerme
Nuestros fatigados pies desnudos
Hoy descansan a la orilla del abismo
Nuestras cabezas altivas resisten
Entre el alba dorada y el rocío
Hoy estamos quietas y apacibles
Sobre un barco oscuro
Sobre el mar Negro
Entonando un jazz que se ahoga

Rosina Valcárcel,
Lima



viernes, 26 de septiembre de 2008

ANTIDECÁLOGO DEL ESCRITOR, Jorge Luis Borges

Vale más canción humilde que sinfonía sin fe. J.C.



En literatura es preciso evitar:

1. Las interpretaciones demasiado inconformistas de obras o de personajes famosos. Por ejemplo, describir la misoginia de Don Juan, etc.
2. Las parejas de personajes groseramente disímiles o contradictorios, como por ejemplo Don Quijote y Sancho Panza, Sherlock Holmes y Watson.
3. La costumbre de caracterizar a sus personajes por sus manías, como hace, por ejemplo, Dickens.
4. En el desarrollo de la trama, el recurso a juegos extravagantes con el tiempo o con el espacio, como hacen Faulkner, Borges y Bioy Casares.
5. En las poesías, situaciones o personajes con los que pueda identificarse el lector.
6. Los personajes susceptibles de convertirse en mitos.
7. Las frases, las escenas intencionalmente ligadas a determinado lugar o a determinada época: o sea, el ambiente local.
8. La enumeración caótica.
9. Las metáforas en general, y en particular las metáforas visuales. Más concretamente aún, las metáforas agrícolas, navales o bancarias. Ejemplo absolutamente desaconsejable: Proust.
10. El antropomorfismo.
11. La confección de novelas cuya trama argumental recuerde la de otro libro. Por ejemplo, el Ulises de Joyce y la Odisea de Homero.
12. Escribir libros que parezcan menús, álbumes, itinerarios o conciertos.
13. Todo aquello que pueda ser ilustrado. Todo lo que pueda sugerir la idea de ser convertido en una película.
14. En los ensayos críticos, toda referencia histórica o biográfica. Evitar siempre las alusiones a la personalidad o a la vida privada de los autores estudiados. Sobre todo, evitar el psicoanálisis.
15. Las escenas domésticas en las novelas policíacas; las escenas dramáticas en los diálogos filosóficos. Y, en fin:
16. Evitar la vanidad, la modestia, la pederastia, la ausencia de pederastia, el suicidio.


Jorge Luis Borges,
Argentina

jueves, 25 de septiembre de 2008

CRÍTICA AL “DECÁLOGO DEL PERFECTO CUENTISTA” Silvina Bullrich

Vale más canción humilde que sinfonía sin fe. J.C.




1. “Cree en un maestro -Poe, Maupassant, Kipling, Chéjov- como en Dios mismo”. Cabe preguntarse hasta qué altura de la vida o de la obra supone Quiroga que debemos aceptar influencias extrañas y cuándo tenemos derechos a sentirnos maestros a nuestra vez, aunque sólo sea maestros de nosotros mismos. Ningún artista puede aceptar este consejo sin rebelarse un poco, pues su mayor ambición es volar con sus propias alas. Por otra parte ¿en qué maestro creyó Quiroga? Tengo la impresión de que en varios. Pues si bien sus cuentos misioneros acusan alguna influencia de Kipling o de Poe, en otros, como en “Los Perseguidos”, por ejemplo, vemos asomar a Maupassant, pero no al perfecto cuentista de “Bola de Sebo”, respetuoso del tiempo del lector, resuelto a captarse su simpatía y a despertar su emoción al mismo tiempo que su sorpresa, sino al de sus cuentos menores como “A Caballo”, “La Cama”, “El Loco”, etc.
2. “Cree que tu arte es una cima inaccesible, no sueñes en dominarla. Cuando puedas hacerlo, lo conseguirás sin saberlo tú mismo”. Este segundo mandamiento no se presta a mayores comentarios, pues es una redundancia del primero, aunque menos admisible. Nadie escribiría una línea si no pensara que tiene algo que decir distinto (y sin duda superior) de sus maestros. Toda persona con personalidad se siente singular, cuanto más aquel que tiene vocación creadora. Por fuerte que sea el mandato interior de escribir, creo que todos terminaríamos por dominarlo si no supusiéramos que una página, una frase, puede aportar algo al panorama cultural del mundo, de nuestro país o de nuestra aldea.
3. “Resiste cuanto puedas a la imitación, pero imita si el influjo es demasiado fuerte. Más que ninguna otra cosa, el desarrollo de la personalidad es una larga paciencia”. Temo que este tercer mandamiento contradiga a los demás aunque al mismo tiempo los resume y los justifica. Aceptar la frase de Bufón, con una aligera variante, ya es señalar un rumbo acertado a los jóvenes cuentistas a quienes se dirige.
4. “Ten fe ciega no en tu capacidad para el triunfo, sino en el ardor con que lo deseas. Ama a tu arte como a tu novia, dándole todo tu corazón”. ¿Es acaso el triunfo lo más importante en una obra literaria? ¿No conocemos fracasos más gloriosos que muchos éxitos y no suele el escritor avergonzarse un poco de la popularidad cuando ésta se convierte (resultado inevitable) en un manoseo de su obra? Personalmente me gusta más la estrofa de Almafuerte “Pero yo también creo que la derrota - merece sus laureles y arcos triunfales – cualquier dolor que sea siempre rebota – sobre el alma futura de los mortales”. La vida de Quiroga fue toda entera una derrota y por eso su obra cobró fuerza y perdura.
Y ahora llegamos al quinto mandamiento, el único verdaderamente esencial a mi modo de ver para guiar a un joven cuentista:
5. No empieces a escribir sin saber desde la primera palabra adónde vas. En un cuento bien logrado, las tres primeras líneas tienen casi la importancia de las tres últimas”. El factor sorpresivo del final suele ser el gran acierto de muchos cuentistas, entre los nuestros: Borges o Dalmiro Sáenz. Podríamos decir que los cuentos más perfectos son los que conducen al lector, en medio de una confortable desorientación, hacia el final previsto por el autor. Y he aquí, tal vez, la diferencia fundamental entre la técnica del cuento y la de la novela. El cuento no puede dejar el final librado al azar, por el contrario depende casi totalmente de él. La novela puede permitirse infinitas libertades, la de tener un desenlace equívoco, la de no tener ninguno, o dejarlo al gusto del lector e incluso la de ir tejiendo su final como el destino, ciegamente, al azar de su construcción. No me refiero por supuesto a la novela policial. Pero sigamos con el decálogo del perfecto cuentista.
6. “Si quieres expresar con exactitud esta circunstancia: ‘desde el río soplaba un viento frío’, no hay en lengua humana (en lengua castellana habrá querido decir) más palabras que las apuntadas para expresarlas. Una vez dueño de tus palabras, no te preocupes de observar si son entre sí consonantes o asonantes”. Quizá sea éste el más caprichoso y el más discutible de los mandamientos, pues no se tergiversaría mucho la realidad buscada poniendo “helado” en vez de frío y evitando así una rima que puede no molestar a Quiroga pero sí al lector, y acaso a los críticos. No me parece un exceso de severidad recomendar a los jóvenes que eviten este tipo de consonancias; no olvidemos que el hombre busca por su naturaleza el camino más fácil o que es preferible darle reglas rígidas aunque las tergiverse sin cometer pecados mortales, que darle leyes elásticas que son a la larga las culpables de los estilos desgreñados.
7. “No adjetives sin necesidad. Inútil serán cuantas colas de color adhieras a un sustantivo débil. Si hallas el que es preciso, él sólo tendrá un color incomparable. Pero hay que hallarlo”. El consejo es sano pero no infalible, hay estilos que descansan en gran parte sobre los adjetivos. El adjetivo imprevisto y contradictorio de Borges; el adjetivo casi siempre más fuerte que el sustantivo de la obra Mallea, el adjetivo humilde y exacto de Maupassant y el que ayuda en Poe a la obra de terror. Pues, ¿qué quiere decir exactamente la expresión: sin necesidad? La necesidad de adjetivar es privativa de cada escritor; sería como querer reglamentar la necesidad de usar dos adjetivos en vez de uno o hasta de determinar la necesidad de escribir en sí misma. Por otra parte, los consejos son más fáciles de dar que de seguir. Tomo al azar un cuento de Quiroga, “La Llama”, y leo un párrafo: “Berenice tuvo al día siguiente uno de sus extraños ataques y ante mis serios temores por esa sensibilidad profundamente enfermiza, la madre sacudió la cabeza”. En tres fases hay al menos dos adjetivos suprimibles: hubiéramos comprendido lo mismo, puesto que ya estábamos al tanto, que los ataques eran extraños sin agregar el adjetivo y que los temores eran serios.
8. “Toma a tus personajes de la mano y llévalos firmemente hasta el final, sin ver otra cosa que el camino que les trazaste. No te distraigas viendo tú lo que ellos no pueden o no les importa ver. No abuses del lector. Un cuento es una novela depurada de ripios. Ten esto por una verdad absoluta aunque no lo sea”. Esta última frase sorprende en un escritor tan auténtico como Quiroga y debilita el consejo importante, quizá el más importante del Decálogo. Pues nadie puede discutir que no sea un acierto llevar el personaje y la anécdota firmemente hasta el final. Así el cuento es, en cierto modo más perfecto que la novela, pues no admite licencias. Por supuesto que estas recetas hacen del cuento un oficio más o menos fácil o difícil de aprender y que la misma libertad de la novela (como toda libertad), aumenta sus responsabilidades y obliga a buscar incesantemente un cauce que también incesantemente se pierde. Es más difícil perderse en un largo camino que en un camino corto.
9. “No escribas bajo el imperio de la emoción. Déjala morir y evócala luego. Si eres capaz entonces de revivirla tal cual fue, has llegado en arte a la mitad del camino”. No creo que quepa la discusión alrededor de este noveno mandamiento. Por otra parte es casi inhumano escribir bajo una real y reciente emoción. En esto la novela y el cuento se asemejan. Quizá sólo la poesía, la romántica, no la actual, pueda ser una excepción.
10. “No pienses en tus amigos al escribir, ni en la impresión que hará tu historia. Cuenta como si tu relato no tuviera interés más que para el pequeño ambiente de tus personajes, de los que pudiste haber sido uno. No de otro modo se obtiene la vida en el cuento”. Hoy parece sorprendente que alguien pueda pensar en sus amigos al escribir: el mundo es tan vasto y el escritor tan aislado, sus miras tan lejanas en el tiempo y en el espacio, que no creemos encontrar ninguna valla que nos impida seguir este consejo inseguro. A lo largo de este Decálogo la palabra ingenuo ha acudido varias veces a mi mente y varias veces la he rechazado, pues la obra y la vida de Quiroga nada tienen de candorosas, son recias y brutalmente humanas, como lo es su muerte y lo son las muertes que jalonan su paso por la tierra. Pero hay que resignarse a admitir que un cierto candor se filtra en su Decálogo. Quizá sea imposible querer encerrar al hombre en diez mandamientos sin sentir la imposibilidad (léase ingenuidad) de lograrlo. El hombre, cuentista o no, desborda los límites de las teorías rígidas.
A veces pienso que Quiroga miró demasiado la naturaleza y a fuerza de observar víboras, cocodrilos, invasiones de hormigas, esteros, selvas y tembladerales perdió la noción de grandeza infinita dentro de su infinita pequeñez que es el hombre.
Pero no debemos confundir al Quiroga cuentista con el autor relativamente feliz de este Decálogo donde, pese a mi actitud crítica, encuentro dos o tres consejos indispensables para todo cuentista. Aunque a decir verdad en materia de consejo literario no ha sido superado el de Rainer María Rilke en Carta a un Joven Poeta: “Si puedes vivir sin escribir, no escribas”. No se presta a discusión el hecho de que sólo una necesidad ineludible puede mantener preso a un hombre (empleo esta palabra genéricamente) buscando en sí mismo ideas huidizas que asoman apenas, torpemente, en su cerebro, e imprimirlas sobre un papel, signos de un alfabeto acaso indescifrable para quienes vendrán después de nosotros.