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lunes, 16 de junio de 2008

A MI PADRE LO VEO..., Winston Orrillo



A mi padre lo veo entre el escombro
De tanta y tanta vida cicatera.
Su rostro ya no tiene los arcanos
Que alguna vez mis ojos columbraran.

Todo se está volviendo más sencillo:
Este claro lenguaje de mi origen
Y la risa rosada de mi madre.

Tantas casas y voces y penumbras
¡Y la misma distancia nos abruma!

Nunca pude acercarme a quien me diera
Con sus brazos antiguos el encargo
De vivir estas horas, este día.

¡Qué lejos estuvimos -y apretados-
En la misma morada, padre mío!

Tú en las brasas ariscas de un oficio
Que, fulmíneo, tenaz, te cercenaba;
Y el poeta, imantado, mientras tanto,
Sí, tan lejos del viento que te hería.

Alguna vez, a veces, conversamos:
Ya no recuerdo, padre, en qué dialecto.
¡Nuestras voces, jamás, zarparon junto
Bajo el agrio sistema de los lobos!

Sin embargo, de lejos, yo atisbaba
Que mis pasos, contigo, discurrían.
¡Cuántas veces viví lo que viviste:
Desempeñé tu oficio y tus caídas!

Yo sentía que el viento me llevaba
A tu intacto rincón reconocido.
Esta voz, esta frente, estos agravios,
Eran tuyos, totales, sin ambages.

El espejo del alba y sus barajas
Devolvía a mis ojos tu semblante:
Tus carencias que entonces comprendía
Anudadas a mí, sin duda alguna.

Por todo lo que entonces no dijimos
Hoy comienzo a solfear de esta manera.

Winston Orrillo,
Perú

domingo, 15 de junio de 2008

EN EL DÍA DEL PADRE, Ernesto (Che) Guevara



A mis hijos queridos

Hildita, Aleidita, Camilo, Celia y Ernesto:


Si alguna vez tienen que leer esta carta, será porque yo no esté entre Uds.
Casi no se acordarán de mí y los más chiquitos no recordarán nada. Su padre ha sido un hombre que actúa como piensa y, seguro, ha sido leal a sus convicciones.


Crezcan como buenos revolucionarios. Estudien mucho para poder dominar la técnica que permite dominar la naturaleza. Acuérdense que la revolución es lo importante y que cada uno de nosotros, solo, no vale nada. Sobre todo, sean siempre capaces de sentir en lo más hondo cualquier injusticia cometida contra cualquiera en cualquier parte del mundo. Es la cualidad más linda de un revolucionario.


Hasta siempre hijitos, espero verlos todavía. Un beso grandote y un gran abrazo de


Papá

Ernesto (Che) Guevara,

Argentina

(Texto proporcionado por el camarada Winston Orrillo).




sábado, 14 de junio de 2008

BALADA DE LA ESPERANZA, Jorge Luis Roncal

Déjennos contarles a los niños
Que esta sombra ya se desvanece
Déjennos decirles
Que sus caritas pálidas
Como canciones tristes de invierno
Sus bracitos delgados
Y sus llantos
Van a disiparse con el sol de un nuevo día
Y es que en nuestros campos
La hoguera ya se extiende
Hasta que una fila interminable
De sauces encendidos
Incendie el cielo gris de las ciudades
Estalle en las paredes empolvadas
Hasta que el viento del amor
Arranque de raíz la oscuridad
La mala siembra
Y la ternura florezca en nuestro suelo
Y los enamorados
Se miren sin angustias
Se posean sin apuros
Y la historia
Sean todos los hombres
Construyendo la hermosura colectiva

Jorge Luis Roncal,
Perú



viernes, 13 de junio de 2008

EL PUÑADO DE TERRONES, Julio Nelson



Al segundo canto del gallo el poblado se anima.
Se encienden los fogones y callosas manos
Toman las herramientas heladas del frío del alba.
Balan las ovejas y con los gruñones cerdos
Caminan a los campos, arreados por un pastorcillo
De cinco años o seis (o tal vez de cuatro).
Las pollas se acercan cautelosas al fogón
E insinuantes reclaman el puñado de cebada
(El maíz pertenece a los hombres y a las pollas la cebada
Y serán celestes sus huevos como piedras marinas).
Resoplan los asnos bajo la cegadora luz
Cargados de los costales para la magra cosecha.
Baten el silencio y la luz. De una choza brota un suspiro,
De otra una canción desgarradora (el llanto es aquí cantado:
Un canto a lo irreparable). Y de nuevo el silencio.
Si miras desde una cumbre el poblado, lo ves
Como un montón de piedras o terrones dispuestos al azar
En la falda de la montaña. Y en torno de ti
El viento, el silencio y las ingentes montañas.
Y te preguntas por el sentido de ese puñado de terrones
Que no figura en mapa alguno, el sentido
Del denuedo de los hombres en las exiguas parcelas,
Del llanto tenaz de la morena criatura envuelta en andrajos
Y del cortejo de los jóvenes bajo los árboles.
Un denuedo, un llanto, un suspiro, un cortejo de milenios.
Entretanto y sin que lo notes avanza la mañana.


Julio Nelson,
Perú


jueves, 12 de junio de 2008

CINCO RAZONES PURAS PARA COMPROMETERSE (CON LA HUELGA), Cesáreo Martínez


DONDE SE HABLA DE LA NATURALEZA Y SUS CRIATURAS


Como todos los animales transparentes de la tierra así como las aves
Sensitivas y más famosas, el hombre tiene que comer para vivir.
La vida es la única realidad azul que nos cautiva.
Y la tierra es hermosa, blanca, cuando la vida canta en su aire puro.
Todos los peces rojos y las mariposas nítidas hemos nacido para brillar bajo este cielo.
Y bajo este cielo nos reproducimos dando chillidos:
Nace el jabalí que a flecha suena
Nace el nogal muy contento de sí
Rasca la cucaracha, por qué no?
Y nace el hombre muy alto, sonoro, para pasearse
Después del trabajo,
En las partes más visibles de este mundo.
El hombre es el hombre (aunque sea peruano) se le vea por donde se le mire
Hay fosforescencias de árboles por donde pasa y una música azul mayor
En el día teje para pernoctar en la noche (o viceversa)
Y practica raramente la soledad nocturna
Observado por el mar,
Cuando los animales muy adustos duermen como niños.
En el día teje y así aporta con su aroma y su fuerza.
Quién, que haya tejido una red, un papel o edificio no ha besado sus oficios?
Los animales son sensibles, carnudos, y con la cabeza ladeada saludan al cielo.
Los animales sueñan a escasos palmos del hombre
Sus murmullos son suaves como la lluvia sobre el pasto
Los animales sueñan
Pero no el sueño del hombre que es sueño animal,
Sueño
Que degüella y da vida
El hombre ara soñar necesita recolectar todos los colores de la tierra,
Necesita agua fresca y las estrellas le echan su luz como un bálsamo.
Los hombres trabajan desde que amanece persiguiendo la pepa de la vida
Y para vivir, señores del poder, el hombre tiene que comer.
La vida es la única realidad azul que nos cautiva.
El hombre hijo de las larvas más relucientes,
Salido como un fuego de los mares rojos
No es uno solo
Ni es millones como se ve
El hombre es de dos clases o tres, a lo mucho, según trabaje
O se corte las uñas, a la luz de la luna, mirando
El lomo rosado de este mundo.
Hay el que defiende la vida con su vida, con el pecho de sus manos.
Por éste cantan los ríos resplandeciendo la noche
Y hay el que ha nacido para joder y extiende la sarna sobre todo lo ancho y azul
Repartiendo el miedo, bien encapuchado con su Estado.
A nosotros, señores del poder, nos ampara la confianza de la luz.
Así vive el hombre, en sus días de oro, camino
De la perfección.
Y así, bajo el sol, fueron saliendo estos cedazos de amor llamados curiosamente
Chavín, Viet-Nam, Chile, Arizona o Cotahuasi
Nombres de pueblos que han andado por sus caminos
Alimentándose,
Tomando agua en sus propias manos, a su tiempo.
Y para procurarnos comida en este país, señores del poder,
Hemos convertido la noche
En días interminables, hemos gastado nuestros cuerpos inútilmente
Mas no conseguimos evitar el rencor de nuestros hijos en la mesa vacía.
En esta comarca, señores del poder, hace siglos que la vida es imposible.
Imposible la inocencia del viento y en el mercado danza la pesadilla
Panza la escasez omnipotente y con botas, sencillamente siniestra
Como la boca de una metralleta en mi pecho.


Cesáreo Martínez,
Perú


miércoles, 11 de junio de 2008

LOS JUSTOS, Jorge Luis Borges



Un hombre que cultiva un jardín, como quería Voltaire.

El que agradece que en la tierra haya música.

El que descubre con placer una etimología.

Dos empleados que en un café del Sur juegan un silencioso ajedrez.

El ceramista que premedita un color y una forma.

Un tipógrafo que compone bien esta página, que tal vez no le agrada

Una mujer y un hombre que leen los tercetos finales de cierto canto.

El que acaricia a un animal dormido.

El que justifica o quiere justificar un mal que le han hecho.

El que agradece que en la tierra haya Stevenson.

El que prefiere que los otros tengan razón.

Esas personas, que se ignoran, están salvando el mundo.


Jorge Luis Borges,

Argentina


(Texto proporcionado por Christina Castello).



martes, 10 de junio de 2008

USINA, Raúl González Tuñón


Cualquier tarde.
Yo anduve por sus muelles
Sombríos, largos de fluviales nombres
-Marne, Loire, Oise, Seine-.


Las aguas sucias de petróleo y aceite.


Hablo del riachuelo proletario, abandonado,
A los pies de París
Arrastrándose
Igual que esos pontones de maderas cansadas
Que cargan vino, cemento y cereales
Y por la noche cuidan los perros guardianes.


Esos perros lanudos, atorrantes, tan humanos,
De sordos ladridos y turbias miradas
Que a veces cuelgan en los viejos puentes
Una tristeza dolorosa y extraña.


Boliches para obreros y ladrones
Que al mediodía comen carne de buey y hablan
De cosas importantes.


Mostradores maduros de puñetazos y de canciones
Moscas aplastadas contra los vidrios por los mocosos sin calzones.


Es para esas usinas sordas de oxidados soles,
De gruesas lluvias
-que me ahoga este poema.


Raúl González Tuñón,
Argentina