"Si no vives para servir, no sirves para vivir" es el lema de
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"Yo tenía razón acerca del capitalismo" |
Debo aclarar, en principio, que yo nunca he comprado “El Comercio”. Por dos razones poderosas –entre otras–: porque es el diario más caro de todos, y porque siempre ha sido el mascarón de proa de la ideología de la reacción. Hay quienes dicen que es difusor de cultura; pero no se detienen a ver que el tipo de cultura que difunde es el de la élite de la derecha. Y eso se aprecia de manera más nítida en su sabatino “Somos” (de impecable factura, pero con fractura en su mensaje: plagado de publicidad comercial).
Sólo para comprobarlo, y por no hacer desaire, acepté que un amigo me obsequiara el número de “Somos” correspondiente al día sábado 08-10-11. Y “De entrada” veo la columna del Editor titulada “Indignados”. ¿Qué pasó? –me dije– ¿El Comercio tratando este tema? Y la primera idea que cruzó por mi cabeza fue: lo hacen para tirarse en contra de los indignados. Pero la ojeada rápida que di a las primeras frases me desconcertó: “Los vemos en Wall Street, en Chile, en Madrid. Plazas y calles de distintas ciudades son tomadas por miles de indignados. Cada uno con su propio reclamo a cuestas.”
¡Vaya! –exclamé para mis adentros: “El Comercio está dando cuenta de un fenómeno antisistema…” Aunque valga aclarar que los indignados o sus representantes dicen que no son antisistema: “Nosotros no somos antisistema; el sistema es antinosotros”: bonita idea que dice lo contrario de su práctica; porque no hay “antis” solitarios; siempre hay un “anti” opuesto, y si el sistema es antinosotros, nosotros somos antisistema. Es obvio. ¿O acaso se protesta sólo para que el sistema no sea antinosotros, para ser “nosotros” parte de su iniquidad?
Pero –volviendo a El Comercio– la última frase de su comienzo citado, me volvió a la realidad: ¡cómo que cada uno de los miles de indignados va “con su propio reclamo a cuestas”! No, señores de El Comercio, el movimiento de los indignados no es un reclamo individual (aunque sea suma de individualidades). Es una protesta contra el sistema neoliberal que defienden ustedes, señores de El Comercio. Y les pongo un ejemplo de esto. Mario Ghibellini, uno de sus columnistas –en el mismo número de su “Somos”– atacando a la ministra Aída García Naranjo, la acusa de un “patético afán de desvirtuar la razonable iniciativa opositora de interpelarla, aseverando que al que había que interpelar era en realidad al ‘viejo Estado’ que ‘acumula pobreza, abandono y olvido de los más pobres’.”
Y, sí, esa última frase citada del discurso de la ministra, es el verdadero lema de los indignados (no la frasecita arriba transcrita). Los de El Comercio estaban de acuerdo con la oposición fujimontesinista de censurar a la ministra porque es antisistema; porque este Estado que defiende El Comercio, es subsidiario del sistema mundial que genera no sólo pobreza sino todas sus secuelas de: analfabetismo, drogadicción, delincuencia, corrupción, desigualdad inicua entre las personas, etc.
Pero, luego, todo el artículo del Editor dice sentirse alarmado porque esa manifestación de indignados todavía no se manifiesta en el Perú. Y enumera todas las “razones” que hacen permisible su manifestación acá: “Irresponsables que siguen manejando ebrios y matando gente; choferes de transporte público que han hecho de las calles su selva particular; accidentes en las carreteras del interior del país, donde como si nada mueren 10 personas, incluidos niños; barristas que toman la Javier Prado y la policía encima tiene que escoltarlos; legislaciones y autoridades incapaces de poner freno a todo esto.” ¡Por favor! Esas no son causas para indignarse. Esas son consecuencias del sistema. Y por eso es contra el sistema que se manifiestan los indignados del mundo, que son herederos de los esclavos de la antigüedad, de los siervos de la edad medieval y de los proletarios del siglo XIX, XX y del actual (esclavos y siervos de la modernidad). El sistema neoliberal es el que está comerciando con la salud del planeta, es el que hace comercio con las armas de las guerras de rapiña y genocidas de la actualidad, es el que comercia con el hambre mundial.
Igual que El Comercio comercia con la opinión nacional, a la que busca manipular pretendiendo inocularnos su ideología comercial, de la que, felizmente, nosotros NO SOMOS parte.
1 comentario:
Un artículo impecable, amigo Julio
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