Vale más canción humilde que sinfonía sin fe. J.C.
"Si no vives para servir, no sirves para vivir" es el lema de
http://www.mesterdeobreria.blogspot.com/
Homenaje a David Viñas, que acaba de fallecer en su Buenos Aires querido. Una gran pérdida para las letras de Nuestra América. Argentina está de duelo: me aúno a su pesar.
Julio Carmona
—No me gusta el olor de la goma mojada — fue lo primero que dijo esa mujer.
Moure la miró un rato antes de contestar, pero no como lo había estado observando hasta ese momento, desde que la descubrió en la cola apoyada a medias contra la pared, con un gesto resignado e insolente a la vez. “Levante”, se dijo. “Levante seguro”, y le sonrió:
—No es goma lo que se está quemando.
—Ah, ¿no? —esa mujer lo miraba con desconfianza— ¿Qué es entonces?
—Inmundicias —murmuró Moure con malestar.
—¿Y de quién?
—De todos... de todos los de la cola. Hace dos días que vienen haciendo lo mismo.
Desde atrás, los que estaban en medio de la penumbra que flotaba sobre la calle, los empujaron para que avanzaran: ella se dio vuelta, apenas molesta de que la tocaran o de que le arrugaran el vestido, murmuró Ya va, ya me di cuenta, qué tanto, y avanzó unos pasos ceremoniosamente. Se había apoyado contra la chapa de un hotel y se miraba en el reflejo: era un enorme cuadrado de bronce y Moure advirtió que se palpaba los labios.
—¿Le duelen? —se le acercó.
—No. Estoy despeinada.
Y esa mujer seguía mirándose aunque esa chapa la reflejase deformada, con una boca más ancha y unos ojos estirados.
—Usted no tiene esa boca— señaló Moure.
Ella abrió y cerró la boca varias veces, como si estuviera en un parque de diversiones, con la desconfianza de un chico o de un provinciano:
—Sí, tengo una boca de muñeco —se juzgó con un aire despreciativo.
—No, no...— protestó Moure.
—Pero me gusta tener una boca así.
Unos metros más adelante se fue levantando un murmullo que aumentó la densidad y se prolongó un rato, como un moscardoneo. “No me puede fallar”, se propuso Moure. Una mujer con la cabeza cubierta con una pañoleta se le arrodilló delante, agachada la frente y parecía rezongar con una confusa irritación mientras se frotaba las manos; cuando la fila avanzó de nuevo, la mujer se fue arrastrando sobre las rodillas sin dejar de gangosear eso que decía, sin dejar de frotarse las manos.
—Rezan, ¿no?
—Sí —dijo Moure.
—Ah...—ella se persignó y lo hizo con torpeza, velozmente; parecía alarmada y miró ese cielo bajo como si hubiera escuchado el ruido de un avión y tratara de localizarlo. Pero el cielo estaba negro y no se veía nada. Después se tranquilizó, lo miró a Moure, se sonrió a medias, agradecida de algo y apoyó la cabeza contra la chapa del hotel.
—¿Está cansada? —la sostuvo Moure mientras se repetía “No me falla; no me puede fallar”. Al fin de cuentas, él había ido a la cola para eso.
Pero ella balanceaba la cabeza: eso no quería decir ni que sí ni que no, solamente que no estaba segura.
—¿Quiere irse?
—Cuando me sienta bien cansada.
Moure le oprimió el brazo:
—Pero mire que tenemos para rato.
Ella frunció las cejas:
—¿Lo dice en serio?
—Yo siempre hablo en serio.
—¿Y cuánto dice que falta?
Moure miró hacia delante y calculó dos cuadras, tres, una mancha larga que se estremecía en medio de la penumbra, los de atrás que volvieron a empujar con una pesadez insistente, la mujer de la pañoleta que seguía murmurando algo que no se entendía muy bien, ahí arrodillada, un soldado con una olla humeante que brilló bajo el farol:
—Unas tres horas —dijo.
—¿Tanto?
Moure presintió que a ella no le interesaba mucho
—Y, hay mucha gente —reflexionó.
—A la gente le gusta.
—¿Estar en la cola?
—Sí —dijo ella con desgano. Le gusta esperar algo, cualquier cosa...
La mujer arrodillada por momentos parecía irritarse con lo que rezaba, cabeceaba y fruncía la frente. “Esta noche no puede fallarme”, seguía pensando Moure. Y toda esa fila avanzaba muy lentamente, mucho más despacio que en una procesión. Moure calculó: allá adelante estarían por cruzar un puente, se le habrían roto las ruedas a un carro o el caballo se habría muerto en medio de la calle. Algo así pasaría. “Seguro”. Y había tan poca luz con esos trapos negros que envolvían los faroles y todo era tan borroso.
—¿Me permite? —ella se le apoyó bruscamente en un brazo, se descalzó, primero un pie, después el otro, y se los sobó con unos quejiditos de satisfacción. Pero cuando estaba en eso, volvieron a empujarla para que avanzase y ella repitió Ya está, ya va, no ven lo que estoy haciendo. Me van a pisar, tengo los pies desnudos... La mujer de la pañoleta levantó un momento la cabeza, verificó quién había dicho eso y siguió con su rezo.
—¿Un poco de sopa? —ofreció Moure.
—No —ella todavía estaba con los pies desnudos y pugnaba por mantener el equilibrio y calzarse— Me aburre la sopa.
—¿Ni un poco?
—No.
Moure señaló:
—Pero mire que le están ofreciendo...
Un soldado le había tendido una taza pero tuvo que recogerla, tenía una cara adormecida y se esforzaba por sonreírse: la contempló a esa mujer, intentó sonreírse con más convicción y lo único que logró fue un parpadeo, entonces la miró humildemente pero ella había hundido las manos en los bolsillos y sacudía los hombros:
—Me aburre la sopa —repetía— De chica, me la hacían tragar: de arvejas, de sémola, de verduras... Era un asco.
Moure sacó un cigarrillo y lo golpeó muchas veces antes de encenderlo. “Papa comida”, se felicitó. Estaban muy cerca de uno de esos montones de basura que habían quemado y que soltaban un calor denso, incómodo y un poco tembloroso; algunas personas salían de la fila, se acercaban, la cara y el pecho se les enrojecían y se quedaban un rato frotándose las manos como si estuvieran redondeando algo entre las palmas, un poco de harina o de barro. Después volvían a la fila y les susurraban a los dos que tenían al lado Vayan, vayan; no les dicen nada. Moure la codeó a esa mujer y señaló: otro se despegaba de la fila con una carrerita parecida, casi avergonzado, casi alegre.
—¿Fuma? —preguntó Moure.
Ella miró a los costados, atentamente, después un poco a la mujer que seguía arrodillada y rezongando:
—¿Aquí? ... —y no sacó las manos de los bolsillos.
Moure encendió el cigarrillo y largó unas bocanadas para que ella oliera: eso era bueno, caliente y llenaba la boca y el pecho. “Esto marcha solo”, se alegró. Ella le miraba la mano, sin indiferencia y de vez en cuando le espiaba los labios y la nariz se le hinchaba como si le costara respirar o como si todavía le molestara ese olor que había creído era de goma quemada.
—¿A usted le gustaba? —dijo de pronto.
Moure se sobresaltó para largó una lenta bocanada:
—¿Quién?
—La señora... ¿Quién va a ser sinó?
Moure tomó el cigarrillo entre las dos manos, lo acható y arrancó una hebra con la misma cautela con que se hubiera cortado una cutícula; después levantó la vista y la miró a esa mujer: era joven, tendría unos veinticinco, no mucho más. “Si me la pierdo soy un ...” Pero no se la iba a perder. Los de atrás empujaban, ésos no respetaban nada, no se dio por enterado y siguió mirándola: el cuello, ese pecho tan abierto, el vientre y la deseó bastante. Por fin dijo:
—Era joven...
—¿Usted cree que la podremos ver?
—Y, no sé. Habrá que esperar.
—Dicen que está muy linda.
—¿Sí?
—La embalsamaron. Por eso.
Había quedado un espacio entre ellos dos y la mujer arrodillada.
—Hay que correrse— dijo ella como si tratara de algo inevitable.
—Sí —advirtió Moure— Sí.
Y se quedaron mirando vagamente hacia delante: la mujer de la pañoleta se puso de pie y estuvo un buen rato observándose y tocándose las rodillas, un chico empezó a llorar y una mujer deslizó una mancha blanca sobre su mano y ahí la sostuvo y de nuevo pasaron los soldados, esta vez ofreciendo café, sin saltearse a nadie, desapasionadamente. Ella murmuró algo y Moure le escrutó la cara para ver qué quería. No. Me estaba acordando de algo. Nada más, dijo ella sin sacar las manos de los bolsillos; Moure advirtió que era de piel el sacón que tenía porque lo rozaba contra el dorso de la mano y pensó que le hubiera gustado acariciarlo con los dedos, con el pulgar sobre todo, pero no se animó.
—¿Vio? —era ella que señalaba con el mentón desganadamente.
Moure volvió la cabeza y vio a un hombre que orinaba al borde de la vereda y se sintió irritado, justamente irritado, porque ése podría haber ido a otro lugar o se hubiese aguantado o, en último caso, no se hubiera puesto en la fila, entre tantas mujeres, porque esas cosas siempre pasan y uno debe saber lo que se puede aguantar.
—Está mal, ¿no? —murmuró.
Pero ella se había apoyado contra una vidriera y bostezaba, olvidaba de sus pies y de ese hombre que orinaba, y lo hizo varias veces, porque no fue un solo bostezo prolongado sino una serie de tres o cuatro que la obligaron a fruncir la nariz y a secarse unas lágrimas con la punta del pañuelo.
—¿Tiene sueño?
Ella negó sin dejar de bostezar:
—Hambre tengo.
—¿Quiere...?
—Sí.
Y fue ella quien lo tomó del brazo y la que dijo que subieran a un auto y fueran primero a cualquier lugar. Algo cerca, fue lo único que exigió y no perentoriamente, sino como si recordara algún requisito o alguna ventaja. Se arrinconó a su lado en el auto y contemplaba sin ningún asombro las piernas de los que iban en las plataformas de los tranvías iluminados, a uno que llevaba sandalias, a los que la miraban largamente sin atreverse a sonreírse pero con muchas ganas de hacerlo cada vez que el auto se detenía en cualquier bocacalle. Cuando un marinero se inclinó un poco para verla mejor, ella golpeó con la mano en el vidrio. A ése lo espanté suspiró. Y usaba un perfume de malva, un perfume de vieja o de casa con pisos de madera. ¿Y cuánto querés? y Lo que vos quieras y el auto siguió corriendo. Moure se sintió agradecido, entusiasmado y le pasó el brazo sobre los hombros. Cerca, ¿no?, volvió a preguntar ella y Moure sacudió con la cabeza. Esa cola, la gente que esperaba con tanta indiferencia, amontonados, pasivos, la calle en tinieblas, él había esperado demasiado. Era lento y lo sabía, pero tampoco se podía atropellar. Pero ya estaba. Y solo, esas cosas se hacen solas. Cuanto más se piensa, sale peor. Cuando el coche se detuvo por primera vez y Moure advirtió que el chofer esperaba una nueva orden mirando el espejito, apenas dijo A otra. Pero cerca. Cuando ocurrió la segunda vez, eso de toparse con una puerta cerrada cuando alguien piensa exclusivamente, cálidamente en entrar de una vez y quedar a solas como dos chicos que se esconden dentro de un ropero para que el mundo de los adultos tan ordenado y con tanta gente que mira se desvanezca. Moure se empezó a irritar. No hay lugar —informaba el chofer— ¿Los llevo a otro? Sí, sí. Pronto. Y anduvieron dando vueltas por unas suaves calles arboladas y ella empezó a reírse porque sentía las manos de Moure que le oprimían las piernas, pero no como para acariciarla, como si fuera ella, es decir, una mujer, sino como si su piel fuera un pañuelo o una baranda o la propia ropa de Moure, algo de lo que se aferraba para secarse o para no caerse. Por favor... por favor, repetía Moure y le estrujaba la carne. También estaba la mirada del chofer, que delante de esos portones cerrados soltaba el volante como para dar explicaciones porque él no tenía nada que ver con todo esto. ¿Los llevo a otro? Sí. Pronto... Pero, pronto por favor. Y toparon con otro portón, una gran tabla pintada de gris cerrada con un candado, y la risa de esa mujer aumentó mientras Moure pensaba que lo que a ella le correspondía era quedarse en silencio, tomarlo de la mano y tranquilizarlo o pasarle los dedos por las sienes para que se le desarrugara la frente, pero las mujeres se ponen nerviosas y no sirven para nada y por eso son mujeres. El coche había parado por cuarta vez o sexta y el chofer repetía ese mismo ademán prescindencia.
—¿Todo está cerrado? —gritó Moure.
Los ojos del chofer apenas temblaron en ese espejito y ella se rió con una risa que le dobló la espalda.
—¡No te rías más, mujer! —la sacudió Moure.
Y ella sólo negó con la cabeza, sin hablar pero con más ganas de reírse, apretando los labios y no cubriéndose la boca con una mano.
—¿No se puede ir a otra parte? —Moure se había tomado del respaldo del chofer.
—Y, no se...
—¿Nada hay?
—Más lejos...
—¿Dónde?
—En la provincia.
—¿Seguro?
—No; seguro, no.
—Estaba de Dios que tenía que pasar esto —cabeceó Moure.
—Hay que aguantarse —el chofer permanecía rígido, conciliador— Es por la señora.
—¿Por la muerte de...? —necesitó Moure que lo precisaran.
—Sí, sí.
—¡Es demasiado por la yegua ésa!
Entonces bruscamente, esa mujer dejó de reírse y empezó a decir que no, con un gesto arisco, no, no, y a buscar la manija de la puerta.
—Ah, no... Eso sí que no. —murmuraba hasta que encontró la manija y abrió la puerta— Eso sí que no se lo permito... —Y se bajó.
viernes, 11 de marzo de 2011
martes, 8 de marzo de 2011
José Rouillón: En el Día Internacional de la Mujer
Vale más canción humilde que sinfonía sin fe. J.C.
"Si no vives para servir, no sirves para vivir" es el lema de
http://www.mesterdeobreria.blogspot.com/
En el Día Internacional de la Mujer.
Nuestro saludo a las mujeres.
Mujeres niñas,
mujeres adolescentes,
mujeres grandes,
mujeres chicas,
mujeres feas
mujeres lindas
mujeres más o menos
mujeres regañonas,
mujeres duras,
mujeres autoritarias,
mujeres habladoras,
mujeres con carácter,
mujeres dialogantes,
mujeres dulces,
mujeres tiernas,
mujeres acogedoras,
mujeres reflexivas,
mujeres críticas,
mujeres sonrientes,
mujeres pobres,
mujeres burguesas,
mujeres trabajadoras,
mujeres luchadoras,
mujeres combatientes,
mujeres madres,
mujeres esposas,
mujeres solteras,
mujeres religiosas,
mujeres ateas,
mujeres políticas.
mujeres sindicalistas.
mujeres artistas,
mujeres poetas,
mujeres cantantes,
mujeres compositoras,
mujeres deportistas.
mujeres maestras,
mujeres amas de casa,
mujeres educadoras,
mujeres intelectuales,
mujeres amantes,
mujeres ardientes,
mujeres soñadoras,
mujeres que nunca se cansan,
mujeres de acción,
mujeres revolucionarias,
mujeres militantes,
mujeres transformadoras.
¿falta alguna? ...¿un solo tipo de mujer? ¿mixturas? ... tú, por favor, lo completas!
A todas las mujeres que aman, siempre mujeres, -sin exclusiones- que quieren y trabajan por un mundo mejor, para que sea justo, fraterno y amoroso.
Nuestro respeto, saludo y homenaje.
José Rouillón
Foro-Red Paulo Freire-Perú.
"Si no vives para servir, no sirves para vivir" es el lema de
http://www.mesterdeobreria.blogspot.com/
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Rosa Luxemburgo, comunista alemana, gran luchadora por los derechos de la mujer y de la clase trabajadora. |
En el Día Internacional de la Mujer.
Nuestro saludo a las mujeres.
Mujeres niñas,
mujeres adolescentes,
mujeres grandes,
mujeres chicas,
mujeres feas
mujeres lindas
mujeres más o menos
mujeres regañonas,
mujeres duras,
mujeres autoritarias,
mujeres habladoras,
mujeres con carácter,
mujeres dialogantes,
mujeres dulces,
mujeres tiernas,
mujeres acogedoras,
mujeres reflexivas,
mujeres críticas,
mujeres sonrientes,
mujeres pobres,
mujeres burguesas,
mujeres trabajadoras,
mujeres luchadoras,
mujeres combatientes,
mujeres madres,
mujeres esposas,
mujeres solteras,
mujeres religiosas,
mujeres ateas,
mujeres políticas.
mujeres sindicalistas.
mujeres artistas,
mujeres poetas,
mujeres cantantes,
mujeres compositoras,
mujeres deportistas.
mujeres maestras,
mujeres amas de casa,
mujeres educadoras,
mujeres intelectuales,
mujeres amantes,
mujeres ardientes,
mujeres soñadoras,
mujeres que nunca se cansan,
mujeres de acción,
mujeres revolucionarias,
mujeres militantes,
mujeres transformadoras.
¿falta alguna? ...¿un solo tipo de mujer? ¿mixturas? ... tú, por favor, lo completas!
A todas las mujeres que aman, siempre mujeres, -sin exclusiones- que quieren y trabajan por un mundo mejor, para que sea justo, fraterno y amoroso.
Nuestro respeto, saludo y homenaje.
José Rouillón
Foro-Red Paulo Freire-Perú.
domingo, 6 de marzo de 2011
Roberto Carrasquero: “Vargas Llosa... y la mediocridad de los ‘exquisitos’”
Vale más canción humilde que sinfonía sin fe. J.C.
"Si no vives para servir, no sirves para vivir" es el lema de
http://www.mesterdeobreria.blogspot.com/
El capitalismo es el capitalismo aunque alquile intelectuales para hermosearse
La burguesía intelectual, cuando se asusta, se vuelve nazi-fascista. Una vez más, ellos anuncian su desesperación organizando ofensivas nazi-fascistas culteranas. Se dicen "demócratas" y agitan sus banderas conspirativas para fundamentar, con eufemismos a granel, los golpes de estado que sus jefes les encargan. Los apoya la oligarquía mediática, la santa iglesia, los usureros bancarios, los industriales depredadores y no pocos terratenientes traficantes de armas.
La ilustración neoliberal quiere dar cátedra de canalladas golpistas. Presentan libros, dictan conferencias, asesoran a delincuentes, cobran dividendos y se aplauden entre ellos. Son la mano armada, con sofismas y demagogia, encargada de maquillar las monstruosidades del capitalismo. Cobran con su mano "fina" las canonjías cultas y las propinas de vanidad mediática que su patrón les maicea. Y después... se premian entre sí, se citan mutuamente en sus tratados y se erigen monumentos de jactancias sin pudor. Vividores culteranos incubados en la ignorancia de los jefes que pagan para esconder su idiotez. (La de todos ellos).
¿Tiene sentido seguir denunciándolos? ¿Hay alguien que no sepa el calibre obsceno de los lebreles intelectuales cultivados para la lisonja docta? ¿Hay alguien que se trague sus cuentos? Si. Ellos mismos y sus congéneres. Y por eso los denunciamos. No por intelectuales, no por ser de derecha, no por reaccionarios, no por sus limitaciones ideológicas. No sólo, por eso, pues. Si especialmente por su mansedumbre mercantil ante los criminales que saquean, explotan y asesinan a los trabajadores que de verdad trabajan y producen la riqueza. Si por su complicidad sabihonda y cínica, su coautoría demagógica con represores, golpistas y saqueadores. Si los denunciamos por su impudicia y sus petulancias letradas, puestas al servicio de poderes que financian ideólogos para hundir a los pueblos en la ignorancia, la hambruna y la tristeza. Los denunciamos por serviles, por asociación criminal y por desvergüenza... entre otras monerías burguesas. Los denunciamos, se reúnan donde se reúnan.
La batalla de las ideas, la guerra simbólica y la lucha contra la alienación
Al otro lado de ese reino de estulticia "culta", en oposición y en combate histórico, la clase trabajadora sabe, bien que sabe, de qué serán capaces los lacayos con grados -y posgrados- fanfarrones y lambiscones en simultáneo. Sabe esa clase que sabe mucho, que se debe estar atento, en guardia teórica y metodológica, atentos a la cantidad y a la calidad de las agresiones burguesas, con un ojo al gato y otro al garabato. Sabe que esto es una guerra, incluso de "cuarta generación", en la que no hay punto de reposo ni en la lucha emancipadora de la conciencia ni en la tarea de construir lenguajes y herramientas filosóficas nuevas. Es decir socialistas. No hay descanso ni en la sintaxis ni en la síntesis, ni en la escuela ni en la cama, ni en la panza ni en el espíritu.
Ese saber de la clase trabajadora ya deja sentir sus resultado s más fortalecedores, por ejemplo: ya se sabe que, por cultos que se presuman los lacayos intelectuales del dinero, su payasada conceptual tiene por finalidad aplicar golpizas intelectuales (y no sólo) al quien se atreva a razonar la explotación y oponerse a ella. Ya se sabe que la servidumbre de los académicos -que se bajan los pantalones frente al jefe- tiene por meta sacrosanta la supresión de la libertad intelectual para los pueblos y la eternización del capitalismo trasvertido de "humanista", de "culto", de "científico", de "culto". Ya se sabe que en su infinita lambisconería los intelectuales burgueses harán hasta lo imposible por ganarse palmaditas del patrón en sus cabezas "geniales". Son mercenarios que ofertan charlatanería útil para secuestrar conceptos como "democracia", "libertad", "justicia"... cómo les encantan estos términos... cómo gozan tergiversándolos, cómo se esmeran en arrebatárselos a la historia, a la lucha de clases y a los triunfos de los pueblos para ofrecerlos, en la bandeja de plata de su estupidez, a sus amos.
Hoy está clara la nausea generalizada que provocan los discursos y las alianzas delincuenciales de los sabihondos mercantilizados. Su distancia galáctica de las bases sociales, su patanería academicista, su verborrea snob y su "buen vivir" parasitario, son sellos de clase indelebles en una lucha revolucionaria hacia el socialismo que ya identifica con claridad la clase de metralla que soltarán en cada sitio donde se encuentran.
Es fácil rastrear los orígenes y peripecias que cada uno de estos señoritos y señorones de la servidumbre intelectual ha debido cumplir para hacerse "notables" entre la inmundicia burguesa. Unos herederos directos, otros trepadores burócratas, algunos mezcla de todo... ninguno luchador social entre las bases, ninguno trabajador de la cultura en combate por la emancipación de la conciencia, de la panza, del estado del ánimo... ninguno crítico verdadero de la monstruosidad capitalista y neoliberal, ninguno, en fin, vinculado con las luchas justas de los pueblos. Todo lo contrario. De cada uno en la lista de los intelectuales serviles es posible cuantificar repertorios nutridos de canalladas, traiciones, componendas negociados para calumniar, perseguir, reprimir y criminalizar toda lucha social, toda fuerza liberadora, todo proyecto de sociedad sin amos y sin esclavo.
Hay que ver el calibre inmundo de las estupideces que "teorizan". El jefe de Krause, Octavio Paz, santón de todos los payasos intelectuales neoliberales, sólo como ejemplo, rezaba a los cuatro vientos, sin pudor alguno, arrodillado ante su dios Salinas de Gortari, artífice también del TLC: " El mercado libre es el sistema mejor -tal vez el único- para asegurar el desarrollo económico de las sociedades y el bienestar de las mayorías. Así como las libertades políticas, en regímenes democráticos, implican el respeto a los derechos de las minorías y de los individuos, el libre juego de las fuerzas económicas –liberado de la voluntad arbitraria del Estado tanto como de los monopolios privados- de be estar regido por la ley y por la sociedad misma, es decir, por los productores, los intermediarios y los consumidores. El mercado no puede ser un simple y ciego mecanismo sino que es el resultado de un acuerdo colectivo... " [1] Palabras de Octavio Paz pronunciadas en: "El siglo XX: La experiencia de la libertad". [2]
Hoy, semejante idiotez probó, además de su condición de ideología rastrera, cuál sería el rumbo, el desempeño y las tareas de todos los discípulos y los discipulitos que hoy andan, por todo el mundo, exhibiendo sus mansedumbres y sus canalladas al servicio de golpes de estado nuevos... en todos los sentidos. Aquí estaremos para denunciarlos e impedírselos, al lado de los pueblos dignos, como en Venezuela, como en Cuba, como en Bolivia, como en Ecuador... como en cualquier lugar donde florece el socialismo desde abajo.
[1] Paráfrasis homenaje a Adolfo Sánchez Vázquez
[2] Octavio Buenabad: www.letraslibres.com/pdf.php?id=3009 y http://arbol-adentro.blogspot.com/2009/04/el-siglo-xx-la-experiencia-de-la.html
"Si no vives para servir, no sirves para vivir" es el lema de
http://www.mesterdeobreria.blogspot.com/
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Con sus dientes de conejo y con su mirada hirsuta quiso darla de vencejo y es sólo un hijo de fruta. |
El capitalismo es el capitalismo aunque alquile intelectuales para hermosearse
La burguesía intelectual, cuando se asusta, se vuelve nazi-fascista. Una vez más, ellos anuncian su desesperación organizando ofensivas nazi-fascistas culteranas. Se dicen "demócratas" y agitan sus banderas conspirativas para fundamentar, con eufemismos a granel, los golpes de estado que sus jefes les encargan. Los apoya la oligarquía mediática, la santa iglesia, los usureros bancarios, los industriales depredadores y no pocos terratenientes traficantes de armas.
La ilustración neoliberal quiere dar cátedra de canalladas golpistas. Presentan libros, dictan conferencias, asesoran a delincuentes, cobran dividendos y se aplauden entre ellos. Son la mano armada, con sofismas y demagogia, encargada de maquillar las monstruosidades del capitalismo. Cobran con su mano "fina" las canonjías cultas y las propinas de vanidad mediática que su patrón les maicea. Y después... se premian entre sí, se citan mutuamente en sus tratados y se erigen monumentos de jactancias sin pudor. Vividores culteranos incubados en la ignorancia de los jefes que pagan para esconder su idiotez. (La de todos ellos).
¿Tiene sentido seguir denunciándolos? ¿Hay alguien que no sepa el calibre obsceno de los lebreles intelectuales cultivados para la lisonja docta? ¿Hay alguien que se trague sus cuentos? Si. Ellos mismos y sus congéneres. Y por eso los denunciamos. No por intelectuales, no por ser de derecha, no por reaccionarios, no por sus limitaciones ideológicas. No sólo, por eso, pues. Si especialmente por su mansedumbre mercantil ante los criminales que saquean, explotan y asesinan a los trabajadores que de verdad trabajan y producen la riqueza. Si por su complicidad sabihonda y cínica, su coautoría demagógica con represores, golpistas y saqueadores. Si los denunciamos por su impudicia y sus petulancias letradas, puestas al servicio de poderes que financian ideólogos para hundir a los pueblos en la ignorancia, la hambruna y la tristeza. Los denunciamos por serviles, por asociación criminal y por desvergüenza... entre otras monerías burguesas. Los denunciamos, se reúnan donde se reúnan.
La batalla de las ideas, la guerra simbólica y la lucha contra la alienación
Al otro lado de ese reino de estulticia "culta", en oposición y en combate histórico, la clase trabajadora sabe, bien que sabe, de qué serán capaces los lacayos con grados -y posgrados- fanfarrones y lambiscones en simultáneo. Sabe esa clase que sabe mucho, que se debe estar atento, en guardia teórica y metodológica, atentos a la cantidad y a la calidad de las agresiones burguesas, con un ojo al gato y otro al garabato. Sabe que esto es una guerra, incluso de "cuarta generación", en la que no hay punto de reposo ni en la lucha emancipadora de la conciencia ni en la tarea de construir lenguajes y herramientas filosóficas nuevas. Es decir socialistas. No hay descanso ni en la sintaxis ni en la síntesis, ni en la escuela ni en la cama, ni en la panza ni en el espíritu.
Ese saber de la clase trabajadora ya deja sentir sus resultado s más fortalecedores, por ejemplo: ya se sabe que, por cultos que se presuman los lacayos intelectuales del dinero, su payasada conceptual tiene por finalidad aplicar golpizas intelectuales (y no sólo) al quien se atreva a razonar la explotación y oponerse a ella. Ya se sabe que la servidumbre de los académicos -que se bajan los pantalones frente al jefe- tiene por meta sacrosanta la supresión de la libertad intelectual para los pueblos y la eternización del capitalismo trasvertido de "humanista", de "culto", de "científico", de "culto". Ya se sabe que en su infinita lambisconería los intelectuales burgueses harán hasta lo imposible por ganarse palmaditas del patrón en sus cabezas "geniales". Son mercenarios que ofertan charlatanería útil para secuestrar conceptos como "democracia", "libertad", "justicia"... cómo les encantan estos términos... cómo gozan tergiversándolos, cómo se esmeran en arrebatárselos a la historia, a la lucha de clases y a los triunfos de los pueblos para ofrecerlos, en la bandeja de plata de su estupidez, a sus amos.
Hoy está clara la nausea generalizada que provocan los discursos y las alianzas delincuenciales de los sabihondos mercantilizados. Su distancia galáctica de las bases sociales, su patanería academicista, su verborrea snob y su "buen vivir" parasitario, son sellos de clase indelebles en una lucha revolucionaria hacia el socialismo que ya identifica con claridad la clase de metralla que soltarán en cada sitio donde se encuentran.
Es fácil rastrear los orígenes y peripecias que cada uno de estos señoritos y señorones de la servidumbre intelectual ha debido cumplir para hacerse "notables" entre la inmundicia burguesa. Unos herederos directos, otros trepadores burócratas, algunos mezcla de todo... ninguno luchador social entre las bases, ninguno trabajador de la cultura en combate por la emancipación de la conciencia, de la panza, del estado del ánimo... ninguno crítico verdadero de la monstruosidad capitalista y neoliberal, ninguno, en fin, vinculado con las luchas justas de los pueblos. Todo lo contrario. De cada uno en la lista de los intelectuales serviles es posible cuantificar repertorios nutridos de canalladas, traiciones, componendas negociados para calumniar, perseguir, reprimir y criminalizar toda lucha social, toda fuerza liberadora, todo proyecto de sociedad sin amos y sin esclavo.
Hay que ver el calibre inmundo de las estupideces que "teorizan". El jefe de Krause, Octavio Paz, santón de todos los payasos intelectuales neoliberales, sólo como ejemplo, rezaba a los cuatro vientos, sin pudor alguno, arrodillado ante su dios Salinas de Gortari, artífice también del TLC: " El mercado libre es el sistema mejor -tal vez el único- para asegurar el desarrollo económico de las sociedades y el bienestar de las mayorías. Así como las libertades políticas, en regímenes democráticos, implican el respeto a los derechos de las minorías y de los individuos, el libre juego de las fuerzas económicas –liberado de la voluntad arbitraria del Estado tanto como de los monopolios privados- de be estar regido por la ley y por la sociedad misma, es decir, por los productores, los intermediarios y los consumidores. El mercado no puede ser un simple y ciego mecanismo sino que es el resultado de un acuerdo colectivo... " [1] Palabras de Octavio Paz pronunciadas en: "El siglo XX: La experiencia de la libertad". [2]
Hoy, semejante idiotez probó, además de su condición de ideología rastrera, cuál sería el rumbo, el desempeño y las tareas de todos los discípulos y los discipulitos que hoy andan, por todo el mundo, exhibiendo sus mansedumbres y sus canalladas al servicio de golpes de estado nuevos... en todos los sentidos. Aquí estaremos para denunciarlos e impedírselos, al lado de los pueblos dignos, como en Venezuela, como en Cuba, como en Bolivia, como en Ecuador... como en cualquier lugar donde florece el socialismo desde abajo.
[1] Paráfrasis homenaje a Adolfo Sánchez Vázquez
[2] Octavio Buenabad: www.letraslibres.com/pdf.php?id=3009 y http://arbol-adentro.blogspot.com/2009/04/el-siglo-xx-la-experiencia-de-la.html
viernes, 4 de marzo de 2011
Juan Goytisolo: "Lo que no es noticia"
Vale más canción humilde que sinfonía sin fe. J.C.
"Si no vives para servir, no sirves para vivir" es el lema de
http://www.mesterdeobreria.blogspot.com/
Como sentaron los teóricos de las ciencias de la información, el contenido de una noticia varía en función de su probabilidad. Cuanto más improbable sea, mayor será aquél. Una pandemia que ocasione miles de muertos en África o que un jefe militar dé un golpe de Estado e instaure una dinastía tribal apenas es noticia. Lo sería en cambio si aquella acaeciera en la Unión Europea o alguno de sus presidentes decidiera perpetuar su mandato y nombrara heredero a su hijo. Ello causaría sorpresa y se convertiría en un notición.
Como es cotidiano, ya no se informa de las tropelías que sufren los palestinos en su propia tierra
Digo esto a propósito de lo que sucede en los territorios ocupados de Palestina desde hace décadas, y desgranaré unos cuantos ejemplos que, por previsibles, merecen apenas la atención de la prensa. Leemos un día, en un pequeño recuadro, que unos colonos extremistas israelíes incendiaron la mezquita de Beit Fajjar, una aldea situada al sur de Belén, y nos enteramos de paso de que es el cuarto ataque organizado por aquellos contra templos musulmanes en los últimos nueve meses: el contenido informativo de dichos actos vandálicos es escaso y no acapara por tanto los portales de los medios.
Si los palestinos de Hamás o de la Yihad Islámica prendieran fuego a cuatro sinagogas, los principales periódicos europeos y norteamericanos expondrían por el contrario, con todo lujo de detalles, el salvajismo de tales actos y sus editorialistas se rasgarían las vestiduras con justa indignación.
El que unos colonos ultras armados con kalashnikovs irrumpan en los campos vecinos de su asentamiento ilegal y corten a hachazos los olivos centenarios de quienes tienen la mala suerte de vivir en la tierra de sus ancestros no es noticia: ocurre muy a menudo en la Cisjordania ocupada.
Tampoco son noticia el que una familia palestina sea desalojada a la fuerza de su vivienda en Jerusalén Este conforme al inexorable proceso de israelización de la ciudad, ni la imparable construcción del Muro que aísla a las ciudades y aldeas cisjordanas e impone a sus habitantes unas condiciones de vida más crueles que las existentes en Sudáfrica en tiempos del apartheid, etcétera.
En cuanto a la situación reinante en el gueto misérrimo de Gaza, en donde se hacinan un millón y medio de palestinos sitiados por tierra, mar y aire, dicho atropello es considerado ya por algunos como un hecho natural del que son responsables los propios asediados por haber votado a Hamás.
El sufrimiento y la humillación cotidianos de los palestinos han dejado de ser noticia. Solo los episodios de violencia y ataques brutales, como la operación Plomo Fundido de diciembre 2008 en la que se machacó la Franja con bombas aéreas, obuses y fósforo blanco o el asalto a la flotilla humanitaria turca remueven a una opinión mundial aletargada por la reiteración de una violencia que es pan de todos los días.
La ceguera ideológica y religiosa de los ultras que dictan la política de Tel Aviv es solo comparable a la de quienes pretenden borrar del mapa al Estado judío. Ahmadineyad y Lieberman -con su luminosa idea de "realojar" a los palestinos en Jordania- se complementan y fortalecen recíprocamente con su funesta retórica. Únicamente quienes conservan un poco de lucidez y sentido de la justicia (no digo sentido común porque es muy poco común en los tiempos que corren) pueden abrir el camino que conduzca a la existencia de dos Estados con las fronteras internacionalmente reconocidas de antes de la Guerra de los Seis Días.
Desdichadamente, la escasa implicación de la Unión (o Desunión) Europea y la patética incapacidad de la Liga Árabe (un verdadero chiste) no ayudan a cimentar un acuerdo durable y equitativo. El "mensaje de las excavadoras" del que se lamentaba hace años Jeff Halper y el victimismo en el que se amparan los defensores del Gran Israel (el del Mediterráneo al Jordán, pues hay quien lo extiende hasta el Éufrates) son los peores enemigos de la paz a la que aspiran muchos israelíes y la mayoría de los palestinos. Para ello habrá que enterrar el lenguaje del viceministro de Defensa de Tel Aviv Matan Vilnaí, cuando hablaba de causar un holocausto a los palestinos si no cesaba el infructuoso lanzamiento de cohetes a Siderot y escuchar las palabras de alguien tan poco sospechoso de antisemitismo como el gran antropólogo recientemente fallecido, Claude Lévi-Strauss: "No puedo sentir como una herida abierta en el flanco la disgregación de los Pieles Rojas y reaccionar a la inversa cuando se trata de árabes palestinos".
No esperemos a que la mediatización por la prensa de sucesos como el de la embestida del automóvil de un mecenas de la remodelación urbanística de Jerusalén Este a los chiquillos que la apedreaban al pie de la muralla antigua de la ciudad nos recuerde las dimensiones de la tragedia vivida por un pueblo que nada tuvo que ver con la monstruosidad infinita del Holocausto. Debemos permanecer atentos al día a día de lo que acaece y que por ello mismo no es noticia.
"Si no vives para servir, no sirves para vivir" es el lema de
http://www.mesterdeobreria.blogspot.com/
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Si apuntaran hacia USA otro sería el cantar ¿sólo el que odia y abusa tiene derecho a opinar? |
Como sentaron los teóricos de las ciencias de la información, el contenido de una noticia varía en función de su probabilidad. Cuanto más improbable sea, mayor será aquél. Una pandemia que ocasione miles de muertos en África o que un jefe militar dé un golpe de Estado e instaure una dinastía tribal apenas es noticia. Lo sería en cambio si aquella acaeciera en la Unión Europea o alguno de sus presidentes decidiera perpetuar su mandato y nombrara heredero a su hijo. Ello causaría sorpresa y se convertiría en un notición.
Como es cotidiano, ya no se informa de las tropelías que sufren los palestinos en su propia tierra
Digo esto a propósito de lo que sucede en los territorios ocupados de Palestina desde hace décadas, y desgranaré unos cuantos ejemplos que, por previsibles, merecen apenas la atención de la prensa. Leemos un día, en un pequeño recuadro, que unos colonos extremistas israelíes incendiaron la mezquita de Beit Fajjar, una aldea situada al sur de Belén, y nos enteramos de paso de que es el cuarto ataque organizado por aquellos contra templos musulmanes en los últimos nueve meses: el contenido informativo de dichos actos vandálicos es escaso y no acapara por tanto los portales de los medios.
Si los palestinos de Hamás o de la Yihad Islámica prendieran fuego a cuatro sinagogas, los principales periódicos europeos y norteamericanos expondrían por el contrario, con todo lujo de detalles, el salvajismo de tales actos y sus editorialistas se rasgarían las vestiduras con justa indignación.
El que unos colonos ultras armados con kalashnikovs irrumpan en los campos vecinos de su asentamiento ilegal y corten a hachazos los olivos centenarios de quienes tienen la mala suerte de vivir en la tierra de sus ancestros no es noticia: ocurre muy a menudo en la Cisjordania ocupada.
Tampoco son noticia el que una familia palestina sea desalojada a la fuerza de su vivienda en Jerusalén Este conforme al inexorable proceso de israelización de la ciudad, ni la imparable construcción del Muro que aísla a las ciudades y aldeas cisjordanas e impone a sus habitantes unas condiciones de vida más crueles que las existentes en Sudáfrica en tiempos del apartheid, etcétera.
En cuanto a la situación reinante en el gueto misérrimo de Gaza, en donde se hacinan un millón y medio de palestinos sitiados por tierra, mar y aire, dicho atropello es considerado ya por algunos como un hecho natural del que son responsables los propios asediados por haber votado a Hamás.
El sufrimiento y la humillación cotidianos de los palestinos han dejado de ser noticia. Solo los episodios de violencia y ataques brutales, como la operación Plomo Fundido de diciembre 2008 en la que se machacó la Franja con bombas aéreas, obuses y fósforo blanco o el asalto a la flotilla humanitaria turca remueven a una opinión mundial aletargada por la reiteración de una violencia que es pan de todos los días.
La ceguera ideológica y religiosa de los ultras que dictan la política de Tel Aviv es solo comparable a la de quienes pretenden borrar del mapa al Estado judío. Ahmadineyad y Lieberman -con su luminosa idea de "realojar" a los palestinos en Jordania- se complementan y fortalecen recíprocamente con su funesta retórica. Únicamente quienes conservan un poco de lucidez y sentido de la justicia (no digo sentido común porque es muy poco común en los tiempos que corren) pueden abrir el camino que conduzca a la existencia de dos Estados con las fronteras internacionalmente reconocidas de antes de la Guerra de los Seis Días.
Desdichadamente, la escasa implicación de la Unión (o Desunión) Europea y la patética incapacidad de la Liga Árabe (un verdadero chiste) no ayudan a cimentar un acuerdo durable y equitativo. El "mensaje de las excavadoras" del que se lamentaba hace años Jeff Halper y el victimismo en el que se amparan los defensores del Gran Israel (el del Mediterráneo al Jordán, pues hay quien lo extiende hasta el Éufrates) son los peores enemigos de la paz a la que aspiran muchos israelíes y la mayoría de los palestinos. Para ello habrá que enterrar el lenguaje del viceministro de Defensa de Tel Aviv Matan Vilnaí, cuando hablaba de causar un holocausto a los palestinos si no cesaba el infructuoso lanzamiento de cohetes a Siderot y escuchar las palabras de alguien tan poco sospechoso de antisemitismo como el gran antropólogo recientemente fallecido, Claude Lévi-Strauss: "No puedo sentir como una herida abierta en el flanco la disgregación de los Pieles Rojas y reaccionar a la inversa cuando se trata de árabes palestinos".
No esperemos a que la mediatización por la prensa de sucesos como el de la embestida del automóvil de un mecenas de la remodelación urbanística de Jerusalén Este a los chiquillos que la apedreaban al pie de la muralla antigua de la ciudad nos recuerde las dimensiones de la tragedia vivida por un pueblo que nada tuvo que ver con la monstruosidad infinita del Holocausto. Debemos permanecer atentos al día a día de lo que acaece y que por ello mismo no es noticia.
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Prosa: Goytisolo
viernes, 25 de febrero de 2011
Joao Guimaray: Familia desmemoriada
Vale más canción humilde que sinfonía sin fe. J.C.
"Si no vives para servir, no sirves para vivir" es el lema de
http://www.mesterdeobreria.blogspot.com/
25-2-2011
Casi harapiento y con estómago vacío, llegó desde el otro lado del mundo a la casa de una numerosa familia. Dijo que tenía hambre y sed. Le dieron de comer y beber. Dijo que quería trabajar y estudiar. Le dieron trabajo y educación. Dijo que era honrado y trabajador. Entonces, le entregaron todas las llaves de la casa. Él les miró sólo de reojo. Y, mostrándoles su asimétrica y extraña sonrisa, se dispuso a recorrer por los patios, pasillos, escaleras, habitaciones, depósitos, sótanos, azoteas y jardines.
Lo primero que hizo, fue pintar, decorar y amoblar el salón de fiestas. Casi toda la familia le aplaudió. En el momento en que lo estrenaban entre música y tragos, él incendió la pequeña biblioteca. Libros, revistas y valiosos archivos se redujeron a ceniza. La mayoría de la familia calló. Prefirió ignorar que ya no tenía biblioteca. Apenas se escuchó protestar algunas voces, pero nadie hizo caso.
Más tarde, pintó los pasillos, enceró las escaleras, limpió los balcones. Y cuando la alborozada familia loaba, alababa y endiosaba, él abusó de la inocencia de las doncellas y envenenó el aire que respiraban los niños. Otra vez, alguien advirtió. Otro protestó. Pero los demás prefirieron callar. Decían que él estaba ordenando la casa.
Luego, pintó la fachada, arregló los retretes y lustró los pisos. Los miembros de la familia, no sabían cómo agradecerle. Le crearon canciones, le escribieron loas de alabanza, le entonaron himnos de gratitud. Escuchó que coreaban su nombre por todas partes. Y él, inmensamente feliz: fornicaba con las casadas, mataba a los padres, perseguía los esposos, torturaba a los hijos y desaparecía a los nietos.
Mientras una parte de la familia no cesaba de endiosarle, él vendía las joyas de la abuela, remataba los cuadros del abuelo, violentaba todas las purezas, deformaba todos los códigos, alteraba el aroma de la lógica, contaminaba la fragancia de la estética. Se apoderaba de todo cuanto había de valor en casa. La familia que lo había consentido, creía que él ya era parte de ella, aunque él, jamás había olvidado su procedencia y nunca se había desligado de sus raíces. Ni siquiera a la casa que la cobijaba, ni a la familia que le había dado todo, las sentía como suya.
Todo le habían confiado a él, pero él había ocultado todo. Ni siquiera el nombre con el que se hacía llamar, había sido su nombre. Ni la sonrisa que mostraba, había sido original. Tampoco la mujer a la que decía amar, había sido verdad.
Un día descubrieron en el jardín, fosas llenas de cadáveres. Madres, esposas e hijas reconocieron restos de sus seres queridos. Entonces, ante la presión de la parte decente de la familia, alegó su inocencia chillando como un mamífero euterio, pero al final, incluso confesó que su verdadero nombre había sido Kenya.
A pesar de todo, algunos miembros de la numerosa familia seguían creyéndole. Vivaban su nombre, clamaban su inocencia, recordaban que él había puesto orden en la casa. Le agradecían por haber arreglado el retrete y pintado la fachada, pero no recordaban ninguna de sus fechorías. En sus mentes no estaban registradas las conmovedoras imágenes de las víctimas ni el doloroso llanto de los deudos. Había sido una familia desmemoriada, casi nesciente y sin amor propio. Había sido la familia establecida en la parte centro occidental del gran pueblo sudamericano. Había sido, la familia peruana, él los había llamado, simplemente, ‘perguanos’.
janoguimaray@hotmail.com
"Si no vives para servir, no sirves para vivir" es el lema de
http://www.mesterdeobreria.blogspot.com/
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Keikojudas debería llamarse esta señorona que a todos traicionaría pues sigue siendo nipona. |
25-2-2011
Casi harapiento y con estómago vacío, llegó desde el otro lado del mundo a la casa de una numerosa familia. Dijo que tenía hambre y sed. Le dieron de comer y beber. Dijo que quería trabajar y estudiar. Le dieron trabajo y educación. Dijo que era honrado y trabajador. Entonces, le entregaron todas las llaves de la casa. Él les miró sólo de reojo. Y, mostrándoles su asimétrica y extraña sonrisa, se dispuso a recorrer por los patios, pasillos, escaleras, habitaciones, depósitos, sótanos, azoteas y jardines.
Lo primero que hizo, fue pintar, decorar y amoblar el salón de fiestas. Casi toda la familia le aplaudió. En el momento en que lo estrenaban entre música y tragos, él incendió la pequeña biblioteca. Libros, revistas y valiosos archivos se redujeron a ceniza. La mayoría de la familia calló. Prefirió ignorar que ya no tenía biblioteca. Apenas se escuchó protestar algunas voces, pero nadie hizo caso.
Más tarde, pintó los pasillos, enceró las escaleras, limpió los balcones. Y cuando la alborozada familia loaba, alababa y endiosaba, él abusó de la inocencia de las doncellas y envenenó el aire que respiraban los niños. Otra vez, alguien advirtió. Otro protestó. Pero los demás prefirieron callar. Decían que él estaba ordenando la casa.
Luego, pintó la fachada, arregló los retretes y lustró los pisos. Los miembros de la familia, no sabían cómo agradecerle. Le crearon canciones, le escribieron loas de alabanza, le entonaron himnos de gratitud. Escuchó que coreaban su nombre por todas partes. Y él, inmensamente feliz: fornicaba con las casadas, mataba a los padres, perseguía los esposos, torturaba a los hijos y desaparecía a los nietos.
Mientras una parte de la familia no cesaba de endiosarle, él vendía las joyas de la abuela, remataba los cuadros del abuelo, violentaba todas las purezas, deformaba todos los códigos, alteraba el aroma de la lógica, contaminaba la fragancia de la estética. Se apoderaba de todo cuanto había de valor en casa. La familia que lo había consentido, creía que él ya era parte de ella, aunque él, jamás había olvidado su procedencia y nunca se había desligado de sus raíces. Ni siquiera a la casa que la cobijaba, ni a la familia que le había dado todo, las sentía como suya.
Todo le habían confiado a él, pero él había ocultado todo. Ni siquiera el nombre con el que se hacía llamar, había sido su nombre. Ni la sonrisa que mostraba, había sido original. Tampoco la mujer a la que decía amar, había sido verdad.
Un día descubrieron en el jardín, fosas llenas de cadáveres. Madres, esposas e hijas reconocieron restos de sus seres queridos. Entonces, ante la presión de la parte decente de la familia, alegó su inocencia chillando como un mamífero euterio, pero al final, incluso confesó que su verdadero nombre había sido Kenya.
A pesar de todo, algunos miembros de la numerosa familia seguían creyéndole. Vivaban su nombre, clamaban su inocencia, recordaban que él había puesto orden en la casa. Le agradecían por haber arreglado el retrete y pintado la fachada, pero no recordaban ninguna de sus fechorías. En sus mentes no estaban registradas las conmovedoras imágenes de las víctimas ni el doloroso llanto de los deudos. Había sido una familia desmemoriada, casi nesciente y sin amor propio. Había sido la familia establecida en la parte centro occidental del gran pueblo sudamericano. Había sido, la familia peruana, él los había llamado, simplemente, ‘perguanos’.
janoguimaray@hotmail.com
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Prosa: Guimaray
jueves, 24 de febrero de 2011
Eduardo Galeano: La independencia es otro nombre de la dignidad
Vale más canción humilde que sinfonía sin fe. J.C.
"Si no vives para servir, no sirves para vivir" es el lema de
http://www.mesterdeobreria.blogspot.com/
* Palabras pronunciadas el 22 de febrero de 2011, en la ceremonia de entrega de la Medalla 1808, que el jefe de Gobierno de la ciudad de México, Marcelo Ebrard, otorgó al escritor Eduardo Galeano
Publicado el 23 Febrero 2011
Quiero dedicar este homenaje a la memoria viva de dos Carlos: Carlos Lenkersdorf y Carlos Monsiváis, amigos muy queridos que ya no están, pero siguen estando.
***
Y empiezo por decir gracias: Gracias, Marcelo, por este regalo, esta alegría. Te digo gracias en nombre propio y también en nombre de los muchos sureños que jamás olvidarán su gratitud a México, el país de su exilio, refugio de perseguidos en los años de mugre y miedo de nuestras dictaduras militares.
Y quiero subrayar que México merece, por eso y por muchos otros motivos, toda nuestra solidaridad, ahora que esta tierra entrañable está siendo víctima de la hipocresía del narcosistema universal, donde unos ponen la nariz y otros ponen los muertos, y unos declaran la guerra y otros reciben los tiros.
***
Este acto generoso me honra por venir de quien viene. La ciudad de México está a la vanguardia en la lucha por los derechos humanos, en un amplio abanico que va desde la diversidad sexual hasta el derecho a respirar, que ya parecía perdido.
Y mucho me honra recibir esta ofrenda, porque mucho tiene de desafío: en nuestros países la independencia plena es todavía, en gran medida, una tarea por hacer, que nos convoca cada día.
***
En la ciudad de Quito, al día siguiente de la independencia, una mano anónima escribió en una pared: Último día del despotismo y primero de lo mismo.
Y en Bogotá, poco después, Antonio Nariño advertía que el alzamiento patriótico se estaba convirtiendo en baile de máscaras, y que la independencia estaba en manos de caballeros de mucho almidón y mucho botón, y escribía: Hemos mudado de amos.
Y el chileno Santiago Arcos comprobaba, desde la cárcel:
-Los pobres han gozado de la gloriosa independencia tanto como los caballos que en Chacabuco y Maipú cargaron contra las tropas del rey.
***
Todas nuestras naciones nacieron mentidas. La independencia renegó de quienes, peleando por ella, se habían jugado la vida; y las mujeres, los analfabetos, los pobres, los indios y los negros no fueron invitados a la fiesta. Aconsejo echar un vistazo a nuestras primeras Constituciones, que dieron prestigio legal a esa mutilación. Las Cartas Magnas otorgaron el derecho de ciudadanía a los pocos que podían comprarlo. Los demás, y las demás, siguieron siendo invisibles.
***
Simón Rodríguez tenía fama de loco, y así lo llamaban: El loco. Decía locuras, como éstas:
-Somos independientes, pero no somos libres. La sabiduría de Europa y la prosperidad de los Estados Unidos son, en nuestra América, dos enemigos de la libertad de pensar. Nuestra América no debe imitar servilmente, sino ser original.
Y también:
-Enseñemos a los niños a ser preguntones, para que se acostumbren a obedecer a la razón: no a la autoridad como los limitados, ni a la costumbre como los estúpidos. Al que no sabe, cualquiera lo engaña. Al que no tiene, cualquiera lo compra.
Don Simón decía locuras, y hacía locuras. Allá por mil ochocientos veinte y pico, sus escuelas mezclaban a los niños y a las niñas, a los pobres y a los ricos, a los indios y a los blancos, y también unían la cabeza y las manos, porque enseñaban a leer y a sumar, y también a trabajar la madera y la tierra. En sus aulas no se escuchaban los latines de sacristía y se desafiaba la tradición del desprecio por el trabajo manual. Poco duró la experiencia. Un clamor de indignadas voces exigía la expulsión de este sátiro que ha venido a corromper a la juventud, y el mariscal Sucre, presidente del país que ahora llamamos Bolivia, le exigió la renuncia.
A partir de entonces, anduvo a lomo de mula, peregrinando por las costas del Pacífico y las montañas de los Andes, fundando escuelas y formulando preguntas insoportables a los nuevos dueños del poder:
-Ustedes, que imitan todo lo que viene de Europa y de los Estados Unidos, ¿por qué no les imitan la originalidad, que es lo más importante?
Este viejo vagabundo, calvo, feo y barrigón, el más audaz y el más querible de los pensadores de América, estaba cada día más solo, y solo murió.
A los ochenta años, escribió:
-Yo quise hacer de la tierra un paraíso para todos. La hice un infierno para mí.
***
Simón Rodríguez fue un perdedor. Según la escala de valores de este mundo, que sacraliza el éxito y no perdona el fracaso, los hombres como él no merecen memoria.
Pero, ¿acaso no está vivo don Simón en la energía de dignidad que hoy recorre nuestra América de norte a sur? ¿Cuántos hablan por su boca, aunque no lo sepan, como hablaba en prosa aquel personaje de Molière que no sabía que hablaba en prosa?
¿Acaso don Simón no nos sigue enseñando, un siglo y medio después de su muerte, que la independencia es otro nombre de la dignidad? Es verdad que todavía pesa, y mucho, la herencia colonial, que aplaude la copia y maldice la creación y admira, como denunciaba don Simón, las virtudes del mono y del papagayo. Pero también es verdad que son cada vez más los jóvenes que sienten que el miedo es una cárcel humillante y aburrida, y libremente se atreven a pensar con sus propias cabezas, sentir con sus propios corazones y caminar con sus propias piernas.
***
Yo no creo en Dios, pero sí creo en el humano milagro de la resurrección. Porque quizás se equivocaban aquellos dolientes que se negaban a creer en la muerte de Emiliano Zapata, y creían que se había marchado a Arabia en un caballo blanco, pero sólo se equivocaban en el mapa. Porque a la vista está que Zapata sigue vivo, aunque no tan lejos, no en las arenas de Oriente: él anda cabalgando por aquí, aquí cerquita nomás, queriendo justicia y haciéndola.
Y fíjense ustedes lo que ha ocurrido con otro perdedor, José Artigas, el hombre que hizo la primera reforma agraria de América, antes que Lincoln y antes que Zapata.
Hace casi dos siglos, él fue vencido y condenado a la soledad y al exilio. En años recientes, la dictadura militar del Uruguay le erigió un ampuloso mausoleo, queriendo encerrarlo en cárcel de mármol. Pero cuando la dictadura intentó decorar el monumento con algunas de sus frases, no encontró ninguna que no fuera subversiva. Ahora el mausoleo tiene fechas y nombres de batallas, y ninguna frase. Involuntario homenaje, involuntaria confesión: Artigas no es mudo, Artigas sigue siendo peligroso.
Cosa curiosa: con tantos vivos que hablan sin decir, en nuestras tierras hay muertos que dicen callando.
***
Bienaventurados sean los perdedores, porque ellos cometieron la insolencia de amar a su tierra, y por ella se jugaron la vida. Pero está visto que el patriotismo es el honorable privilegio de los países dominantes: sólo los que mandan tienen el derecho de ser patriotas. En cambio, los países dominados, condenados a obediencia perpetua, no pueden ejercer el patriotismo, so pena de ser llamados populistas, demagogos, delirantes: nuestro patriotismo se considera una peste, peste peligrosa, y los amos del mundo, que nos toman examen de Democracia, tienen la mala costumbre de conjurar esta amenaza a sangre y fuego.
Bienaventurados sean los perdedores, porque ellos se negaron a repetir la historia y quisieron cambiarla.
Bienaventurados sean los perdedores, y malditos sean quienes confunden el mundo con una pista de carreras y lanzados a las cumbres del éxito trepan lamiendo hacia arriba y escupiendo hacia abajo.
Bienaventurados sean los indignados, y malditos sean los indignos.
Maldita sea la exitosa dictadura del miedo, que nos obliga a creer que la realidad es intocable y que la solidaridad es una enfermedad mortal, porque el prójimo es siempre una amenaza y nunca una promesa.
Bienaventurado sea el abrazo, y maldito sea el codazo.
***
Sí, pero… Cuántos perdedores, ¿no?
Cuando algún periodista me pregunta si soy optimista, yo contesto, sinceramente:
-A veces. Depende de la hora.
Siempre me parecieron más bien inhumanos los optimistas full time.
Creo que el desaliento es un derecho humano, y de algún modo es también la prueba de que somos humanos, porque no sufriríamos el desaliento si no tuviéramos aliento.
Hay que reconocer que no es muy alentadora la realidad, que tiene la jodida costumbre de recompensar a los exprimidores del prójimo y a los exterminadores de la tierra, el agua y el aire. Y en cambio, las más apasionantes aventuras de transformación de la realidad suelen quedarse a mitad de camino, o se extravían y se pierden, y muchas veces terminan mal.
Hay que reconocerlo, digo, pero también cabe preguntar: Cuando esas lindas experiencias colectivas terminan mal, ¿de veras terminan? ¿No hay nada que hacer, sólo nos queda resignarnos y aceptar el mundo tal cual es, como si fuera destino? Hace pocos años, se puso de moda la teoría del fin de la historia. Más de uno se tragó ese sapo, a pesar de que el sentido común nos demuestra, con poderosa sencillez, que la historia nace de nuevo cada mañana.
Lo mejor de este asunto de vivir está en la capacidad de sorpresa que la vida tiene. ¿Quién podía presentir que los países árabes iban a vivir este huracán de libertad que están ahora viviendo? ¿Quién iba a creer que la plaza de Tahrir iba a dar al mundo esta lección de democracia? ¿Quién iba a creer lo que ahora puede creer ese muchachito plantado en la plaza durante días y noches, cuando dice: Nadie nos va a mentir nunca más?
Al fin y al cabo, cuando la historia dice adiós, o eso parece decir, ella nos está diciendo, o al menos murmurando: hasta luego, hasta lueguito, nos estamos viendo.
Y yo me despido de ustedes, ahora, que ya es hora, como la historia me enseñó, diciéndoles gracias, diciéndoles: hasta luego, hasta lueguito, nos estamos viendo.
(Tomado de La Jornada)
"Si no vives para servir, no sirves para vivir" es el lema de
http://www.mesterdeobreria.blogspot.com/
* Palabras pronunciadas el 22 de febrero de 2011, en la ceremonia de entrega de la Medalla 1808, que el jefe de Gobierno de la ciudad de México, Marcelo Ebrard, otorgó al escritor Eduardo Galeano
Publicado el 23 Febrero 2011
Quiero dedicar este homenaje a la memoria viva de dos Carlos: Carlos Lenkersdorf y Carlos Monsiváis, amigos muy queridos que ya no están, pero siguen estando.
***
Y empiezo por decir gracias: Gracias, Marcelo, por este regalo, esta alegría. Te digo gracias en nombre propio y también en nombre de los muchos sureños que jamás olvidarán su gratitud a México, el país de su exilio, refugio de perseguidos en los años de mugre y miedo de nuestras dictaduras militares.
Y quiero subrayar que México merece, por eso y por muchos otros motivos, toda nuestra solidaridad, ahora que esta tierra entrañable está siendo víctima de la hipocresía del narcosistema universal, donde unos ponen la nariz y otros ponen los muertos, y unos declaran la guerra y otros reciben los tiros.
***
Este acto generoso me honra por venir de quien viene. La ciudad de México está a la vanguardia en la lucha por los derechos humanos, en un amplio abanico que va desde la diversidad sexual hasta el derecho a respirar, que ya parecía perdido.
Y mucho me honra recibir esta ofrenda, porque mucho tiene de desafío: en nuestros países la independencia plena es todavía, en gran medida, una tarea por hacer, que nos convoca cada día.
***
En la ciudad de Quito, al día siguiente de la independencia, una mano anónima escribió en una pared: Último día del despotismo y primero de lo mismo.
Y en Bogotá, poco después, Antonio Nariño advertía que el alzamiento patriótico se estaba convirtiendo en baile de máscaras, y que la independencia estaba en manos de caballeros de mucho almidón y mucho botón, y escribía: Hemos mudado de amos.
Y el chileno Santiago Arcos comprobaba, desde la cárcel:
-Los pobres han gozado de la gloriosa independencia tanto como los caballos que en Chacabuco y Maipú cargaron contra las tropas del rey.
***
Todas nuestras naciones nacieron mentidas. La independencia renegó de quienes, peleando por ella, se habían jugado la vida; y las mujeres, los analfabetos, los pobres, los indios y los negros no fueron invitados a la fiesta. Aconsejo echar un vistazo a nuestras primeras Constituciones, que dieron prestigio legal a esa mutilación. Las Cartas Magnas otorgaron el derecho de ciudadanía a los pocos que podían comprarlo. Los demás, y las demás, siguieron siendo invisibles.
***
Simón Rodríguez tenía fama de loco, y así lo llamaban: El loco. Decía locuras, como éstas:
-Somos independientes, pero no somos libres. La sabiduría de Europa y la prosperidad de los Estados Unidos son, en nuestra América, dos enemigos de la libertad de pensar. Nuestra América no debe imitar servilmente, sino ser original.
Y también:
-Enseñemos a los niños a ser preguntones, para que se acostumbren a obedecer a la razón: no a la autoridad como los limitados, ni a la costumbre como los estúpidos. Al que no sabe, cualquiera lo engaña. Al que no tiene, cualquiera lo compra.
Don Simón decía locuras, y hacía locuras. Allá por mil ochocientos veinte y pico, sus escuelas mezclaban a los niños y a las niñas, a los pobres y a los ricos, a los indios y a los blancos, y también unían la cabeza y las manos, porque enseñaban a leer y a sumar, y también a trabajar la madera y la tierra. En sus aulas no se escuchaban los latines de sacristía y se desafiaba la tradición del desprecio por el trabajo manual. Poco duró la experiencia. Un clamor de indignadas voces exigía la expulsión de este sátiro que ha venido a corromper a la juventud, y el mariscal Sucre, presidente del país que ahora llamamos Bolivia, le exigió la renuncia.
A partir de entonces, anduvo a lomo de mula, peregrinando por las costas del Pacífico y las montañas de los Andes, fundando escuelas y formulando preguntas insoportables a los nuevos dueños del poder:
-Ustedes, que imitan todo lo que viene de Europa y de los Estados Unidos, ¿por qué no les imitan la originalidad, que es lo más importante?
Este viejo vagabundo, calvo, feo y barrigón, el más audaz y el más querible de los pensadores de América, estaba cada día más solo, y solo murió.
A los ochenta años, escribió:
-Yo quise hacer de la tierra un paraíso para todos. La hice un infierno para mí.
***
Simón Rodríguez fue un perdedor. Según la escala de valores de este mundo, que sacraliza el éxito y no perdona el fracaso, los hombres como él no merecen memoria.
Pero, ¿acaso no está vivo don Simón en la energía de dignidad que hoy recorre nuestra América de norte a sur? ¿Cuántos hablan por su boca, aunque no lo sepan, como hablaba en prosa aquel personaje de Molière que no sabía que hablaba en prosa?
¿Acaso don Simón no nos sigue enseñando, un siglo y medio después de su muerte, que la independencia es otro nombre de la dignidad? Es verdad que todavía pesa, y mucho, la herencia colonial, que aplaude la copia y maldice la creación y admira, como denunciaba don Simón, las virtudes del mono y del papagayo. Pero también es verdad que son cada vez más los jóvenes que sienten que el miedo es una cárcel humillante y aburrida, y libremente se atreven a pensar con sus propias cabezas, sentir con sus propios corazones y caminar con sus propias piernas.
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Yo no creo en Dios, pero sí creo en el humano milagro de la resurrección. Porque quizás se equivocaban aquellos dolientes que se negaban a creer en la muerte de Emiliano Zapata, y creían que se había marchado a Arabia en un caballo blanco, pero sólo se equivocaban en el mapa. Porque a la vista está que Zapata sigue vivo, aunque no tan lejos, no en las arenas de Oriente: él anda cabalgando por aquí, aquí cerquita nomás, queriendo justicia y haciéndola.
Y fíjense ustedes lo que ha ocurrido con otro perdedor, José Artigas, el hombre que hizo la primera reforma agraria de América, antes que Lincoln y antes que Zapata.
Hace casi dos siglos, él fue vencido y condenado a la soledad y al exilio. En años recientes, la dictadura militar del Uruguay le erigió un ampuloso mausoleo, queriendo encerrarlo en cárcel de mármol. Pero cuando la dictadura intentó decorar el monumento con algunas de sus frases, no encontró ninguna que no fuera subversiva. Ahora el mausoleo tiene fechas y nombres de batallas, y ninguna frase. Involuntario homenaje, involuntaria confesión: Artigas no es mudo, Artigas sigue siendo peligroso.
Cosa curiosa: con tantos vivos que hablan sin decir, en nuestras tierras hay muertos que dicen callando.
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Bienaventurados sean los perdedores, porque ellos cometieron la insolencia de amar a su tierra, y por ella se jugaron la vida. Pero está visto que el patriotismo es el honorable privilegio de los países dominantes: sólo los que mandan tienen el derecho de ser patriotas. En cambio, los países dominados, condenados a obediencia perpetua, no pueden ejercer el patriotismo, so pena de ser llamados populistas, demagogos, delirantes: nuestro patriotismo se considera una peste, peste peligrosa, y los amos del mundo, que nos toman examen de Democracia, tienen la mala costumbre de conjurar esta amenaza a sangre y fuego.
Bienaventurados sean los perdedores, porque ellos se negaron a repetir la historia y quisieron cambiarla.
Bienaventurados sean los perdedores, y malditos sean quienes confunden el mundo con una pista de carreras y lanzados a las cumbres del éxito trepan lamiendo hacia arriba y escupiendo hacia abajo.
Bienaventurados sean los indignados, y malditos sean los indignos.
Maldita sea la exitosa dictadura del miedo, que nos obliga a creer que la realidad es intocable y que la solidaridad es una enfermedad mortal, porque el prójimo es siempre una amenaza y nunca una promesa.
Bienaventurado sea el abrazo, y maldito sea el codazo.
***
Sí, pero… Cuántos perdedores, ¿no?
Cuando algún periodista me pregunta si soy optimista, yo contesto, sinceramente:
-A veces. Depende de la hora.
Siempre me parecieron más bien inhumanos los optimistas full time.
Creo que el desaliento es un derecho humano, y de algún modo es también la prueba de que somos humanos, porque no sufriríamos el desaliento si no tuviéramos aliento.
Hay que reconocer que no es muy alentadora la realidad, que tiene la jodida costumbre de recompensar a los exprimidores del prójimo y a los exterminadores de la tierra, el agua y el aire. Y en cambio, las más apasionantes aventuras de transformación de la realidad suelen quedarse a mitad de camino, o se extravían y se pierden, y muchas veces terminan mal.
Hay que reconocerlo, digo, pero también cabe preguntar: Cuando esas lindas experiencias colectivas terminan mal, ¿de veras terminan? ¿No hay nada que hacer, sólo nos queda resignarnos y aceptar el mundo tal cual es, como si fuera destino? Hace pocos años, se puso de moda la teoría del fin de la historia. Más de uno se tragó ese sapo, a pesar de que el sentido común nos demuestra, con poderosa sencillez, que la historia nace de nuevo cada mañana.
Lo mejor de este asunto de vivir está en la capacidad de sorpresa que la vida tiene. ¿Quién podía presentir que los países árabes iban a vivir este huracán de libertad que están ahora viviendo? ¿Quién iba a creer que la plaza de Tahrir iba a dar al mundo esta lección de democracia? ¿Quién iba a creer lo que ahora puede creer ese muchachito plantado en la plaza durante días y noches, cuando dice: Nadie nos va a mentir nunca más?
Al fin y al cabo, cuando la historia dice adiós, o eso parece decir, ella nos está diciendo, o al menos murmurando: hasta luego, hasta lueguito, nos estamos viendo.
Y yo me despido de ustedes, ahora, que ya es hora, como la historia me enseñó, diciéndoles gracias, diciéndoles: hasta luego, hasta lueguito, nos estamos viendo.
(Tomado de La Jornada)
domingo, 20 de febrero de 2011
Carlos Valencia: "Camino de serpiente" de Roger García Clavo
Vale más canción humilde que sinfonía sin fe. J.C.
"Si no vives para servir, no sirves para vivir" es el lema de
http://www.mesterdeobreria.blogspot.com/
El poemario consta de tres partes diferenciadas, Camino de serpiente, Amor de quebrada y Marañón en esta última es la que el poeta habla con él río.
Los ríos vistos desde la estratosfera hacia el planeta tierra, se asemejan a las venas -fuentes sanguíneas- de las personas. Entre los pobladores autóctonos del norte de Méjico, existía la creencia que la sangre de los difuntos se fusionaba en la biomasa de los ríos, principalmente entre los caídos en combate.
La masa acuática de los ríos sirve de sustento de vida natural a los pobladores, además de ser en curso un medio de transporte. Por la senda de los ríos se trazan caminos o cruzan puentes, (la poesía es un puente entre dos soledades dijo Jaime Sabines), y por más dinamitazos el río encuentra su cauce. El poeta proviene del río primigenio que asemeja el líquido amniótico. El murmullo de un río distorsiona o imita al cri cri de un grillo. Anotamos esto “Pero cuando silbas con la libertad del viento,/ eres el río que no habla”, el fulgor de una luciérnaga lo refleja y el río que responde como una luz votiva en sus aguas, acompañada de cómplice luz lunar. El poeta Roger García en nombre de todos los humanos, además de la fauna y flora de la selva peruana le agradece al río-vida-eterna. Esta paráfrasis asentamos 'cuando hay río hay esperanza'. El poeta Roger ha necesitado ser poeta para reverenciar al río o el río-hermano. En forma latente dice: "Sería el dolor de los puentes o de las flores" p.20. Suele ser común que los ríos caudalosos derrumban puentes y se culpabiliza a los ríos injustamente.
El fluir de los ríos asemejan la continuación de una vida en movimiento, los remolinos provocarán muertes dolorosas donde testigos son rocas y piedras = quietud. Las personas, fauna y flora silvestre subsisten gracias a los ríos y su encantamiento mítico de creencias populares, cantos de sirena. "Eres el camino de serpiente/ que con ojos de luna verde/ embrujas a los hombres/ al día o la muerte" p.15. La simbología es consistente en la representación humana que hace del río. Con un mismo madero -"un bejuco de árbol caído"- se puede hacer una cruz. "Cuando muera,/ lloraré en cada madera/ o ajetreo/ que se crucifica conmigo" p.23. Pero el río cargará su cruz " Soy el cuento de una cruz que sufre/pero no soy el pez que se hace evidente/ en un anzuelo por la garganta" p.33 El nacimiento de un río tiene sus apóstoles de culto, los poetas “Camina niño viajero/ como yo el río/ que lleva el árbol/ crucificado en ramas” p.41. Hay también cruces blancas en cementerios de arena.
El solemne río Marañón-amigo suspira en el aguacero, es la inquietud del sufrimiento, el río que no habla, río que hace suyas a las mujeres y al canto del poeta. Las pozas turbias no amedrentan al río alegre de libertad. ¡Oh Marañón! Devuélveme el agua de la lluvia/ en fruto:/ un hombre nuevo” p.47 el poeta se despersonaliza y le ofrece su vida en este río inmortal con sus duendes y duendecillos vigilantes. Los hombres entre los payos, con el playero desde su huaro, cuando canta el pugo, con el color de los guayos, junto a los huarangos, la pitaya y las cucuyas.
Un poemario notable que nace en la misma orilla del río Marañón y que es bienvenido en toda antología del porvenir y por venir.
CAMINO DE SERPIENTE. Roger García Clavo. A.F.A Editores. Lima, 2006. (48 pp.)
Comentario de Carlos Valencia.
"Si no vives para servir, no sirves para vivir" es el lema de
http://www.mesterdeobreria.blogspot.com/
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La luz no viene del cielo sino de tu corazón: aunque estés bajo del suelo te ilumina su ilusión. |
El poemario consta de tres partes diferenciadas, Camino de serpiente, Amor de quebrada y Marañón en esta última es la que el poeta habla con él río.
Los ríos vistos desde la estratosfera hacia el planeta tierra, se asemejan a las venas -fuentes sanguíneas- de las personas. Entre los pobladores autóctonos del norte de Méjico, existía la creencia que la sangre de los difuntos se fusionaba en la biomasa de los ríos, principalmente entre los caídos en combate.
La masa acuática de los ríos sirve de sustento de vida natural a los pobladores, además de ser en curso un medio de transporte. Por la senda de los ríos se trazan caminos o cruzan puentes, (la poesía es un puente entre dos soledades dijo Jaime Sabines), y por más dinamitazos el río encuentra su cauce. El poeta proviene del río primigenio que asemeja el líquido amniótico. El murmullo de un río distorsiona o imita al cri cri de un grillo. Anotamos esto “Pero cuando silbas con la libertad del viento,/ eres el río que no habla”, el fulgor de una luciérnaga lo refleja y el río que responde como una luz votiva en sus aguas, acompañada de cómplice luz lunar. El poeta Roger García en nombre de todos los humanos, además de la fauna y flora de la selva peruana le agradece al río-vida-eterna. Esta paráfrasis asentamos 'cuando hay río hay esperanza'. El poeta Roger ha necesitado ser poeta para reverenciar al río o el río-hermano. En forma latente dice: "Sería el dolor de los puentes o de las flores" p.20. Suele ser común que los ríos caudalosos derrumban puentes y se culpabiliza a los ríos injustamente.
El fluir de los ríos asemejan la continuación de una vida en movimiento, los remolinos provocarán muertes dolorosas donde testigos son rocas y piedras = quietud. Las personas, fauna y flora silvestre subsisten gracias a los ríos y su encantamiento mítico de creencias populares, cantos de sirena. "Eres el camino de serpiente/ que con ojos de luna verde/ embrujas a los hombres/ al día o la muerte" p.15. La simbología es consistente en la representación humana que hace del río. Con un mismo madero -"un bejuco de árbol caído"- se puede hacer una cruz. "Cuando muera,/ lloraré en cada madera/ o ajetreo/ que se crucifica conmigo" p.23. Pero el río cargará su cruz " Soy el cuento de una cruz que sufre/pero no soy el pez que se hace evidente/ en un anzuelo por la garganta" p.33 El nacimiento de un río tiene sus apóstoles de culto, los poetas “Camina niño viajero/ como yo el río/ que lleva el árbol/ crucificado en ramas” p.41. Hay también cruces blancas en cementerios de arena.
El solemne río Marañón-amigo suspira en el aguacero, es la inquietud del sufrimiento, el río que no habla, río que hace suyas a las mujeres y al canto del poeta. Las pozas turbias no amedrentan al río alegre de libertad. ¡Oh Marañón! Devuélveme el agua de la lluvia/ en fruto:/ un hombre nuevo” p.47 el poeta se despersonaliza y le ofrece su vida en este río inmortal con sus duendes y duendecillos vigilantes. Los hombres entre los payos, con el playero desde su huaro, cuando canta el pugo, con el color de los guayos, junto a los huarangos, la pitaya y las cucuyas.
Un poemario notable que nace en la misma orilla del río Marañón y que es bienvenido en toda antología del porvenir y por venir.
CAMINO DE SERPIENTE. Roger García Clavo. A.F.A Editores. Lima, 2006. (48 pp.)
Comentario de Carlos Valencia.
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