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domingo, 28 de marzo de 2010

Felipe Alcaraz: Miguel Hernández, ¿poeta comunista o comunista poeta?

Vale más canción humilde que sinfonía sin fe. J.C.
"Si no vives para servir, no sirves para vivir" es el lema de www.mesterdeobreria.blogspot.com


27-03-2010
El poeta granadino Javier Egea, que dedicó un gran esfuerzo a la producción de una poesía por fin materialista, al margen de la subjetividad burguesa, puso el siguiente pórtico a su concepción literaria: “Sólo hay dos formas de enfrentar la poesía. Y éstas no son otras que dejar claro desde el discurso poético que la propia poesía o está con la explotación o está contra ella”.


En el caso de Miguel Hernández Gilabert, nacido en Orihuela en octubre de 1910, su poesía y teatro tienen su asiento más definitorio en la delimitación marcada por Egea. Una definición que adquiere un discurso poético de primera magnitud, que no se rebaja por su popularidad: la gente “entiende” a Miguel Hernández no porque sea un poeta simple, sino porque es un poeta pleno; es, en todo caso, un poeta sencillo, es decir, un poeta que no oculta su entrega incondicional a una lucha sin cuartel, donde su poesía y teatro no buscan ningún balneario de neutralidad, ningún prestigio al margen de la apuesta poética (y vital) por otro mundo y por la defensa de la libertad hasta las últimas consecuencias. Se trata precisamente de eso: una literatura hasta sus últimas consecuencias. Sobra, pues, toda protección “paternalista” y académica a este poeta del pueblo en lucha. No sólo, pues, un poeta del pueblo, sino un poeta del pueblo en lucha. Y esa es su enorme “calidad”, aparte de la plenitud de su lenguaje.


E inmediatamente es preciso agregar algo que explica la apuesta: Miguel Hernández era comunista. Resulta que Miguel Hernández era comunista. ¿Se entendería su poesía sin aclarar este punto? Posiblemente sí. ¿Hubiera sido posible elaborarla sin la apuesta histórica concreta? Quizás no. Pero en todo caso es éticamente imposible ocultar algo que no es una etiqueta, ni “reduce” al escritor o lo “politiza”, tal como pueden enfocar su centenario los poetas y críticos postmodernos, de los que tan sobrados estamos en estos días: resulta que hay demasiados seguidores de Fukuyama, pero resulta también que vamos a celebrar, sin ningún intento de reducción, el centenario de un comunista: de un comunista poeta y de un poeta comunista; de alguien donde se funden, cosa que no siempre ocurre, una vida que no debemos olvidar y una obra que no envejece y se defiende perfectamente a sí misma, y a los intentos de reinterpretación y digestión desde el sistema.


La poesía y la vida de Miguel Hernández adquieren su sentido total en el frente (“El 18 de julio de 1936… entro yo, poeta, y conmigo mi poesía, en el trance más doloroso y trabajoso, pero más glorioso, al mismo tiempo, de mi vida”). Y es, a veces, una poesía a dentelladas. Dentelladas rojas y republicanas, dentelladas siempre desde la paz anhelante y la persona como amor y dignidad. Por eso muere, y ahí radica la “pequeña” historia de una resistencia final: “No me perdonarán nunca los señoritos que haya puesto mi poca, o mi mucha inteligencia, mi poco o mi mucho corazón, desde luego las dos cosas más grandes que todos ellos juntos, al servicio del pueblo de una manera franca y noble. Ellos preferirían que fuera un sinvergüenza. No lo han conseguido ni lo conseguirán”. Así, después de varios intentos fracasados por hacerle renegar de su poesía (y sus ideas) a cambio de libertad, muere en la prisión de Alicante, como si se cumpliera de todas formas la ejecución dictada. Murió con 31 años, enfermo de un tifus que degeneró en tuberculosis, dejando inacabado su libro “Cancionero y Romancero de ausencias”.


Esa ausencia inolvidable, es la que vamos a explicar, disputándole a las opciones postmodernas, neutrales, el sentido real de su vida y obra, y pretendiendo, desde el principio, que se anulen los procedimientos judiciales contra él. Es decir: no vamos a celebrar el centenario de un gran poeta, que lo era, aislando sus textos y deshuesándolos de historia e ideología. Vamos a defender y celebrar otra cosa: esa lucha que también se da en literatura, sin que por ello descienda un escalón técnico-artístico la obra, y que tiene su matriz en esa compresión del mundo desde el punto de vista, y contra, la explotación y el dominio. Una lucha durísima, sin componendas, pero que a veces se da de manera enteriza, como en el caso de Miguel Hernández.


Precisamente esta lucha, muchas veces a contracorazón (“Tristes guerras/ si no es amor la empresa.//Tristes, tristes”.), es la que necesita disfrazar u ocultar el sistema. Y esto es así porque ese sistema, pertrechado de los argumentos normalizadores de lo políticamente correcto, no resiste la mirada (literaria) de los perdedores, sobre todo si son perdedores pero no vencidos; y más todavía: si son perdedores pero no arrepentidos. Y como resulta claro que este no es el caso de Miguel Hernández, van a intentar por todos los medios digerir su figura, salvarla del “sectarismo de sus camaradas”. Porque en el fondo no quieren remediar su ausencia, sino trucarla, ya que no pueden construir el olvido. Y a esta nueva batalla, para salvar el rostro verdadero de Miguel, estamos convocados los comunistas.


http://www.tercerainformacion.es/spip.php?article14044

sábado, 13 de marzo de 2010

MIGUEL DELIBES: UNA VOZ MÁS QUE SE APAGA DEL SIGLO XX

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El mundo de las letras se viste de luto. Miguel Delibes fue un escritor español, maestro de periodistas, académico de la Lengua y escritor premiado con los máximos galardones de las letras españolas, como el 'Príncipe de Asturias' y el 'Cervantes'. A sus 89 años ha fallecido el novelista español por excelencia del siglo XX que situó en el mapa las costumbres, la gente, los paisajes y los caminos de una Castilla "la vieja" (Castilla -León) olvidada por muchos.

"El cazador que escribe", como se calificó el mismo, nació en Valladolid el 17 de octubre de 1920. Antes del estallido de la guerra civil estudió Comercio, Modelado y Dibujo. Ante la inminencia de ser movilizado se enroló como marinero voluntario en Canarias. Tras finalizar su carrera de Comercio, inicia la de Derecho y se matricula en la Escuela de Artes y Oficios, lo que le sirvió para mejorar sus dotes artísticas y ser contratado en 1941 como caricaturista en El Norte de Castilla, el diario vallisoletano por excelencia y decano de la prensa diaria española.

A partir de ese momento, se abrieron las puertas del periodismo para un joven Delibes de apenas 21 años. Publicó su primer artículo periodístico en El Norte, titulado “El deporte de la caza mayor”, y obtuvo el carné de periodista profesional en 1943, tras un curso intensivo en Madrid. El diario le otorgó el cargo de redactor, ocupándose de la sección dedicada a las críticas cinematográficas mientras continuaba realizando caricaturas. Dos años más tarde, obtuvo la cátedra de Derecho Mercantil, por lo que comenzó a impartir clases en la Escuela de Comercio

Dos años después de casarse con Ángeles de Castro (su mujer, su inspiración, su compañera y su apoyo), publica La sombra del Ciprés es alargada, la cual gana el Premio Nadal de 1948.

En 1949 publica su segunda novela, Aún es de día, con numerosos recortes de la censura. Además presenta, como libro de texto para sus clases, una Síntesis de Historia de España que será retirada al curso siguiente por no comentar adecuadamente los acontecimientos de la historia española más reciente. En 1952 es nombrado director de El Norte de Castilla, que intentará convertir en una trinchera contra el régimen.

En 1950 se inició una nueva etapa en la carrera literaria del escritor: tras sufrir un brote de tuberculosis publicó El camino, su tercera novela, en la que narra el proceso que sufre un niño en el descubrimiento de la vida y de la experiencia ante la amenaza de dejar el campo y marchar a la ciudad, obra que constituye su consagración definitiva en la narrativa española de la Posguerra. En 1952, fue nombrado subdirector del diario El Norte de Castilla, por lo que sus enfrentamientos con la censura se volvieron cada vez más directos y frecuentes. El escritor abrió una etapa en la que publicaba una nueva obra de manera prácticamente anual, a saber: Mi idolatrado hijo Sisí (1953), La partida (1954), Diario de un cazador (1955) -Premio Nacional de Narrativa-, Un novelista descubre América (1956), Siestas con viento sur (1957) -Premio Fastenrath-, Diario de un emigrante (1958) y La hoja roja (1959), de contenido existencialista, donde un fotógrafo rememora su vida al borde de la jubilación. En 1962 publica Las ratas, que obtiene el premio de la Crítica. Todo ello le lleva, en 1973, a ocupar el sillón "e" de la Real Academia Española.



Tras la muerte de Franco en 1975 publicó algunos de sus libros mayores, como Las guerras de nuestros antepasados (1975), El disputado voto del señor Cayo (1978) o Los santos inocentes (1981), adaptada para el cine con éxito por Mario Camus en 1984. Conseguido el reconocimiento literario, el oficial no tardó en llegar: en 1991 recibe el Premio Nacional de las Letras Españolas y en 1993 el Premio Cervantes. Aún ganaría, en 1999, el Premio Nacional de Narrativa por El hereje, publicada el año anterior y la que se convertiría en su última novela.

Paradojas de la vida, el mismo día que terminó de escribir El Hereje, le detectaron un cáncer de colon. Él mismo escribiría: "Aunque viví hasta el año dos mil..., el escritor Miguel Delibes murió en Madrid el 21 de mayo de 1998, en la mesa de operaciones de la clínica de La Luz (...) El cazador que escribe se termina al tiempo que el escritor que caza. Y bien: cuando mi obra, dicho lo dicho, está concluida, y por tal la doy, veo con satisfacción que los prestigiosos editores de Círculo de Lectores y Ediciones Destino se ocupan ahora de recopilarla y reunirla en siete volúmenes. Cada volumen, además, irá prologado por un destacado estudioso de mi obra. ¿Qué hacer sino sentirme halagado y agradecido? Si mi primera novela apareció en 1948 -hace ahora sesenta años- y la última en 1998, ha sido media centuria, la segunda del siglo XX, la que me he ocupado escribiendo y publicando libros. Y siempre, con el beneplácito de mis lectores. También a ellos, y a cuantos ahora se asomen a las páginas de estas Obras completas, quiero agradecer sinceramente su benevolencia y fidelidad".

(Texto proporcionado por Centro Cultural de España en Lima, Perú).

jueves, 11 de marzo de 2010

WINSTON ORRILLO: UN COPLERO MODERNO: JULIO CARMONA


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“No requiero intermediarios
Cuando debo hablar con Dios,
Mi trato con él a diario
Es siempre de tú y vos”.

J.C.


Fuego en cenizas dormido (Grupo Editorial Arteidea) es una singular colección de coplas, producto del esfuerzo creativo de un vate de allende la metrópoli, el norteño Julio Fernández Carmona, quien firma como Julio Carmona.

Él, es un poeta cuya tesitura popular se le impone siempre, a pesar de que, en la llamada poesía culta (“Mar revuelta”, “A nivel de la arcilla, “No solo de amor”, “Nada más que derramar el corazón”, “·Espinas las de las rosas”) es un excelente lirida. Amén de que, asimismo, él no es un declamador sino que se le conoce como un excelente intérprete oral de la poesía.

Conozco al vate desde la década del 60, en que fue mi alumno universitario, Desde entonces viene su vocación impertérrita por la literatura y por la certeza de que el mundo no está bien hecho.

Bardo popular, por antonomasia, no se quedó en la mera repetición de las monsergas que, a veces, limitan la expresión de muchos en este género, sino que JC buscó la propia superación: obtuvo su Licenciatura, luego su Maestría y el año próximo pasado, con una brillante tesis, obtuvo su Doctorado. Por qué menciono esto, porque al poeta no le hace nada mal el estudio, sin caer, por cierto, en el intelectualismo de que hacen gala algunos poetas-docentes-universitarios.

Pero, además, Julio no es de los que se queda callado frente a las vedettes mediáticas de la cultura, y ha participado en numerosas polémicas, siempre al lado de las causas nobles que son las que, más temprano que tarde, harán amanecer a esta gran humanidad que ha dicho ¡basta! Y ha echado a andar, como se dice en las inmortales palabras de la 2ª Declaracion de La Habana.

Mientras tanto este nuevo y breve libro suyo es un repositorio de preseas. Hay que leerlo con esa mezcla de admiración y agradecimiento que sentimos cuando nos es servido un manjar inefable. Basta citar, en el área del amor:

“No preguntes dónde ha estado
mi corazón -prisionero-
Busca en tu pecho primero,
lo hallarás allí encerrado.”

Y en el de la filosofía, que subyace en toda gran poesía:

“Pasas la vida a la espera
De un milagro antes del fin.
Pero ándate dando cuenta
Que es un milagro el vivir”.

domingo, 31 de enero de 2010

Pedro Pablo Guerrero: El Ultraclásico canon del cuento de Harold Bloom

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El crítico estadounidense, autor de “El canon occidental”, celebra a Henry James y Kafka, pero se muestra duro con Carver, Salinger y Cheever, entre otros.

Nadie más escéptico frente a modas, fenómenos y rescates que Harold Bloom. Autor de la estupenda antología Relatos y poemas para niños extremadamente inteligentes de todas las edades, repite como un viejo profeta apocalíptico: “J. K. Rowling y Stephen King son escritores igual de malos, oportunos titanes de nuestra nueva Era Oscura de las Pantallas: ordenadores, películas, televisión”. Y cuando alguien le pregunta si no es mejor leer primero a Rowling y a King para después seguir con Andersen, Dickens y Carroll, Bloom responde con pragmatismo: “Nuestro tiempo aquí es limitado. Lees y relees necesariamente a costa de otros libros”.

Los cazadores de citas polémicas encontrarán un paraíso en Cuentos y cuentistas. El canon del cuento, un libro lleno de perlas como ésta: “Uno no puede mencionar del todo a Cheever entre los modernos narradores americanos de mayor eminencia: Hemingway, Faulkner, Willa Cather, Katherine Anne Porter, Scott Fitzgerald, Eudora Welty o Flannery O’Connor. En cambio, Cheever sí permite una comparación bastante favorable con los autores de segundo orden: Sherwood Anderson, Nabokov, Malamud, Updike, Ozick, Ann Beattie, Carver, la canadiense Alice Munro. Como les pasa a ellos adolece de la originalidad imperecedera de Hemingway y Faulkner, pero Cheever tiene la misma seguridad y el mismo esmero que Nabokov o Updike”.

Carver “sobrevalorado”

Al lado de D. H. Lawrence, al que considera “un escritor de cuentos extraordinario”, del mismo nivel de Turgueniev, Bábel y Joyce, también el autor de “Catedral” queda en deuda. Indulgente, Bloom manifiesta: “Carver, a quien puede que hayamos sobrevalorado, murió antes de ver realizadas las posibilidades aún mayores que su arte encerraba”.

No es menos piadoso respecto del silencio literario de Salinger, a pesar de reconocer su destreza estilística: “O los cuentos tienen valores narrativos o dejan de ser cuentos, y ‘Seymour: una introducción’ fracasa a la hora de ser cuento. Quizá sea esa la razón por la que Salinger abandonó la ficción. Puede que la contemplación sea un modo de ser y de existir muy digno, pero no tiene historia alguna que contar”.

Así es Bloom. Provoca, irrita, saca ronchas, pero deja pensando. Se puede estar de acuerdo o no con el crítico estadounidense, autor del monumental Canon occidental (1994), un libro soberbio en todos los sentidos del término. Sus enemigos de la “escuela del resentimiento”, como llama a los representantes de la crítica cultural, feminista y poscolonial, no han dejado de atacar el eurocentrismo, el machismo y el lugar hegemónico que, acusan ellos, ocupa la literatura en inglés dentro de la jerarquía omnicomprensiva del catedrático de Yale. Compartiendo esas críticas, aunque sea parcialmente, no se puede negar que la erudita perspectiva de Bloom resulta siempre estimulante y, la mayoría de las veces, ponderada. En el caso de Cuentos y cuentistas. El canon del cuento, que ya va en la segunda edición, su editor, Francisco Javier Jiménez, deja en claro que Bloom no proyectó esta obra como un canon, sino como un volumen independiente de Bloom’s Literary Criticism, una colección de crítica literaria en seis tomos, editada por Chelsea House Publishers, dirigida por Bloom, y a la que ha dedicado veinte años de trabajo. Si admitimos que el conjunto de críticas recopiladas es uno de los más importantes publicados hasta la fecha, Jiménez explica por qué se puede considerar a este libro, titulado originalmente Short story writers and short stories, un auténtico “canon del cuento”.

Los treinta y nueve autores reunidos se pueden dividir, según Bloom, en dos tradiciones: la de Kafka y la de Chéjov. La primera fue desarrollada por Borges y continuada, entre otros, por Italo Calvino. Sin embargo, el crítico comprueba que, más de un siglo después de su muerte, el autor ruso continúa siendo el más influyente de todos los cuentistas, a pesar de que en el libro dedica apenas tres páginas al maestro y muchas más a sus discípulos. James Joyce, D.H. Lawrence, Ernest Hemingway y Flannery O’Connor pertenecen a la tradición chejoviana. Aclaremos, eso sí, que para Bloom no se trata de una mera contraposición entre una corriente realista y otra fantástica.

“Aparte de esporádicas alusiones a la técnica literaria, la mirada de Bloom va mucho más allá. Escudriña en los cuentistas no solamente sus genealogías artísticas, sino la visión de mundo que subyace tras sus ficciones. Qué concepto tienen de la vida y, sobre todo, de la muerte. Salen a relucir, entonces, las inclinaciones o tics recurrentes del crítico norteamericano: su interés por contrastar el trabajo narrativo con el individualismo liberal, afirmativo y vitalista de Ralph Waldo Emerson, sobre todo en el caso de los autores norteamericanos y en particular de Edgar Allan Poe. “Emerson, para bien o para mal, fue y es la mente de América mientras que Poe fue y es nuestra histeria, nuestra rara unanimidad en nuestras represiones”, anota Bloom.

Mente, histeria, represiones… ¿Suena familiar? Exacto. Bloom es un buen lector de Freud y el libro está lleno de referencias a su obra. “Más allá del principio del placer” es una de las más citadas. A Bloom lo obsesiona la intuición freudiana de que el objetivo de la vida es la muerte, el Tánatos, ese impulso ciego de retorno al origen: lo inanimado, lo inorgánico, el estado anterior al ser, el viaje a la semilla narrado alguna vez por Alejo Carpentier. Esta percepción nihilista de la vida enlaza con otra de las perspectivas dominantes en el análisis de Bloom: la gnosis. Una visión pesimista y subterránea, que aflora, según él, hasta en los narradores menos conscientes de ella, especialmente en los del Sur norteamericano. Así, a pesar del sincero catolicismo de Flannery O’Connor (1925-1964), el crítico estima que sus sombríos relatos transcurren en el mismo cosmos de La tierra baldía , de Eliot, y Mientras agonizo , de Faulkner: “Este mundo es la versión americana del vacío cosmológico al que los antiguos gnósticos llamaron kenoma , una esfera gobernada por un demiurgo que detenta el lugar del Dios extranjero y que ha exiliado a Dios de la historia y del alcance de nuestras oraciones”.

Pero el gnosticismo ofrece, a pesar de toda su negatividad, un camino de regreso al espíritu. Esperanza de salvación -observa Bloom en el más penetrante de los ensayos de Cuentos y cuentistas- que no existe en Franz Kafka. Su parábola de los cuervos ( kavka es cuervo, en checo) es desoladora: “Los cuervos afirman que un solo cuervo podría destruir el cielo. Eso es indudable, pero no es ninguna prueba contra el cielo, porque cielo significa, precisamente, imposibilidad de cuervos”. ¿Qué quiere decir este enigma de aire jasídico? Tal vez mucho, tal vez nada. La presencia de la Cábala judía en el pensamiento y la obra de Kafka, señalada tempranamente por Gershom Scholem, es puesta en entredicho por Bloom. La escritura de Kafka se resiste a ser descifrada, como sí lo hacen, por difícil que resulte, los textos cabalísticos tradicionales. Escapa a todo intento de interpretación; no hay en ella algo parecido a una clave.

Bloom no lo dice, pero su juicio final sobre Kafka, después de compararlo con Dante y Milton, esboza el cuentista modélico que el crítico tiene en mente: “No creyó en nada y sólo confió en el imperativo de ser un escritor”.[* Tomado de la revista digital MEDIAISLA y Libros, El Mercurio]

martes, 26 de enero de 2010

Julio Carmona: Poema 5 de "Código de Construcción Civil"

Vale más canción humilde que sinfonía sin fe. J.C.
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Hice ilusiones de mis caminatas. Edifiqué llamaradas con la sola presencia



Del amor. Me convertí en un faro de noticias al que todos los caminos


Conducían, mientras las mariposas, inocentes animalitos de la noche,


Confundían mis manos con el atardecer o la misericordia. Yo sabía


Que es más fácil defender una ciudad sitiada que acabar con la insania


De los que creen saberlo todo. Y observé cómo se abren en silencio


Unos labios verdes tras varios días de horadar la resistencia de la tierra.


Y llegué a comprender que nada de eso me convertía ni en más ni en menos


Sabio (aunque quien sabe de sí sabe más de los demás que los demás


De sí mismos empeñados en saber más de los otros), y antes de llegar


A converso de egoísmos, me hice discípulo del árbol que derrama sus frutos


Amarillos sin importarle el eco sin destino de los ojos cerrados, y aprendí


De la hierba que rodea al árbol caído y va tejiendo su red de pueblo erguido.


Y observando ese prodigio de solitaria solidaridad me alejé de la vereda


Que esparce, sin sentido, los pasos de la duda.

martes, 12 de enero de 2010

Cristina Castello: "Hola, bonjour, hello, ciao" (en español, francés, inglés e italiano)

Vale más canción humilde que sinfonía sin fe. J.C.
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Hola,



Gracias por tu voz.
Arma celeste la palabra, trabajamos con ella para fundar un mundo
donde vida sea arte, como arte es vida.
Con compromiso. Con manos abiertas como pájaros en vuelo, para dar.
Con hambre de luz, luz de poesía y amor a nuestros demás,
podemos cambiar el mundo.
Aún y todavía.
Siempre te espero en desierto de máscaras
y junto a los faros.
Tenés la llave y la puerta está abierta.
Trataré de responderte en forma personal
Cariño y abrigo de nido,




Cristina Castello







Bonjour,


Merci pour ta voix,
Arme céleste, le mot, nous l'utilisons pour fonder un monde
Où vie soit art, comme l'art est vie.
Avec ferveur, nous donnons en ouvrant nos mains comme des oiseaux en vol.
Avide de lumière, de la lumière de la poésie et de l'amour pour ceux
qui nous entourent.
Nous pouvons changer le monde.
Il est encore temps.
Je t'attendrai toujours dans le désert des masques.
A côté des phares ;
Tu as la clé et la porte est ouverte.
J'essaierai de rédiger une réponse personnelle.
Amour et douce tiédeur du nid.


Cristina Castello


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Hello,


Thank you for your voice.
The word, a celestial weapon, we work with it to found a world
where life is art, as art is life.
With commitment. With open hands like birds in flight, to give.
With hunger of light and light of poetry and with love to our others,
We can change the world.
Yet and still.
I will always wait for you in desert of masks
and beside the lighthouses.
You have the key and the door is open.
I will try to respond personally
Love and warmth of nest,


Cristina Castello


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Ciao,


Grazie per la tua voce.
Arma celeste la parola, con essa lavoriamo per fondare un mondo
dove la vita sia arte, così come l'arte è vita.
Con impegno. Con le mani aperte come passeri in volo, per dare.
Con fame di luce, luce di poesia e amore per gli altri,
possiamo cambiare il mondo.
Ancora e comunque.
Sempre ti aspetterò nel deserto delle maschere
e vicino ai fari.
Hai le chiavi e la porta è aperta.
Mi impegno a risponderti personalmente.
Con affetto e calore di nido,






Cristina Castello

sábado, 9 de enero de 2010

Thea Delavault: Federico García Lorca: Maestro de la poesía y del teatro español del siglo XX

Vale más canción humilde que sinfonía sin fe. J.C.
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Maestro de la poesía y del teatro español del siglo XX, disfrutó de una vida breve e intensa entre dos fechas claves en la historia de España, el Año del Desastre (1898) y la Guerra Civil (1936). Su rastro es inolvidable. Poeta y dramaturgo; Nació: el 5 de junio de 1898 (en Fuente Vaqueros, Granada). Murió: el 19 de agosto de 1936 (en Granada), asesinado por los soldados falangistas al comenzar la Guerra Civil. Destaca por: su poesía, por su diferencia al resto y por ser víctima, injusta, de una guerra . ¿Sabías que? el poeta perteneció a la Generación del 27


“La obra maestra era él.” (Buñuel, 1984)


Federico García Lorca, el poeta español más famoso del siglo XX y el mayor dramaturgo desde el Siglo de Oro, vivió una vida corta pero intensa entre dos fechas clave en la historia de España, el Año del Desastre (1898) y la Guerra Civil (1936). Creció en un pequeño pueblo de Granada, Fuente Vaqueros, rodeado de naturaleza y de gente sencilla que ni siquiera soñaba con traspasar los límites del municipio y que vivía para trabajar la tierra. Sin embargo, la familia de Federico era inusual. A su saneada situación económica se unía el gran talento musical y artístico que poseía. Los padres de Federico, liberales y católicos, eran ávidos lectores y grandes amantes de la literatura. Como mera anécdota, en su libro Vida, pasión y muerte de Federico García Lorca, el hispanista Ian Gibson cuenta cómo su madre leía obras de Victor Hugo en la cocina a sus sirvientes, y cómo a ellos se les saltaban las lágrimas de emoción.


Lorca heredó el talento de su familia. Era un artista innato: a menudo sorprendía a sus invitados con una canción o se tiraba al suelo fingiendo que moría (un número que solía hacer en las fiestas para asustar a la gente). Cuando leía sus poemas en alto, su audiencia quedaba extasiada con sus palabras y su presencia. Todo lo que hacía, lo hacía con duende. Pablo Neruda dijo de él que era “mágico y moreno y traía la felicidad”, aunque en ocasiones también podía ponerse melancólico.


A pesar de que sus vecinos eran prácticamente analfabetos y de que vivían en un ambiente humilde, eran gente de carácter y de gran personalidad. Lorca les describió junto a su entorno en poemas y obras con tal sensibilidad y magia que muy pronto se convirtió en el líder de una generación literaria vanguardista, la Generación del 27. Entre sus coetáneos y amigos estaban Luis Cernuda, Jorge Guillén, Pedro Salinas, Rafael Alberti y María Zambrano. En la mítica Residencia de Estudiantes de Madrid entabló amistad con el poeta Pablo Neruda, el artista catalán Salvador Dalí y el director de cine Luis Buñuel.


El poeta granadino fue quien dijo: “En todos los países, la muerte es un fin. Llega y se corren las cortinas. En España, no. En España se levantan… Un muerto en España está más vivo como muerto que en ningún sitio del mundo” (1933). Y en Lorca esto no pudo ser más cierto. El 9 de agosto de 1936, al comienzo de la Guerra Civil, los soldados falangistas –para los que Lorca representaba todo lo que odiaban- le arrastraron a un descampado, le dispararon y tiraron su cuerpo a una fosa. Se convirtió al instante en un mártir y un mito. Tras su muerte, el Gobierno de Franco trató de borrar su rastro por completo. Se prohibieron y censuraron sus libros hasta la muerte del dictador en 1975. Dicen que los soldados trataron de callarle, de cortarle la lengua, pero sólo pudieron silenciar al poeta temporalmente, ya que tras su muerte, su voz se siguió escuchando con más fuerza.


Lorca murió hace 70 años y desde entonces los homenajes a su figura han sido constantes. El 19 de agosto de 2006, un grupo de artistas, escritores y políticos de todo el mundo se reunieron para conmemorar el 70 aniversario de su fusilamiento. En noviembre 2007 se celebró un homenaje al poeta granadino en la Casa-Museo Huerta de San Vicente de Granada. 31 artistas realizaron obras de distintas disciplinas que se expusieron en la residencia de verano de Federico, complementando su arquitectura, su decoración y su ambiente. Por ejemplo, Cristina Iglesias, realizó un mural colocado frente a la cama del poeta, para que él pudiera verlo tumbado en ella; Franz West elaboró una escultura con imágenes del poeta; Enrique Morente creó la banda sonora de la exposición, adaptando, como ya había hecho antes, varios poemas de Federico. Distintas disciplinas se dieron la mano en esta exposición, que dada la importancia literaria e histórica de Lorca, no será la última. En septiembre 2006 se estrenó además el documental Lorca, el mar deja de moverse -dirigido por Emilio Ruiz Barrachina-, basado en la muerte del poeta granadino y en las circunstancias que la rodearon, que se han vuelto igual de fascinantes que su vida. El documental trata varios aspectos, entre ellos qué fue de su cuerpo y si se debería iniciar su búsqueda. Este tema sugiere otros más polémicos relacionados con la Ley de la Memoria Histórica y con el tratamiento del Gobierno español al silencio que rodea a la Guerra Civil. Sólo ahora, quizá debido al nuevo Gobierno de izquierdas de Zapatero, se empiezan a realizar leves intentos para comprender e interpretar lo que realmente ocurrió.


Lorca el poeta:


“El silencio sin estrellas, huyendo en sonsonete, cae donde el mar bate y canta su noche llena de peces.” (Lorca, Preciosa y el viento, 1928)


Lorca trabajó la poesía desde que empezó a escribir, aunque probablemente sus versos ya florecían en su cabeza mucho antes. Su primera colección de poemas, Impresiones y paisajes, se publicó en 1918. Un momento crucial en la carrera literaria de Lorca fue la Fiesta del Cante Jondo en 1922, un festival folklórico y gitano donde encontró la inspiración para su obra. El Poema del Cante Jondo (1931) y el Primer Romancero Gitano (1928) le convirtieron en el ‘poeta de Andalucía’. El fuerte choque cultural que supuso el exilio a Estados Unidos, dio lugar a una de sus obras más conocidas, Poeta en Nueva York (1940). A pesar de lo que sufrió por estar lejos de su familia durante tanto tiempo, se convirtió en un magnifico embajador de Andalucía por donde fuera que pasara.


Lorca el dramaturgo:


“Creo sinceramente que el teatro no es ni puede ser otra cosa que emoción y poesía, en la palabra, en la acción y en el gesto.” (Lorca, 1931)


La primera obra teatral de Lorca, El maleficio de la mariposa, trataba del amor imposible entre una cucaracha y una mariposa. Fue un completo fracaso. Afortunadamente esto no desanimó a Lorca, que se dedicó a desarrollar aún más su teatro experimental, utilizando desde marionetas hasta un drama surrealista –rebelándose así contra el teatro realista de la clase media–. En 1931 fue nombrado director de la compañía de teatro estudiantil La Barraca, subvencionada por el Gobierno, que viajó por toda España representando piezas clásicas españolas en pueblos que no habían visto jamás una obra de teatro. En esta época escribió una serie de obras, conocidas como ‘tragedias folklóricas’, que se convirtieron en sus piezas más famosas: Bodas de sangre, Yerma y La Casa de Bernarda Alba. Las tres relatan las dificultades a las que las mujeres se enfrentaban en la España rural. La estrecha relación que tenía con su madre, el ser el único hijo varón y el más joven de la familia y su homosexualidad, pudieron ser los factores que caracterizaron la mirada de Federico, uno de los escritores que mejor han retratado a la mujer en la literatura. Escribió una sola obra sobre el amor homosexual, El Público, que data de 1930 y que hasta 1970 no vio la luz.


En todas su obras, su imaginería era rica y metafórica, pero cuando le preguntaban por ella, aseguraba que lo único que hacía era describir su entorno, sin tratar de embellecerlo o exagerarlo. Su mundo era así de sustancioso y mágico, y el teatro le permitía emplazarlo en el escenario.


Hay voces que son imposibles de acallar, al igual que hay miradas que por más que se eviten, atrapan a quien se cruza ante ellas. Federico García Lorca poseía ambas cosas y la capacidad de transmitirlas mediante la palabra. Su palabra. El legado de nuestra historia.