Visítenos ahora en

Visítenos ahora en www.juliocarmona.com

martes, 10 de noviembre de 2009

Leo Castillo: "Buen gusto del ensayo"

Vale más canción humilde que sinfonía sin fe. J.C.



El año 1571 Michel Eyquen, habiendo renunciado al cargo de Consejero del Parlamento, toma una de las más trascendentales decisiones en la historia del pensamiento: recluirse en el castillo de Montaigne con el propósito de entregarse ya para siempre a la lectura y meditación, como un camino que lo conduce hacia sí mismo, a lo largo y hondo de una drástica clausura que se prolongará veintiún años. En 1572, caballero de la Orden de San Miguel, gentilhombre ordinario de la Cámara del Rey, inicia la composición sistemática en una prosa cuidadosamente descuidada (*) de una numerosa serie de textos; "un habla simple e ingenua, tal en el papel cual en la boca; un habla suculenta y nerviosa, corta y apretada; no tanto delicada como vehemente y brusca; más bien difícil que aburridora; alejada de la afectación, desarreglada, descosida y audaz; cada trozo forma un cuerpo; no pedantesco, no frailesco, no abogadesco" que llamará, para siempre, Ensayos. Que la palabra es nueva, pero vieja la cosa, ya Bacon lo apunta.

Edmund Gosse ha declarado que el ensayo es "un escrito de moderada extensión, generalmente en prosa, que de un modo subjetivo y fácil trata de un asunto cualquiera". Este Proteo de los géneros literarios se caracteriza por la presencia explícita del autor, al punto que Michel, ya sin el apellido paterno Eyquen, sino de Montaigne, en nota del autor al lector advierte que se podrá encontrar con rasgos de su condición y humor, "porque es a mí mismo a quien pinto (…) yo mismo soy el asunto de mi libro". Tan personal es su ejercicio, que tiene de sus apetencias y rechazos, siendo trasunto fiel de su paladar, y sus ideas "sufren todos los síntomas de los fenómenos alérgicos", donde no se descarta aun el recurso de voces obscenas. Su carácter es incidental, indiferente incluso a todo plan riguroso, así que Guez de Balzac denuncia que en Montaigne cada frase podía ser un principio o un final, sabiendo el autor lo que estaba diciendo, pero no lo que iba a decir, algo como apuntes para un desarrollo ulterior. Desenfado, llaneza, una conversación junto al fuego, su carácter informal exige una pluma madura.

Entonces el periódico se convierte en un medio ideal para la práctica del ensayo, lo que comporta ciertos mortales riesgos, dado que el autor "en el ardor de la invención prodigará sus pensamientos en un exuberante desorden y el apremio de la publicación no tolerará que el juicio los revise o los modere", según se queja el doctor Johnson. Con The Tatler (1709) y The Spectator (publicación diaria entre 1711-12), Addison y Steele dan inicio a la gallarda tradición de los ensayistas en los periódicos. The Rambler, de Samuel Johnson (también mantiene el Idler), aparece dos veces por semana entre 1750-52.

Descartes, Pascal, el cáustico Voltaire, Rousseau… Pero tal vez Francia es almáciga, y la patria donde se aclimata el ensayo como originario sea Inglaterra: Swift, Coleridge, Hazzlit, De Quincy, Rushkin, Stevenson, Wilde, Woolf…, por no fatigar al lector, son una morosa lista que ilustra el aserto.

Habitualmente en Le Monde, The New York Times como en los más grandes diarios contemporáneos, se hayan ensayos que comprometen la crónica, la literatura, la ciencia o la historia. En Colombia, a falta de escritores, no hay más ensayistas en la prensa, que nuestros columnistas domésticos son los llamados de opinión igualmente doméstica, panfletistas, o bien literatos agotados en sus mezquinas y flebles consideraciones capillescas, el chisme gremial, sin cosa honorable que proponer..

[Leo Castillo, poeta y narrador colombiano]

© mediaIsla

lunes, 9 de noviembre de 2009

Juan Víctor Alfaro y otros: Comunicación con Eduardo González Viaña

Vale más canción humilde que sinfonía sin fe. J.C.


LA CHANCHERÍA (LÉASE EL CONGRESO DEL PERÚ) OFRECE CONDECORACIÓN A EDUARDO GONZÁLEZ VIAÑA

EL MISMO ESCRITOR COMUNICA EL HECHO

7 de noviembre de 2009
Comparto con ustedes una gratísima noticia
Queridos amigos del Correo de Salem: El Congreso del Perú me acaba de ofrecer su más alta condecoración en reconocimiento de mi modesta tarea literaria.
El 26 de noviembre a las 6:30 pm en el local legislativo será la ceremonia en la que además compartiremos un vino de honor. Me gustaría que todos ustedes -los residentes en el Perú- estuvieran allí. Por este mismo medio les voy a hacer llegar la tarjeta correspondiente aunque basta con presentar el DNI.
Les ruego que reenvíen esta información entre sus amistades. Ojalá nos veamos todos en el Congreso el 26 a las 6:30pm. Vuelo a Lima para estar presente. Gracias siempre.

EL MODESTO ESCRITOR JUAN VÍCTOR ALFARO LE HACE UN LLAMADO A LA RELEXIÓN AL GRAN ESCRITOR

07 Nov 2009

Respetado escritor,
yo me había hecho la imagen de usted como la de un escritor contestatario o, por lo menos, refractario del oficialismo granjero (de granja) de nuestra dolida república. Pero su aceptación de esa condecoración deshace la imagen ideal formada. Y con ello se demuestra lo que toda persona realista sabe (o debe saber) que de la idea a la realidad hay una gran distancia.

Provecho por su medalla que, obviamente, está manchada con la sangre del pueblo peruano que ese congreso sabe derramar sin miramientos (y en esto no caben "honrosas excepciones").

Su calidad de escritor no necesita ni merece ese tipo de "reconocimientos". Su calidad personal, tal vez, sí.

Aur revoir Vallejo en el Infierno.
Arrivederci Dante en el corrido.
Juan Víctor Alfaro.

RESPUESTA DE EDUARDO GONZÁLEZ VIAÑA A JUAN VÍCTOR ALFARO

Muchas gracias, estimado Juan Víctor, por tu carta. La escribes con inteligencia, generosidad y respeto, y por eso te la contesto. El premio que recibo ha sido discernido por una comisión multipartidaria del Congreso de la República, que también es una entidad plural. Representantes que expresan muy diferentes modos de ver el mundo y de encarar el problema del Perú lo han aprobado.

Como tú sabes, ya que mencionas mis libros más recientes, mi actitud de toda la vida ha sido contestaria. Lee, por favor, lo que seguiré escribiendo. Ya verás que nada ha cambiado. Recuerdas al grillo en el cuento de Pinocho?. El bichito susurraba en el oído del niño de madera lo que pensaba que hacía mal o bien, era su conciencia. Los intelectuales deben ser como ese grillo con la sociedad y con los otros intelectuales. Por eso me parece respetable tu carta y respetable tú mismo. Me da mucho gusto conocerte.

Eduardo González Viaña

CONTRARRESPUESTA DE JUAN VÍCTOR ALFARO A EDUARDO GONZÁLEZ VIAÑA

Escritor
Eduardo González Viaña

Muchísimas gracias, respetado Eduardo, por leer y responder mi mensaje, con la modesta opinión de un dilettante literario, y que en efecto respeta a los escritores que se lo merecen, y como en ese merecimiento se encuentra usted y su obra, opté por la acción generosa (que, usted, con perspicacia, ha sabido discernir) de advertirle (y ahora pedirle) que no acepte esa condecoración de una INSTITUCIÓN que está totalmente desprestigiada hoy por hoy y desde siempre (las personas que usted busca rescatar como muestras de pluralidad no hacen sino confirmar la regla, pues en su diversidad se pueden unir para darle el homenaje a usted como para permitir que se venda nuestro territorio a las grandes transnacionales y sin el menor reparo: el Congreso es no sólo la cueva de los mediocres sino la cocina de las injusticias de toda la vida).

Ya durante el primer gobierno aprista se enlodó la imagen de Julio Ramón Ribeyro otorgándole la Orden del Sol (que es mucho más “notable” que la condecoración ofrecida a usted) y, por supuesto, Ribeyro es más grande que esa medalla, pero ésta no deja de seguir manchando su camino independiente y por el cual era digno de admiración; sin esa condecoración esa admiración sería absoluta; un gobierno criminal la relativizó. Las cosas no han cambiado nada, desde entonces.

Usted está a tiempo de librarse de ese baldón. Se lo digo con la honda preocupación que mi respeto por su obra me obliga; hágalo por su querido Vallejo: ¿cree usted que él habría recibido una condecoración de algún gobierno, sea cual fuere?, ¿él que dijo: "No volveré al Perú, mientras quede piedra sobre piedra"? Por último, la mía no es sólo una apreciación aislada. Hay otras voces que se unen a la mía, y que a continuación le transcribo. Son una muestra de lo que piensa un gran sector de nuestro pueblo. Su rechazo de esa condecoración lo enemistará con los sátrapas del Congreso; pero lo reivindicará con el respeto del pueblo que es eterno, mientras que los gobiernos y las condecoraciones son pasajeros. Y usted como escritor con su obra va a ser analizado por el futuro no deje para entonces la mancha de este presente. Usted decide.

Juan Víctor Alfaro

OPINIONES QUE ADHIEREN AL RECLAMO DE JUAN VÍCTOR ALFARO

DE: Angel Gavidia Ruiz

Estoy de acuerdo con Alfaro. Pareciera que los años hacen más proclives a los hombres a las vanidades, entre ellas las crematísticas, claro. Por eso valoro más aquella frase de mi querido viejo Saramago: Soy mas viejo, por lo tanto más libre, por tanto más radical. Un abrazo. Angel Gavidia

DE: Roberto Beltran

Como es sabido son muy pocos los que piensan dos veces cuando de recibir honores se trata. Como persona opuesta al D.L. 882, del villano Fujimori, causa del caos en que se ha sumido a la educación superior en el país, me apena, por ejemplo, que Juan Diego Flores haya aceptado una distinción de la UPC, una de las universidades que se declara empresa con fines de lucro. Hace unos meses un distinguido intelectual fue "honrado" con un honoris causa por la universidad alas p.... otro gran negacio que ha poblado el mapa del país con sus sucursales. ¿Hasta cuando seguiremos soportando tanta infamia? Comparto su indignación. Roberto J. Beltrán.

DE: Roberto de la Flor

Del escritor Eduardo González Viaña tenía una imagen diferente. Lo conocí de vista en una feria en Miami donde compré un libro que lamentablemente no leí porque lo dejé olvidado en un hotel. Sin embargo había recibido las mismas referencias que destacan Gavidia, Alfaro y Beltrán, que González Viaña no era un escritor, como Mario Vargas Llosa, que vendía la pluma.
Creo que el ilustre escritor debería aclarar la situación puesto que -aunque no se acepte- implicaría un compromiso. Beto

DE: José Miguel Diez Salazar

Parece mentira, que a la Literatura la des personifiquen de esa manera; aceptando premios dudosos de quienes transgreden los niveles de honradez de nuestra Patria. ¡Cómo es posible llegar a esa bajeza! y sobre todo, de infames condecoraciones que burlan el sentimiento Nacional. El escritor y su obra es toda una decepción, ciertamente, inadecuada. El Sr. Alfaro está en toda su razón y es natural. Pepe Diez

domingo, 8 de noviembre de 2009

Edgar Borges: "Literatura: ¿Confrontación o sosiego?"

Vale más canción humilde que sinfonía sin fe. J.C.


El gusto es libre. Y relativo. Hay muchas literaturas. Y es sano que así sea. Sin embargo, quizá hoy, como nunca antes, una niebla global cubre buena parte de la obra literaria (que descubrirán los exploradores de un tiempo futuro).

La literatura enfrenta al lector a su imaginación. El sólo hecho de pensar es un ejercicio que invita a replantear cualquier realidad, por muy absoluta que ésta se pretenda. Despertar la inventiva del lector ha sido trabajo importante para los escritores de cualquier época y género. Charles Dickens, por ejemplo, en su momento fue considerado un autor de éxito. Incluso, era poseedor de una habilidad que le permitía vender muy bien su obra y su imagen pública. Pero, en paralelo a este valor (que hoy, quizá sería considerado "comercial"), ¿quién podría negar el poder fabulador de Dickens que (como telaraña) le posibilitaba al lector el conocimiento de nuevas realidades? Para hacer creíble una aventura, es necesario (de parte del autor) ubicar, en su justo equilibrio, documentación y palabra.

Hay otros escritores, un tanto más osados, que de manera planificada asumen el objetivo de incomodar al lector. Unos logran esto con el contenido y otros con el discurso; también hay quienes se valen de ambas estrategias para inquietarnos la existencia. Ejemplos hay muchos, desde el absurdo que, como telaraña, Franz Kafka arrojaba sobre historias cotidianas, hasta el juego laberíntico que proponía Julio Cortázar. En cada asesinato que cometía un personaje de Edgar Allan Poe había una apuesta por la indagación de la conciencia. Lo bestia y lo sublime, como en la vida, habita en los personajes de la literatura de confrontación interior.

No obstante, el siglo XXI nos ha caído encima con la saturación de una literatura de consuelo. Se trata de una avalancha de libros cuyo objetivo, más que enfrentar, pareciera ser estupidizar. ¿Quién dijo que La metamorfosis de Kafka o El extranjero de Camus no entretienen? Sí, entretienen a la estupidez mientras ponen a trabajar a la inteligencia. La literatura de consuelo asalta cualquier tema y lo banaliza, lo desdibuja, como si su función fuese darle a la palabra un uso adormecedor.

En la otra acera, la de la madre calle, está la ficción que derrumba y construye realidades. Ya lo sabemos, la ficción es una mentira (otra realidad) bien contada. Pero, para lograr levantar historias confiables, hace falta, más que un tema, la convivencia entre documentación, verosimilitud y verbo. Lo que se le cuestiona a Dan Brown, por ejemplo, no es que pretenda (y lo pretende) contar historias de catedrales, sino el bajo nivel investigativo y verbal que dispone para alcanzar su meta (el otro día soñé que Dan Brown se había encontrado con Arthur Rimbaud en pleno desierto. El primero reaccionó como si se tratara de una pesadilla; mientras, el segundo, a larga distancia supo que todo era un espejismo).

Lo peor de estos espejismos es que a partir de que algo semejante se convierte en una realidad impuesta (por el mercado), aumentan los asaltos a toda clase de temas. Recuerdo el Fantomas que Julio Cortázar puso a luchar contra un exterminador de escritores. Se me ocurre que hoy necesitamos un superhéroe (quizá el mismo lector) que batalle contra los asaltantes de literatura.

A propósito de la publicación de Caín, la nueva novela de José Saramago, Pilar del Río, periodista y esposa del escritor, asegura que "estamos ante un libro que no nos dejará indiferentes, que provocará en los lectores desconcierto y quizá alguna angustia". Y, por si surgiera temor en algún posible lector, Pilar aclara que "la gran literatura está para clavarse en nosotros, lectores, como un puñal en la barriga, no para adormecernos como si estuviéramos en un fumadero de opio y el mundo fuera pura fantasía". Sobre el tema, el propio Saramago sostiene que escribe para "desasosegar profundamente" al lector.

Pero no nos alarmemos; la gran literatura goza de muy buena salud. Sólo ocurre que, en tiempos de niebla, anda transitando los subterráneos del mundo.

Edgar Borges, escritor venezolano.

sábado, 7 de noviembre de 2009

Bertolt Brecht: "Nuestras derrotas no demuestran nada"

Vale más canción humilde que sinfonía sin fe. J.C.





HOMENAJE A BERTOLT BRECHT

Cuando los que luchan contra la injusticia
muestran sus caras ensangrentadas,
la incomodidad de los que están a salvo es grande.

¿Por qué se quejan ustedes?, les preguntan.
¿No han combatido la injusticia? Ahora
ella los derrotó.
No protesten.

El que lucha debe saber perder
El que busca pelea se expone al peligro.
El que enseña la violencia
no debe culpar a la violencia.

Ay, amigos.
Ustedes que están asegurados,
¿por qué tanta hostilidad?
¿Acaso somos
vuestros enemigos los que somos
enemigos de la injusticia?

Cuando los que luchan contra la injusticia
están vencidos,
no por eso tiene razón la injusticia.

Nuestras derrotas lo único que demuestran
es que somos pocos
los que luchan contra la infamia.
Y de los espectadores, esperamos
que al menos se sientan avergonzados.

viernes, 6 de noviembre de 2009

Ricardo Dolorier: “Flor de Retama”

Vale más canción humilde que sinfonía sin fe. J.C.


Homenaje a Ricardo Dolorier, autor del huayno:

FLOR DE RETAMA

Vengan, muchachos, a ver,
ay, vamos a ver
en la plazuela de Huanta
amarillito flor de retama,
amarillito amarillando
flor de retama.

Donde la sangre del pueblo
¡ay! se derrama
ahí mismito florece
amarillito flor de retama,
amarillito amarillando
flor de retama.

Por cinco esquinas ya están
los Sinchis entrando están:
Van a matar estudiantes,
huantinos de corazón,
amarillito amarillando
flor de retama;
van a matar campesinos,
huantinos, sin compasión,
amarillito amarillando
flor de retama.

Los ojos del pueblo tienen
hermosos sueños,
sueñan el trigo en las eras
el viento por las laderas
y en cada niño una estrella.

La sangre del pueblo tiene
rico perfume
huele a jazmines, violetas
geranios y margaritas
a pólvora y dinamita.
¡carajo!
a pólvora y dinamita.

jueves, 5 de noviembre de 2009

Antonio Correa Losada: "Esa rara sensación de escribir"

Vale más canción humilde que sinfonía sin fe. J.C.




(Desde Quito, nuestro corresponsal y aliado, el escritor y gestor nos manda una breve y hermosa columna, sobre el estupor y la sorpresa que le producen las críticas, percepciones y develaciones que los lectores hacen de sus poemas, especialmente los contenidos en su último trabajo, Crónica del Magdalena River. Gracias a esos alumbramientos del otro, Correa empieza a re-conocerse).

Todo poeta sabe bien que el poema es un ser bifronte. Por un lado un instrumento que nos obliga a entrar en confrontación constante con uno mismo y por otro, el gran instrumento de la comprensión humana.

Toda escritura lleva el ritmo desazonado de vivir. Al escuchar diversos comentarios sobre mi último libro de poemas Crónica de Magdalena River, publicado por Ediciones El Búho, en 2008, me embargó una extraña sensación de perplejidad, pues, no pensé que a mis poemas los invadiera una atmósfera dura de tristeza. Luego, comprendí que los lectores encuentran con precisión lo que un texto dice, cuando asocian las palabras a esa rara costumbre que tienen los locos de hablar solos y, que bien, podría identificarse con el oficio de escribir.

Quise responderle a mis amigos (no sin cierto pudor), que me hubiese gustado hacerlo desde el estado alegre de la condición humana, pero que me tocó en suerte hacerlo desde la oscilante mecánica de la desolación, como una forma de exorcismo personal contra la muerte, que aún, sobre nuestra resistencia nos vincula con el mundo. Toda escritura nace de su entorno y el escritor no es consciente de cómo se va impregnando de esa fuerza.

De niño trepaba, al amanecer, los muros del matadero de mi pueblo y con ojos espantados miraba el sacrificio de las reses que soltaban un profundo aullido hasta morir.

Nací en uno de los pueblos del sur, cuando aún era un valle verde y silencioso, cerca de las majestuosas y solitarias estatuas de San Agustín. En la parte alta del valle nace un río, que de un tajo baña toda la geografía de Colombia. Allí vi a los muertos que bajaban en mulas hasta la tienda de abarrotes que tenía mi padre en la entrada del pueblo. La dura historia de hombres y mujeres que nacimos en el año cincuenta.

Pero, la lectura en su cabalismo profundo es la que fija la terca sensación de escribir. Las noches, eran una lancha silenciosa rozada sólo por el crujir de las flores de plátano en el patio de la casa, donde era llevado por las hojas interminables de los libros, en suave y alterado embrujo hasta el amanecer.

Ahora, después de varios años los libros abiertos, exactos y graduales, esperan con paciencia su turno hasta la relectura. Mi biblioteca es un asunto en caos, donde pasea un animal ansioso y, bajo el llamado del antiguo vicio, los libros, gratos y soberbios, me lanzan a escribir mi propia desazón en un papel en blanco.

Siempre nos preguntamos ¿Qué es la poesía? Se ha respondido que es el estilo particular que tienen los individuos para comunicarse consigo mismo y con los demás. Ricardo Cassiano, poeta portugués, la definió con abrumadora sencillez, como “Una isla rodeada de palabras por todas partes / escritas con el sudor de la frente / de un hombre (o una mujer) que tiene(n) hambre como todos los hombres (y mujeres)”.

En mi doble condición actual de ciudadano de dos países, Colombia y Ecuador (recibí la honrosa distinción de ciudadano ecuatoriano en el 2008), me he preguntado si la poesía obedece a una región o a un país. Entonces, si en el Caribe existe una literatura del Caribe ¿podemos hablar en los Andes de una literatura andina? Con este interrogante en la cabeza, como coordinador del Encuentro Internacional de Escritores convocado por el Gobierno de Pichincha el año pasado, escribí al poeta Mario Montalbetti, de Perú, invitándolo a participar con un tema enrumbado en esta dirección.

Al conocer su ponencia, Poesía & Nación, que en uno de su apartes dice: “No crece en mí ninguna envidia patriótica al saber que Neruda haya sido chileno o Seamus Heaney sea irlandés o Marianne Moore norteamericana o Adoum ecuatoriano o Pessoa portugues”. Al señalar este breve fragmento y gozar de la lectura a lo largo de su lúcido ensayo, comprendí la importancia y peligros del asunto.

Se ha dicho con meridiana claridad, que la poesía, precisamente por ser una actividad central del espíritu humano, no pertenece a ningún lugar determinado. Así, Octavio Paz, cuando se refiere a la lírica sueca, dice: “entre sur y oeste hay un infinito número de puntos: una infinidad de caminos equivocados. Quizá por eso los Aztecas y otros pueblos más cuerdos que nosotros creían que los puntos eran cinco: Norte, Sur, Este Oeste y Centro”.

Pero a pesar de todo, los individuos nos extraviamos con gran facilidad. Lo desconocido nos rodea aunque sepamos el nombre de nuestros vecinos, porque no estamos seguros de nuestra propia identidad.
(Texto tomado de Con-fabulación Periódico Virtual ).

miércoles, 4 de noviembre de 2009

FALLECIÓ CLAUDE LEVI-STRAUSS

Vale más canción humilde que sinfonía sin fe. J.C.

FALLECIÓ CLAUDE LEVI-STRAUSS

Se anunció hoy el fallecimiento, ocurrido el pasado domingo, del último gigante del pensamiento francés, fundador de la antropología moderna. El año pasado, al cumplir cien años había sido homenajeado con una jornada dedicada a él y a su obra en el Museo del Quai Branly, una exposición en la Biblioteca Nacional y la publicación o reedición de numerosos libros suyos.

"Odio los viajes y los exploradores …": así de radical hubo comenzado, uno de los viajeros y exploradores más prolíficos del siglo XX su autobiográfico "Tristes Trópicos" (1955). El tono escéptico - aunque no cínico - era característico de quien tal vez haya visto demasiadas cosas y sufrido demasiadas decepciones como para dejar un hueco a la esperanza en el ser humano. Quizá esa distancia hacia las personas y hacia la vida en general le haya permitido a Levi-Strauss convertirse en un genial observador del ser humano.

Había estudiado filosofía y derecho, aunque lo aburrieron. Contaba con una vasta cultura clásica y literaria y también con profundos conocimientos en música clásica y contemporánea. Sin embargo, sus "tres amantes", como él las definía, fueron la geología, el marxismo y el psicoanálisis. Tanto la geología, como el marxismo y el psicoanálisis comparten una premisa: las cosas constan de estructuras y estas estructuras pueden ser descubiertas y analizadas en detalle

Pionero del estructuralismo, recorrió el mundo para comprenderlo y estudiar sus mitos, Lévi-Strauss obró por la rehabilitación del pensamiento primitivo, a veces con la mirada de un moralista. "A caballo entre filosofía y ciencia (...), su obra es indisociable de una reflexión sobre nuestra sociedad y su funcionamiento.

En 1931 obtuvo el título de catedrático de filosofía. Nombrado profesor en la Universidad de Sao Paulo, se trasladó en 1935 a Brasilia donde dirigió varias misiones etnológicas en Mato Grosso y en Amazonia. "He sido siempre un americanista a causa de la impresión imborrable provocada en mí por el Nuevo Mundo, a lo que se agrega el trastorno, que dura aún, causado por mi contacto con una naturaleza virgen y grandiosa (...) Creo que ningún otro continente necesita tanta imaginación para estudiarlo", escribió.

En 1941, debido a su origen judío que lo obligó a dejar Europa, se refugió en Estados Unidos, enseñó en Nueva York y conoció allí al lingüista Roman Jakobson, que tuvo una gran influencia sobre él. En 1949 asumió el cargo de subdirector del Museo del Hombre de París. En 1959, ocupó la cátedra de antropología social del Colegio de Francia, donde ejerció hasta su jubilación, en 1982. Doctor honoris causa por varias prestigiosas universidades (Oxford, Yale, Harvard, etc...), fue el primer etnólogo elegido miembro de la Academia Francesa (en 1973).

Entre sus principales obras figuran "Estructuras elementales del parentesco", "Antropología estructural" I y II, en las que aplica al conjunto de los hechos humanos de naturaleza simbólica un método, el estructuralismo, que permite discernir formas invariables dentro de contenidos variables, y "El pensamiento salvaje". Es también autor de "Mitológicas", obra de la que el primero de sus cuatro tomos ("Lo crudo y lo cocido") ilustra la oposición entre naturaleza y cultura.

En una de las escasas entrevistas que otorgó en los últimos años (en 2005), tras evocar su "deuda" con Brasil, afirmaba: "vamos hacia una civilización de escala mundial. En la que probablemente aparecerán diferencias, al menos hay que esperarlo (...). Estamos en un mundo al que yo ya no pertenezco. El que yo he conocido, el que he amado, tenía 1.500 millones de habitantes. El mundo actual tiene 6.000 millones de humanos. Ya no es el mío".

(Texto proporcionado por Adriana Riss).