martes, 19 de febrero de 2008
A LA MADRE DE UN MÁRTIR, Elsie Alvarado de Ricord
Un pañuelo a la madre, dadle un pañuelo blanco,
Que el llanto de una madre puede anegar el mundo.
Sólo quien es mujer y quien es madre
podrá asomarse a tu desgarramiento
Mujer que reconoces el cadáver de tu hijo,
Recoge de él su aliento para que no sucumba:
Ese aliento de lucha que superó al instinto
Al desangrar la vida por todos los que sufren.
Tú que eres invencible e inmortal, por fecunda,
Llora sobre sus ojos inmolados
Y clava en tu retina la razón de su muerte.
Vacia toda tu angustia, madre, porque algún día
Te exigirá la vida un corazón enorme
Para el valor supremo.
Tu vientre que ha alumbrado la humanidad, no cumple
Un castigo, comprende: cumple un adiestramiento.
Tus brazos que acunaron al niño tiernamente
Hoy se endurecen y alzan el cadáver del hijo.
Ni en la naturaleza ni en lo que el hombre ha creado
Hay una fuerza viva comparable a tus brazos:
Suaves, y a la vez férreos, y devotos, y enérgicos,
A través de los siglos se han hecho omnipotentes:
¡Las mujeres de Esparta los miran asombradas.
Todo el dolor humano, como a un mar, va a tu pecho:
La angustia de las clases explotadas,
El dolor de las razas sometidas,
El terror de las víctimas de las inquisiciones,
Se agrietan en tu pecho.
Y tu pecho lactando, fuente inexhausta, madre:
Te derramas de amor para salvar la especie.
Madre, qué singular transmutación ejerce
La historia sobre ti:
Por un fusil habrás de trocar tu pañuelo,
Tu rosario por una cartuchera
y tu canción de cuna por un himno guerrero.
Sólo tú que conoces lo que es el amor pleno,
Sólo tú eres capaz de ese gran crecimiento.
Qué indefinible esfuerzo desplegarás un día
Para guardar la nota de tu canción de cuna,
Para dejar una tiempo las rosas de Afrodita,
Su belleza y su aroma,
Por el sudor y el grito del amor colectivo.
Madre, el ser más perfecto de la naturaleza,
Tus brazos harán falta para librar al hombre.
Dale desde tus senos, con la vida, el arrojo;
Y en la miel de tus besos, la fuerza que precisa.
Un pañuelo a la madre del mártir, un pañuelo
Cuya inútil blancura, propicia para el llanto,
Se encenderá al contacto con la sangre del héroe,
Y será una bandera
En las manos inmensas de otros hijos del pueblo.
Elsie Alvarado de Ricord,
Panamá
lunes, 18 de febrero de 2008
CORRESPONSAL DE GUERRA, Manuel Jesús Orbegoso
Como una mosca impávida
Anduve alrededor
De varias guerras mundiales,
Mis amigos me llaman Corresponsal de Guerra.
Pero no lo soy ni lo he sido.
Apenas testimonié pasajes de esas guerras.
En Vietnam,
Frescos dibujos en las paredes de una escuelita
De párvulos luego de ser bombardeada
Por los norteamericanos.
Las cabecitas de los párvulos reventaron
Y sus masas encefálicas dibujaron en las paredes
Pequeños mapas como réplicas
De los países cómplices de la guerra.
En una tarde de pólvora y malos presentimientos,
El coronel levantó sus manos
Para darnos la bienvenida y nosotros avanzamos en el jeep.
Una bomba cayó a sus pies como una flor
Y solamente vimos la caída, no lo demás.
La bomba hizo volar en pedazos
Al coronel nigeriano
Y yo no pude decirle ni siquiera adiós.
En la frontera con Israel, un fedayín
Estaba por cruzar en pos de su tierra palestina
Y de pronto, vimos que se dobló y cayó al suelo.
Sus intestinos hicieron un dibujo abstracto
En una breve área del desierto extranjero.
Volteó los ojos en busca de amigos
O enemigos
No había nadie. Nosotros lo vimos
Morir despedazado,
Las alimañas lo miraban desde el cielo.
He recorrido calles manchadas de sangre
He visto nubarrones amenazantes
Y cielos muy tristes.
He visto rostros fieros,
Ciudades rencorosas y también lujuriosas.
El mundo es un burdel de rondas exquisitas
Y hombres indiferentes.
Pol Pot era culpado de genocidio.
Lo culpaban de más de un millón de muertos
Pol Pot no tenía los pómulos salientes
Como los asiáticos
Y más bien una sonrisa franca
Como los franceses.
Horas después de mi entrevista,
Vietnam lo arrojó del poder como a un perro.
Lo apresaron años después y lo exhibieron
A la prensa como a un mendigo.
Entonces, su corazón lo mató
De un solo disparo.
Las guerras son como un juego de pelota vasca
O un partido de futbol
Donde unos ganan y otros pierden.
Los niños en los alrededores juegan a la muerte,
Los viejos agónicos fuman cigarrillos simulados
Y las mujeres lloran al que mataron hace una hora.
Las guerras se dan por intereses creados o abusos de poder.
Las Malvinas no son de Inglaterra,
Pero Inglaterra tiene más poder que Argentina.
Los golpes de estado en el África son un juego.
Los negros del Tchad siempre como los de Ghana
Ordenan toques de queda a las 9 de la noche,
Nadie se mueve ni los que van en los tanques.
En tres meses más, el golpe le tocará darlo
Al otro equipo.
La guerra es como un juego de pelota vasca
O de futbol,
El que puede más, gana.
A veces ganan los que no deben ganar
Como pasó en Vietnam o pasará en Irak.
Entonces, la humanidad
Saldrá ganando.
Manuel Jesús Orbegoso,
Perú
domingo, 17 de febrero de 2008
DEL DOLOR COTIDIANO, Oswaldo Escobar Velado
Voy a cantar lo que nos duele cotidianamente
Y cae como una gota amarga
al corazón.
Voy a cantar los lunes que amanecen esperando
Agazapados mientras se abren las puertas
De las casas de préstamos
Para pasar por ellas.
Voy a cantar lo que otros poetas callan.
El dolor de los pobres es más bello
Porque es dolor exacto,
Recio,
Definitivo.
Pero el dolor de los pobres se canta a mi manera
Y yo canto gritando.
Una muchacha linda me saluda
Desde un Cadillac último modelo.
Yo la miro pasar, mientras un niño
Que habla con los ojos
Abre la golondrina de su mano.
Estas cosas amargas, cotidianas,
Se deben de cantar para abultarlas:
Porque ya no es posible que transcurran
Y que caigan.
¿Por qué no canta el pueblo alegremente?
NO me preguntes cosas tan estúpidas.
¿Cómo puede cantar el hombre que le falta
La estrella de la leche en la mañana?
¿Cómo puede cantar amaneciendo
Como un perro nocturno
Que tuvo que dormir en los portales?
¿Cómo puede cantar si no hay justicia,
Si sobran demagogos en la esquina,
Si todo es negro,
La noche, la mañana, el mes, hasta el vestido?
¡Y en medio de todo esto pensar que todavía
El poeta se pone una flor en la solapa!
Oswaldo Escobar Velado,
El Salvador
sábado, 16 de febrero de 2008
EPÍSTOLA A LOS POETAS QUE VENDRÁN, Manuel Scorza
Tal vez mañana los poetas pregunten
Por qué no celebramos la gracia de las muchachas;
Tal vez mañana los poetas pregunten
Por qué nuestros poemas
Eran largas avenidas
Por donde venía la ardiente cólera.
Yo respondo:
Por todas partes oíamos el llanto,
Por todas partes nos sitiaba un muro de olas negras.
¿Iba a ser la Poesía
Una solitaria columna de rocío?
Tenía que ser un relámpago perpetuo.
Mientras alguien padezca,
La rosa no podrá ser bella;
Mientras alguien mire al pan con envidia,
El trigo no podrá dormir;
Mientras llueva sobre el pecho de los mendigos,
Mi corazón no sonreirá.
Matad la tristeza, poetas.
Matemos a la tristeza con un palo.
No digáis el romance de los lirios.
Hay cosas más altas
Que llorar amores perdidos:
El rumor de un pueblo que despierta
¡Es más bello que el rocío!
El metal resplandeciente de su cólera
¡Es más bello que la espuma!
Un Hombre Libre
¡Es más puro que el diamante!
El poeta libertará al fuego
De su cárcel de ceniza.
El poeta encenderá la hoguera
Donde se queme este mundo sombrío.
Manuel Scorza,
Perú
viernes, 15 de febrero de 2008
CARTA A VIOLETA, Gustavo Válcarcel
Te escribo desde tu propio hogar
Ciudad de México, 19 de noviembre,
Enfermo como estoy en nuestra cama vieja
Sintiendo despeñárseme la sangre
En pos de ti, río inacabable.
Sobre la almohada, a mi lado
Tibio yace tu último sueño
Ahora en cambio la ciudad acoge
Tu vehemencia de ola, tu vigilia de amor,
Recorriendo el pan nuestro
Que hoy día te lo debemos todos.
Antes yo te escribía desde mi juventud
Convertida en un gran reloj de cárcel
En romance de piedra, en pasto policial,
En tristeza y tristeza de mis ojos proscritos.
Incomunicado, entonces te escribía
Desde una celda o cueva
Donde tu nombre era lo único viviente.
Luego seguí escribiéndote
Desde Antofagasta, frente al Mar Pacífico,
Desde Puerto Barrios, frente al Mar Atlántico,
Desde Oaxaca, frente al tiempo,
Desde ti, frente al cielo, en la orilla del mundo.
Y aun cuando te miran mis hijos fijamente
Me parece que son frases sus miradas
De un alfabeto que fui incapaz de escribir.
Después de tantos meses de silencio
Sentí esta mañana el deseo de escribirte
De escribirte una cosa muy sencilla:
Para tanto amor, hemos sufrido poco,
Para tanto amor, hemos hablado poco,
Para tanto amor, no hemos vivido nada.
Vivir -¿me oyes?- vivir un día nuevo
En el que nadie nos persiga
Ni nadie nos embargue
Ni se nos corte la luz por unos pesos
Ni se nos acuse de extranjeros.
Vivir un día nuevo
En el que trabajemos sin lágrimas ni odios
Pudiendo sentirnos camaradas de todos
Y en el que por fin nos sea devuelto
El Perú de nuestras entrañas, nuestro Perú del llanto.
Vivir -¿me oyes?- vivir un día nuevo
En el que la vergüenza no nos astille el ojo
Como cuando se enteran nuestros hijos
De esta paternal orfandad de dos monedas.
Vivir un nuevo día. Un día, en suma,
En el que podamos cantar todos los hombres
Después de sentarnos en la yerba
A jugar a la comidita
-Como dice nuestra hija-
Sin que a nadie le falte de comer.
Sobre esta nueva vida deseaba escribirte
Ahora que marchaste temprano a rescatar
Nuestros libros del camarada Lenin
Nuestros cuadros de Flores y Gutiérrez
Y tu reloj y mi reloj embargados por los mercaderes.
Desde la calle me llega
El gorjeo de nuestros pequeños peregrinos
La sinfonía de la clase obrera
El clamor del mundo.
Estoy enfermo, solo, y este quinto piso
Parece un subterráneo sin ustedes.
¿No demorarás?
Sobre la almohada, a mi lado,
Tibio yace tu último sueño.
Encargo a mis versos una rosa para él
Pero hasta flor de la palabra
Cuando quedo solo
No puedo olvidar la espina
Del tiempo que sufrí.
Ven pronto, cielo junto al cielo,
Surca calles, vuela plazas,
Sube corriendo los pisos de nuestra altísima pobreza.
Aquí te espero, en esta cama vieja,
Que tanto tiene de mí,
De tus sueños cercanos, de tus cartas lejanas,
De nuestros desvelos por los compañeros
Los presos del Perú y el mundo
Los perseguidos del Perú y el mundo
Los explotados del Perú y el mundo.
Ven pronto, estrella y mar, música terrestre
Aquí te espero y mientras llegas
Empezaré a amar el porvenir
Hecho luz entre tus ojos
Pan en las manos de los niños
Leche en tus senos, ala en tu voz,
Verso en tu cuerpo, rayo en tus labios
Eternidad en tu grito de gran madre
Rosa roja en tu pasión de comunista
Y alba en todo lo tuyo que me estoy llevando al sueño.
Escribiéndote duermo, camarada,
Seguro de que, al despertarme, juntos
Gozaremos el resto de la lucha
Tomados de la mano hasta que caiga yo
Hasta que quepan mis huesos en la tierra nuestra
Hasta que mi sangre se despeñe en ti
Río inacabable, vida, vida...
Gustavo Valcárcel,
Perú
jueves, 14 de febrero de 2008
ELOGIO DE LA INFANCIA, Juan Ojeda
Porque será la tierra en sus dones primeros:
Herbajes fecundos, el ruido del tordo en los riscos,
Y agua sonando, sonando. Vivimos
Esperando un objeto de presagios, la razón
De una edad nueva, el tiempo de las vides tiernas,
No tierra árida, no oscuros promontorios.
¿Quiénes murmuran allí, en esos huesos blancos?
Hendimos las raíces en un desierto de osamentas,
Mansiones recamadas de ámbar, pedrería
En las escalinatas, dorado acanto
Sobre los capiteles. Oh ciudades, éstas son las ruinas.
Construiremos, niño, la nave fuerte
Y desde allí, descendiendo a las breñas:
Las ramas plateadas sobre la fuente,
El musgo en luminosa profusión, la escarcha
Brillando en cada hoja violeta, el polen rosado. Pero mira:
Comerciantes obesos, cabritilla y vestimenta olorosa a espliego,
La charla a mediodía bajo los pórticos tallados,
Devaneo y miseria. Nosotros esperamos otra tierra.
¿Qué presente o pasado nos conduce
A nutrir el tiempo futuro? La delectación en la carne,
El café a medianoche después de una agotadora lectura.
¡Conocimientos! ¡Conocimientos! La sonrisa aparente.
Noche (como si el tiempo fuera la noche), a dónde caminamos?
“Por aquí permanecemos durante el verano, de día
Comemos langostas y en la tarde hacemos el amor.
Estas son las ruinas, hijo mío; no andes con prevaricadores,
Recibe consejo y prudencia que serán caminos en la noche.
Mira estas manos, bésalas
Y participa en el reino de la muerte, hijo mío.
No bebas agua impura; nuestros antepasados
Bebían en vajilla de plata, nosotros erramos
Con el candelabro quebrado, las manos quebradas,
La impostura útil. ¿Ves estos vestidos? La orla
Está gastada, el resplandor de otros tiempos
Gastado y nuestros cráneos vacíos”.
¡Oh infancia de futuros siglos, ya se escucha
La humana muchedumbre, se insinúan
Los tiempos de un orden nuevo!
Porque la tierra, niño, te cobijará
En sus dones eternos, porque ya se avecina
La edad de una historia fecunda: mira, mira estas ruinas.
Luego caminemos hacia los montes fértiles.
Juan Ojeda,
Perú
miércoles, 13 de febrero de 2008
POEMAS, Víctor Mazzi Trujillo
Poética
¿Quién ha traído esa luz
Que desciende hasta el corazón del agua
Donde los peces sueñan un secreto velamen?
¿Quién soltó esa flecha
Que aún vuela a través del bosque
Llevando un oscuro designio sin nombre?
¿Quién hizo esa melodía
Que llega cautelosa y descalza
Redactando azules mandatos de lluvia?
¿Quién, corazón, mío, quién?
Diario vivir
Tus ojos, mis manos, las voces
Erigen un árbol de aurirosados frutos,
Inclinan un rayo, tienden mil pájaros
Y salvan al dios del esfuerzo
Que transpira en la tierra.
Somos la presencia de la flor y la abeja,
El zumo de la sangre.
De nuestro amor crece la hiedra,
Se levanta la melodía nupcial del fuego,
Nácenle cifras azules al tiempo.
No hay obras ni edificios
Que no sepan de nuestro hondo misterio.
Somos el palpitante latido del mundo,
La clara verdad de la vida.
Canción a golpe de vida
Sin otro instrumento
Que una lata cualquiera
Me he puesto a cantar.
Golpeo la lata y canto,
Canto y golpeo la lata
(Un golpe de quebranto
Y otro de percusión).
Golpe a golpe va creciendo
El ritmo de mi canción.
No tengo otro medio
De lograr comunicación.
De este modo, claro está,
Muchas veces me equivoco,
Golpeo el canto y lato
Dentro de mi preocupación.
Víctor Mazzi Trujillo,
Perú