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jueves, 3 de diciembre de 2009

Héctor Berenguer:" La poesía y el hombre, un ensayo eterno" (1)


Vale más canción humilde que sinfonía sin fe. J.C.
"Si no vives para servir, no sirves para vivir" es el lema de www.vosquedepalabrasvives.blogspot.com


El destino de los pueblos está regido por las formas de sus pensamientos y sentimientos, ellos interactúan modelando su imaginario colectivo. Esa fuerza genera formas nuevas y con ellas produce sus propias circunstancias de organización social. Los pueblos, no son entes abstractos, son seres humanos que en una constante interacción con su medio ambiente deciden su avance o retroceso. Solo lo humano es histórico. Sabiamente describe el Mahabharatta: "el hombre se convierte en lo que piensa". ¿Y que piensa el hombre, cuando piensa lo que piensa y lo lleva a ser lo que es? ¿Sabe quién es? ¿O en su errancia camina sin darse cuenta de su entorno vital, diseña su propio futuro, qué bien puede ser alguna de las formas de autoextinción ya conocidas en el pasado o otras acorde a nuevas circunstancias que puedan producirse?


He aquí unas preguntas abiertas por nuestros antecesores ancestrales, que auque no puedan aclarar los misterios del presente, pueden dar alguna perspectiva para aquéllos que no hayan perdido el interés en el fenómeno humano y sus complejidades. Los homínidos, nuestros antepasados remotos, pero no tanto, provocaron en los sabios más de un malentendido. La aparición del australopitecus fue todo un desafío a la imaginación. Parece que estos antecesores del "homo erectus", como grupo zoológico, intentaron muchas veces, en extraña geometría disímil cruzar la "delgada línea de la hominización" y que algunos, lograron esa extrema metamorfosis entre lo indefinible y el actual grupo zoológico humano. Es decir, un animal capaz de pensar y transformarse autodiseñándose en lenta y plástica transformación, producto la más de las veces de la emergencia de las circunstancias que lo rodearon y que lo empujaron a ser lo que es, una parcela de infinito, tan cercana y lejana como una galaxia, encantado en el misterio de los lenguajes, que construyeron el habla. Parece sin embargo, que se han encontrado entre las muchas tendencias, diseños de homínidos y su lento devenir en los tiempos sin historia, más fracasos que éxitos. ¿Pero que sucedió? Es evidente que el: "alzamiento de la conciencia" fue una celebración, un triunfo, pero también hubo regresiones comprobables. Como si "sin la certeza animal" a unos que se les daba por homínidos o homo erectus fueron en realidad "regresiones muy próximas". ¿Fue entonces posible una regresión tan cercana? ¿Tan capaz de confundirse con la geometría corporal humana? ¿Qué los diferenciaría? ¿Dejaron de pensar los unos y perdieron su atributo humano? ¿Y los otros siguieron afrontando el riesgo de la azarosa existencia pensante? Tal vez el "HAZ DEL PSIQUISMO HUMANO", no fue ni será homogéneo, ni hegemónico, sino heterogéneo. No se despliega siguiendo un mismo patrón rítmico, sino un inmenso abanico de linajes. ¿Será siempre el hombre un paso hacia el hombre? ¿Por qué se supone que es uno solo de entre todos los linajes, el que participó del gran impulso, hacia donde la conciencia rompe sus cadenas, introduciendo la reflexión en los dominios de la vida, imprimiendo a la evolución un nuevo curso?


De la era de las evoluciones que se desenvuelven en cierto modo por inercia, característica inevitable del mundo infrahumano, entramos sin saber, con el hombre en la evolución conciente de sí misma. Ella introduce el factor más original y sin precedentes…"la inteligencia en expansión". Esa inteligencia fue posible por la aportación inestimable del lenguaje. No es tan importante el hombre que nos precedió sino la lección que nos deja. Su largo aprendizaje camino hacia el habla, es decir, camino a su asilo, a su morada. "Reflexionar sobre el habla de un modo tal que el hablar advenga como aquello que otorga morada a la esencia de los mortales". (M.Heidegger "De camino al habla")


"El hombre debe terminar lo que la naturaleza a dejado inconcluso" (Proverbio alquímico) . Según R. M. Rilke, nos llevaremos algunas palabras primordiales, quizás la palabra puente, casa, fuente, ánfora o árbol de las frutas, ventana o más, columna, torre? Cada uno se llevará las palabras que más haya amado. Como un mandala sagrado, una palabra penetra la creación hasta sus raíces profundas. En la materia parece existir un dios dolido que nos llama en espera que le revelemos los abismos de sus goces y sus penurias. Este acto de la creación es casi imperceptible, pero "modifica" la sustancia de la vida misma. El mismo Rilke decía en una de sus "ELEGIAS DE DUINO": "Porque el estar aquí es mucho/ y porque todo lo de aquí nos necesita en apariencia, lo evanescente/ lo que de una rara manera nos toca. / A nosotros los más evanescentes. Una vez cada cosa. / Solo una vez y no más. / Y nosotros también una vez. Nunca jamás. / Pero este haber sido una vez, aunque solamente una vez; / haber sido terrestre, parece irrevocable… Y estas cosas cuyo vivir es desfallecimiento / comprenden que tú las alabas; perecederas, confían en nosotros, los más efímeros, como capaces de salvar. / Quieren que nos obliguemos a trasmutarlas del todo, / en nuestro corazón invisible/ ¡Oh infinitamente! En nosotros, / quienesquiera que seamos al final. Tierra, ¿No es esto lo que tu quieres, rebrotar en nosotros invisible? ¿No es tu sueño ser invisible? ¡Tierra! ¡invisible! / Pues ¿Qué otra cosa sino trasformación es tu apremiante mandato?


El hombre es producto de la naturaleza y sin embargo se rebela contra ella. Esto se debe a que en la naturaleza existiría también desde siempre, y esta noción atraviesa todas las antiguas culturas, a través de sus cultos y sistema de creencias, algo más que un ser ciego y sufriente, otra fuerza que la cruza de parte a parte y que nos empuja al sacrificio, y a la rebelión, esa OTRA FUERZA que posiblemente también forme parte de la misma naturaleza. Es decir, que aquello que nos empuja a la rebelión quizás sea lo mismo que nos induce a amarla. Los pueblos llamados "primitivos" conocen desde sus orígenes esta circularidad de la materia como paradigma de "Creación y destrucción". Fundidos en esta contemplación del mundo como mito, el chamán se unge de palabras maravillosas y enigmáticas en la representación ritual del drama del universo. Es que también allí un dios dolido y gozoso al mismo tiempo, nos llama en la espera de que le revelemos los abismos de sus goces y penurias. El poeta auténtico "conoce" y es parte activa de esa contemplación, sabe la proporción entre la palabra y la "cosa" que actúa como causa engendradora y que constituye el fundamento de la palabra que se hace poética. No por lo que ella dice en sí misma, sino por estar en el límite de lo decible, produciendo así su propio acontecimiento cuya manera de acaecer se superpone tanto al mundo de lo fenoménico como a los criterios de "verdad y "validez". La palabra poética cuestiona a la lógica del sentido y a toda teoría del lenguaje. En el decir poético, la materialidad de las palabras se hace palpable por medio del sonido y de la letra, colisiona a su vez con lo impalpable de su referente produciéndose con ello un acontecimiento singular según la articulación de dos momentos simultáneos. En el primer momento, lo palpable (sonido, oralidad, discurso, letra, escritura) se pliega sobre lo intangible (ausencia de referente, significado, desproporción palabra /cosa). En el segundo momento, lo intangible regresa sobre lo palpable mostrando la desproporción y lo indecible. En lo cual se funda el hecho poético.¬


El efecto de la palabra se demora, por así decirlo, en el intervalo imperceptible que se sitúa entre dos momentos produciéndose el "milagro del acontecer poético", que no es otro que el transformar en "tesoro" la indigencia del lenguaje y en otorgar existencia a lo que carece de ella. De este modo, los objetos bajo relaciones inusitadas emergen de los umbrales del lenguaje común y muestran por sí mismos la sutil existencia que les ha sido conferida por la obra del acto poético. El decir poético es una alquimia sutil obtenida en los márgenes, en los bordes, en las fronteras, en el más allá de las convenciones lingüísticas.


El modo de habitar lo poético es aquel que responde, como señala Heidegger, a la exhortación del lenguaje que nos atraviesa. El hombre vulgar no puede percibir lo poético, ya que es ciego con respecto a lo que allí se muestra y sordo con respecto a lo que allí se hace oír. No puede aprehender lo poético, se requiere una red sutil de fina malla. La opinión cosificante es creer que el poeta es el "señor del lenguaje y no su devoto sirviente esperanzado" y no es mero azar que se lo presente como alguien divorciado de la realidad y que vive, según el triste adagio popular "en las nubes", mientras que el hombre atareado, es quien afirma tener sus pies en la tierra. Sin embargo el poetizar, no aleja al hombre de la tierra. Por el contrario, el poetizar consagra al hombre a su esencia terrenal, lo entrega a la tierra, pues es la tierra donde reside, aún cuando muere.
 
[Héctor Berenguer, Rosario, Argentina, poeta y animador cultural, autor de varios libros de poesía]
 
© mediaIsla


miércoles, 2 de diciembre de 2009

Mery Sananes: "Hacia un país de agua"

Vale más canción humilde que sinfonía sin fe. J.C.
"Si no vives para servir, no sirves para vivir" es el lema de www.vosquedepalabrasvives.blogspot.com




No soy más que un cántaro que siempre se rebosa y salpica todo a su alrededor y del cual a veces salta la magia de unos ojos que no nos miran sólo por mirarnos.


Apenas un transeúnte que cuando descubro, en medio de estos tiempos obscuros, un resquicio de alegría, un caminito de flor, un territorio alado, allí me asiento a celebrar la vida.


Y entonces recojo hojitas secas, me detengo en los aguaceritos, monto en el lomo de las hormigas, cabalgo en las alas de las mariposas, para ir reuniendo tesoros que ofrendar a mi paso.


Una carta bordada con hebras, un papel teñido de atardecer, un bajel de nubes, una sonata para cello, la mágica cantata de las chicharras, una flor que aterriza en medio de una copa, o que se esconde debajo de una almohada. La canción de un pájaro que reconoce mi voz.


Me cuelo entre las rendijas de las ventanas, tomo por asalto los dinteles, los solares, las claraboyas, soy capaz de arremolinarme en el hemisferio izquierdo de un párpado sin que nadie lo note. O quedarme en silencio por siglos adherida a un cristal que resguarda una sonrisa.


Soy persistente. Me la paso inventando excusas y argumentos para quedarme, aún cuando ya debería haberme ido. No conozco las medidas del tiempo. Lo doblo o extiendo a mi antojo, a veces sin advertir que lo voy anegando todo.


Me inmiscuyo en cada cauce que encuentro, enrolando cántaros a mi paso, con la efímera ilusión de construir un país de agua. Claro, la mayor parte del tiempo resido en los albergues de la sequía, horadando en silencio en busca de un agujero por donde vuelva a manar una diminuta gota de rocío.


En esos tiempos, que son los más, como los pinguinos, los salmones y los osos polares, vivo de la primavera que escondo en mis más recónditos bolsillos. Y de allí extraigo todo género de utensilios para hacer rituales.


Y cuando se produce el deshielo y el agua vuelve a fluir de regreso a los ríos, y de los ríos a las corolas, y de las corolas a la neblina, la vasija de barro de la que estoy hecha, comienza de nuevo a desbordarse como el maíz de la mazorca tierna, y a derramarse como una risa fresca sobre los atriles de una partitura para un solo de laúd.


El instante luminoso de la alegría sigue siendo un destello azul que nace del agua y que luego se convierte en grieta de una tierra ajada o en los pliegues de los rostros que tienen sed.


Y es allí cuando brota la necesidad de volver los pasos sobre un horizonte que alcance el regazo del agua, que nos devuelva las faenas del río, que nos atempere en las honduras de un océano que aún no hurgamos.


Es hora de juntar los cántaros, de llenar las vasijas, de dar de beber a ese acantilado largo y extendido que se ha ido llevando todas las risas, hasta que conjugue su alegría sobre cada costado herido, cada tiempo inerme, cada mirada vulnerable, y construyamos de una vez por todas el país de agua que soñamos y la sonata en apergio de amor de siempre, que convoque la altura libertaria de nuestros suspiros.
 
Mery Sananes. © Embusterías

martes, 1 de diciembre de 2009

Gioconda Belli: Los portadores de sueños

Vale más canción humilde que sinfonía sin fe. J.C.
"Si no vives para servir, no sirves para vivir" es el lema de
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En todas las profecías
está escrita la destrucción del mundo.
Todas las profecías cuentan
que el hombre creará su propia destrucción.


Pero los siglos y la vida
que siempre se renueva
engendraron también una generación
de amadores y soñadores;
hombres y mujeres que no soñaron
con la destrucción del mundo,
sino con la construcción del mundo
de las mariposas y los ruiseñores.


Desde pequeños venían marcados por el amor.
detrás de su apariencia cotidiana
guardaban la ternura y el sol de medianoche.
Las madres los encontraban llorando
por un pájaro muerto
y más tarde también los encontraron a muchos
muertos como pájaros.
Estos seres cohabitaron con mujeres traslúcidas
y las dejaron preñadas de miel y de hijos verdecidos
por un invierno de caricias.
Así fue como proliferaron en el mundo los portadores sueños,
atacados ferozmente por los portadores de profecías
habladoras de catástrofes.
Los llamaron ilusos, románticos, pensadores de utopías
dijeron que sus palabras eran viejas
y, en efecto, lo eran porque la memoria del paraíso
es antigua al corazón del hombre.
Los acumuladores de riquezas les temían
lanzaban sus ejércitos contra ellos,
pero los portadores de sueños todas las noches
hacían el amor
y seguía brotando su semilla del vientre de ellas
que no sólo portaban sueños sino que los
multiplicaban y los hacían correr y hablar.
De esta forma el mundo engendró de nuevo su vida
como también había engendrado
a los que inventaron la manera
de apagar el sol.


Los portadores de sueños sobrevivieron a los
climas gélidos pero en los climas cálidos casi parecían brotar por
generación espontánea.
Quizá las palmeras, los cielos azules, las lluvias
torrenciales tuvieron algo que ver con esto,
la verdad es que como laboriosas hormiguitas
estos especímenes no dejaban de soñar y de construir
hermosos mundos,
mundos de hermanos, de hombres y mujeres que se
llamaban compañeros,
que se enseñaban unos a otros a leer, se consolaban
en las muertes,
se curaban y cuidaban entre ellos, se querían, se
ayudaban en el
arte de querer y en la defensa de la felicidad.


Eran felices en su mundo de azúcar y de viento,
de todas partes venían a impregnarse de su aliento,
de sus claras miradas,
hacia todas partes salían los que habían conocido
portando sueños soñando con profecías nuevas
que hablaban de tiempos de mariposas y ruiseñores
y de que el mundo no tendría que terminar en la
hecatombe.
Por el contrario, los científicos diseñarían
puentes, jardines, juguetes sorprendentes
para hacer más gozosa la felicidad del hombre.


Son peligrosos - imprimían las grandes rotativas
Son peligrosos - decían los presidentes en sus discursos
Son peligrosos - murmuraban los artífices de la guerra.
Hay que destruirlos - imprimían las grandes rotativas
Hay que destruirlos - decían los presidentes en sus discursos
Hay que destruirlos - murmuraban los artífices de la guerra.


Los portadores de sueños conocían su poder
por eso no se extrañaban
también sabían que la vida los había engendrado
para protegerse de la muerte que anuncian las
profecías y por eso defendían su vida aun con la muerte.
Por eso cultivaban jardines de sueños
y los exportaban con grandes lazos de colores.
Los profetas de la oscuridad se pasaban noches y días enteros
vigilando los pasajes y los caminos
buscando estos peligrosos cargamentos
que nunca lograban atrapar
porque el que no tiene ojos para soñar
no ve los sueños ni de día, ni de noche.


Y en el mundo se ha desatado un gran tráfico de
sueños que no pueden detener los traficantes de la muerte;
por doquier hay paquetes con grandes lazos
que sólo esta nueva raza de hombres puede ver
la semilla de estos sueños no se puede detectar
porque va envuelta en rojos corazones
en amplios vestidos de maternidad
donde piesecitos soñadores alborotan los vientres
que los albergan.


Dicen que la tierra después de parirlos
desencadenó un cielo de arcoiris
y sopló de fecundidad las raíces de los árboles.
Nosotros sólo sabemos que los hemos visto
sabemos que la vida los engendró
para protegerse de la muerte que anuncian las
profecías.


Gioconda Belli
Nicaragua

lunes, 30 de noviembre de 2009

George Orwell: "Sobre política y lenguaje y vicios de la escritura"

Vale más canción humilde que sinfonía sin fe. J.C.
"Si no vives para servir, no sirves para vivir" es el lema de
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Pero si el pensamiento corrompe el lenguaje, el lenguaje también puede corromper el pensamiento. Un mal uso se puede difundir por tradición e imitación aun entre personas que deberían saber y obrar mejor. El lenguaje degradado es, en cierta forma, muy conveniente. Expresiones como "un supuesto no injustificable", "una consideración que siempre debemos tener en mente", dejan mucho que desear, no cumplen un buen propósito, son una tentación continua, una caja de aspirinas siempre al alcance de la mano. Relea este ensayo, y con toda seguridad encontrará que una y otra vez he cometido las mismas faltas contra las que he protestado. En el correo de esta mañana recibí un panfleto sobre las condiciones en Alemania. El autor me decía que se "sintió impelido" a escribirlo. Lo abrí al azar y ésta es la primera frase que leí: " [Los Aliados] no sólo tienen la oportunidad de lograr una transformación radical de la estructura social y política de Alemania de tal manera que eviten una reacción nacionalista en la misma Alemania, sino que al mismo tiempo pueden sentar los fundamentos de una Europa cooperativa y unificada". Cuando se lee que se "sintió impelido" a escribir es de presumir que tiene algo nuevo que decir, pero sus palabras, como corceles de caballería que responden al clarín, se juntan automáticamente en una alineación monótonamente familiar. Esta invasión de la mente por frases hechas ("sentar los fundamentos", "lograr una transformación radical") sólo se puede evitar si se está continuamente en guardia contra ellas, y cada una de esas frases anestesia una parte del cerebro.


Dije antes que la decadencia de nuestro lenguaje es remediable. Quienes lo niegan argumentarían, en caso de que pudieran elaborar un argumento, que el lenguaje simplemente refleja las condiciones sociales existentes, y que no podemos influir en su desarrollo directamente, jugando con palabras y construcciones. Así puede suceder con el tono o espíritu general de un lenguaje, pero no es verdad para sus detalles. Las palabras y las expresiones necias suelen desaparecer, no mediante un proceso evolutivo sino a causa de la acción consciente de una minoría. Dos ejemplos recientes: "explorar todas las avenidas" y "no dejar piedra sobre piedra", que fueron liquidadas por las burlas de algunos periodistas. Hay una larga lista de metáforas corruptas que también desaparecerían si un buen número de personas se empeñara en esa tarea; y debería ser posible burlarse de la expresión "no informe" hasta que deje de existir, reducir la cantidad de latín y griego en la frase promedio, excluir las locuciones extranjeras y las palabras científicas erróneas, y, en general, lograr que el tono pretencioso pase de moda. Pero todos éstos son puntos menores. La defensa del lenguaje inglés implica más que esto, y quizás es mejor empezar diciendo lo que no implica.


Para empezar, nada tiene que ver con el arcaísmo, con la preservación de palabras y giros obsoletos del lenguaje, ni con la exaltación de un "inglés estándar" del que nunca deberíamos apartarnos. Por el contrario, se trata de desechar toda palabra o modismo que se ha desgastado y perdido su utilidad. Nada tiene que ver con la gramática ni con la sintaxis correctas, que carecen de importancia cuando se expresa claramente el significado, ni con la eliminación de los americanismos, ni con tener lo que se denomina una "buena prosa". Por otra parte, no se trata de fingir una falsa simplicidad ni de escribir en inglés coloquial. Ni siquiera implica preferir en todos los casos la palabra sajona a la latina, aunque sí implica usar el menor número de palabras, y las más breves, que cubra el significado. Lo que se necesita, por encima de todo, es dejar que el significado elija la palabra y no al revés. En prosa, lo peor que se puede hacer con las palabras es rendirse a ellas. Cuando usted piensa en un objeto concreto, piensa sin palabras, y luego, si quiere describir lo que ha visualizado, quizá busque hasta encontrar las palabras exactas que concuerdan con ese objeto. Cuando piensa en algo abstracto se inclina más a usar palabras desde el comienzo, y salvo que haga un esfuerzo consciente para evitarlo, el dialecto existente vendrá de golpe y hará la tarea por usted, a expensas de confundir e incluso alterar su significado. Quizá sea mejor que evite usar palabras en la medida de lo posible y logre un significado tan claro como pueda mediante imágenes y sensaciones. Después puede elegir -y no simplemente aceptar- las expresiones que cubran mejor el significado, y luego ponerse en el lugar del lector y decidir qué impresiones producen en él las palabras que ha elegido. Este último esfuerzo de la mente suprime todas las imágenes desgastadas o confusas, todas las frases prefabricadas, las repeticiones innecesarias, y las trampas y vaguedades. Pero a menudo usted puede tener dudas sobre el efecto de una palabra o una expresión, y necesita reglas en las que pueda confiar cuando falla el instinto. Pienso que las reglas siguientes cubren la mayoría de los casos:




Nunca use una metáfora, un símil u otra figura gramatical que suela ver impresa.


Nunca use una palabra larga donde pueda usar una corta.


Si es posible suprimir una palabra, suprímala.


Nunca use la voz pasiva cuando pueda usar la voz activa.


Nunca use una locución extranjera, una palabra científica o un término de jerga si puede encontrar un equivalente del inglés [vale también para el español, por supuesto] cotidiano.


Rompa cualquiera de estas reglas antes de decir un barbarismo.


Estas reglas parecen elementales, y lo son, pero exigen un profundo cambio de actitud en todos aquellos que se han acostumbrado a escribir en el estilo que hoy está de moda. Uno puede cumplir todas ellas y aun así escribir un mal inglés, pero no podría escribir el tipo de banalidades que cité en esos cinco especimenes al comienzo de este artículo.


Aquí no he examinado el uso literario del lenguaje, tan sólo el lenguaje como instrumento para expresar y no para ocultar o evitar el pensamiento. Stuart Chase y otros han llegado a pretender que todas las palabras abstractas carecen de sentido, y han usado esto como pretexto para defender una especie de quietismo político. Si no sabe qué es el fascismo, ¿cómo puede luchar contra el fascismo? Uno no tiene que tragarse absurdos como éste, pero ha de reconocer que el actual caos político está ligado a la decadencia del lenguaje y que quizá puede aportar alguna mejora empezando por el aspecto verbal. Si simplifica su inglés, se libera de las peores tonterías de la ortodoxia. No puede hablar ninguno de los dialectos necesarios, y cuando haga un comentario estúpido su estupidez se tornará obvia, aun para usted mismo. El lenguaje político -y, con variaciones, esto es verdad para todos los partidos políticos, desde los conservadores hasta los anarquistas- es construido para lograr que las mentiras parezcan verdaderas y el asesinato respetable, y para dar una apariencia de solidez al mero viento. Uno no puede cambiar esto en un instante, pero puede cambiar los hábitos personales, y de vez en cuando puede incluso, si se burla en voz bastante alta, lanzar alguna frase trillada e inútil -alguna bota militar, un talón de Aquiles, un crisol, una prueba ácida, un verdadero infierno, o algún otro desecho o residuo verbal- a la basura, al lugar a donde pertenece.




*Extraído de George Orwell, "La política y el lenguaje inglés" (1946).

domingo, 29 de noviembre de 2009

Eduardo Galeano: Cuatro frases que hacen crecer la nariz de Pinocho


Vale más canción humilde que sinfonía sin fe. J.C.
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1 Somos todos culpables de la ruina del planeta.


La salud del mundo está hecha un asco. 'Somos todos responsables', claman las voces de la alarma universal, y la generalización absuelve: si somos todos responsables, nadie lo es. Como conejos se reproducen los nuevos tecnócratas del medio ambiente. Es la tasa de natalidad más alta del mundo: los expertos generan expertos y más expertos que se ocupan de envolver el tema en el papel celofán de la ambigüedad. Ellos fabrican el brumoso lenguaje de las exhortaciones al 'sacrificio de todos' en las declaraciones de los gobiernos y en los solemnes acuerdos internacionales que nadie cumple. Estas cataratas de palabras -inundación que amenaza convertirse en una catástrofe ecológica comparable al agujero del ozono- no se desencadenan gratuitamente. El lenguaje oficial ahoga la realidad para otorgar impunidad a la sociedad de consumo, a quienes la imponen por modelo en nombre del desarrollo y a las grandes empresas que le sacan el jugo. Pero las estadísticas confiesan. Los datos ocultos bajo el palabrerío revelan que el 20 por ciento de la humanidad comete el 80 por ciento de las agresiones contra la naturaleza, crimen que los asesinos llaman suicidio y es la humanidad entera quien paga las consecuencias de la degradación de la tierra, la intoxicación del aire, el envenenamiento del agua, el enloquecimiento del clima y la dilapidación de los recursos naturales no renovables. La señora Harlem Bruntland, quien encabeza el gobierno de Noruega, comprobó recientemente que si los 7 mil millones de pobladores del planeta consumieran lo mismo que los países desarrollados de Occidente, "harían falta 10 planetas como el nuestro para satisfacer todas sus necesidades". Una experiencia imposible. Pero los gobernantes de los países del Sur que prometen el ingreso al Primer Mundo, mágico pasaporte que nos hará a todos ricos y felices, no sólo deberían ser procesados por estafa. No sólo nos están tomando el pelo, no: además, esos gobernantes están cometiendo el delito de apología del crimen. Porque este sistema de vida que se ofrece como paraíso, fundado en la explotación del prójimo y en la aniquilación de la naturaleza, es el que nos está enfermando el cuerpo, nos está envenenando el alma y nos está dejando sin mundo.


2 Es verde lo que se pinta de verde.


Ahora, los gigantes de la industria química hacen su publicidad en color verde, y el Banco Mundial lava su imagen repitiendo la palabra ecología en cada página de sus informes y tiñendo de verde sus préstamos. "En las condiciones de nuestros préstamos hay normas ambientales estrictas", aclara el presidente de la suprema banquería del mundo. Somos todos ecologistas, hasta que alguna medida concreta limita la libertad de contaminación. Cuando se aprobó en el Parlamento del Uruguay una tímida ley de defensa del medio ambiente, las empresas que echan veneno al aire y pudren las aguas se sacaron súbitamente la recién comprada careta verde y gritaron su verdad en términos que podrían ser resumidos así: "los defensores de la naturaleza son abogados de la pobreza, dedicados a sabotear el desarrollo económico y a espantar la inversión extranjera". El Banco Mundial, en cambio, es el principal promotor de la riqueza, el desarrollo y la inversión extranjera. Quizás por reunir tantas virtudes, el Banco manejará, junto a la ONU, el recién creado Fondo para el Medio Ambiente Mundial. Este impuesto a la mala conciencia dispondrá de poco dinero, 100 veces menos de lo que habían pedido los ecologistas, para financiar proyectos que no destruyan la naturaleza. Intención irreprochable, conclusión inevitable: si esos proyectos requieren un fondo especial, el Banco Mundial está admitiendo, de hecho, que todos sus demás proyectos hacen un flaco favor al medio ambiente. El Banco se llama Mundial, como el Fondo Monetario se llama Internacional, pero estos hermanos gemelos viven, cobran y deciden en Washington. Quien paga, manda, y la numerosa tecnocracia jamás escupe el plato donde come. Siendo, como es, el principal acreedor del llamado Tercer Mundo, el Banco Mundial gobierna a nuestros países cautivos que por servicio de deuda pagan a sus acreedores externos 250 mil dólares por minuto, y les impone su política económica en función del dinero que concede o promete. La divinización del mercado, que compra cada vez menos y paga cada vez peor, permite atiborrar de mágicas chucherías a las grandes ciudades del sur del mundo, drogadas por la religión del consumo, mientras los campos se agotan, se pudren las aguas que los alimentan y una costra seca cubre los desiertos que antes fueron bosques.

3 Entre el capital y el trabajo, la ecología es neutral.


Se podrá decir cualquier cosa de Al Capone, pero él era un caballero: el bueno de Al siempre enviaba flores a los velorios de sus víctimas... Las empresas gigantes de la industria química, petrolera y automovilística pagaron buena parte de los gastos de la Eco 92. La conferencia internacional que en Río de Janeiro se ocupó de la agonía del planeta. Y esa conferencia, llamada Cumbre de la Tierra, no condenó a las transnacionales que producen contaminación y viven de ella, y ni siquiera pronunció una palabra contra la ilimitada libertad de comercio que hace posible la venta de veneno. En el gran baile de máscaras del fin de milenio, hasta la industria química se viste de verde. La angustia ecológica perturba el sueño de los mayores laboratorios del mundo, que para ayudar a la naturaleza están inventando nuevos cultivos biotecnológicos. Pero estos desvelos científicos no se proponen encontrar plantas más resistentes a las plagas sin ayuda química, sino que buscan nuevas plantas capaces de resistir los plaguicidas y herbicidas que esos mismos laboratorios producen. De las 10 empresas productoras de semillas más grandes del mundo, seis fabrican pesticidas (Sandoz, Ciba- Geigy, Dekalb, Pfiezer, Upjohn, Shell, ICI). La industria química no tiene tendencias masoquistas. La recuperación del planeta o lo que nos quede de él implica la denuncia de la impunidad del dinero y la libertad humana. La ecología neutral, que más bien se parece a la jardinería, se hace cómplice de la injusticia de un mundo donde la comida sana, el agua limpia, el aire puro y el silencio no son derechos de todos sino privilegios de los pocos que pueden pagarlos. Chico Mendes, obrero del caucho, cayó asesinado a fines del 1988, en la Amazonía brasileña, por creer lo que creía: que la militancia ecológica no puede divorciarse de la lucha social. Chico creía que la floresta amazónica no será salvada mientras no se haga la reforma agraria en Brasil. Cinco años después del crimen, los obispos brasileños denunciaron que más de 100 trabajadores rurales mueren asesinados cada año en la lucha por la tierra, y calcularon que cuatro millones de campesinos sin trabajo van a las ciudades desde las plantaciones del interior.Adaptando las cifras de cada país, la declaración de los obispos retrata a toda América Latina. Las grandes ciudades latinoamericanas, hinchadas a reventar por la incesante invasión de exiliados del campo, son una catástrofe ecológica: una catástrofe que no se puede entender ni cambiar dentro de los límites de la ecología, sorda ante el clamor social y ciega ante el compromiso político.

4 La naturaleza está fuera de nosotros.


En sus 10 mandamientos, Dios olvidó mencionar a la naturaleza. Entre las órdenes que nos envió desde el monte Sinaí, el Señor hubiera podido agregar, pongamos por caso: "Honrarás a la naturaleza de la que formas parte". Pero no se le ocurrió. Hace cinco siglos, cuando América fue apresada por el mercado mundial, la civilización invasora confundió a la ecología con la idolatría. La comunión con la naturaleza era pecado. Y merecía castigo. Según las crónicas de la Conquista., los indios nómadas que usaban cortezas para vestirse jamás desollaban el tronco entero, para no aniquilar el árbol, y los indios sedentarios plantaban cultivos diversos y con períodos de descanso, para no cansar a la tierra. La civilización que venía a imponer los devastadores monocultivos de exportación no podía entender a las culturas integradas a la naturaleza, y las confundió con la vocación demoniaca o la ignorancia. Para la civilización que dice ser occidental y cristiana, la naturaleza era una bestia feroz que había que domar y castigar para que funcionara como una máquina, puesta a nuestro servicio desde siempre y para siempre. La naturaleza, que era eterna, nos debía esclavitud. Muy recientemente nos hemos enterado de que la naturaleza se cansa, como nosotros, sus hijos, y hemos sabido que, como nosotros, puede morir asesinada. Ya no se habla de someter a la naturaleza, ahora hasta sus verdugos dicen que hay que protegerla. Pero en uno u otro caso, naturaleza sometida y naturaleza protegida, ella está fuera de nosotros. La civilización que confunde a los relojes con el tiempo, al crecimiento con el desarrollo y a lo grandote con la grandeza, también confunde a la naturaleza con el paisaje, mientras el mundo, laberinto sin centro, se dedica a romper su propio cielo.

sábado, 28 de noviembre de 2009

Ezra Pound: "Tres poemas"

Vale más canción humilde que sinfonía sin fe. J.C.
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El desván

Ven, apiadémonos de los que tienen más fortuna que nosotros.
Ven, amiga, y recuerda
que los ricos tienen mayordomos en vez de amigos,
y nosotros tenemos amigos en vez de mayordomos.
Ven, apiadémonos de los casados y de los solteros.

La aurora entra con sus pies diminutos
como una dorada Pavlova,
y yo estoy cerca de mi deseo.
Nada hay en la vida que sea mejor
que esta hora de limpia frescura,
la hora de despertarnos juntos.



Encargo


Id, canciones mías, al solitario y al insatisfecho,
id también al desquiciado, al esclavo de las convenciones,
llevadles mi desprecio hacia sus opresores.
Id como una ola gigante de agua fría,
llevad mi desprecio por los opresores.

Hablad contra la opresión inconsciente,
hablad contra la tiranía de los que no tienen imaginación,
hablad contra las ataduras,
id a la burguesa que se está muriendo de tedio,
id a las mujeres de los barrios residenciales,
id a las repugnantemente casadas,
id a aquellas cuyo fracaso está oculto,
id a las emparejadas sin fortuna,
id a la esposa comprada,
id a la mujer comprometida.

Id a los que tienen una lujuria exquisita,
id a aquellos cuyos deseos exquisitos son frustrados,
id como una plaga contra el aburrimiento del mundo;
id con vuestro filo contra esto,
reforzad los sutiles cordones,
traed confianza a las algas y tentáculos del alma.

Id de manera amistosa,
id con palabras sinceras.
Ansiad el hallazgo de males nuevos y de un nuevo bien,
oponeos a todas las formas de opresión.
Id a quienes la mediana edad ha engordado,
a los que han perdido el interés.

Id a los adolescentes a quienes les asfixia la familia...
¡Oh, qué asqueroso resulta
ver tres generaciones reunidas bajo un mismo techo!
Es como un árbol viejo con retoños
y con algunas ramas podridas y cayéndose.

Salid y desafiad la opinión,
id contra este cautiverio vegetal de la sangre.
Id contra todas las clases de manos muertas.


Cantar XLV

Con usura

Con usura no tiene el hombre casa de buena piedra
Con bien cortados bloques y dispuestos
de modo que el diseño lo cobije,
con usura no hay paraíso pintado para el hombre en los muros de su iglesia
harpes et lutz (arpas y laúdes)
o lugar donde la virgen reciba el mensaje
y su halo se proyecte por la grieta,
con usura
no se ve el hombre Gonzaga,
ni a su gente ni a sus concubinas
no se pinta un cuadro para que perdure ni para tenerlo en casa
sino para venderlo y pronto
con usura,
pecado contra la naturaleza,
es tu pan para siempre harapiento,
seco como papel, sin trigo de montaña,
sin la fuerte harina.
Con usura se hincha la línea
con usura nada está en su sitio (no hay límites precisos)
y nadie encuentra un lugar para su casa.
El picapedrero es apartado de la piedra
el tejedor es apartado del telar
con usura
no llega lana al mercado
no vale nada la oveja con usura.
Usura es un parásito
mella la aguja en manos de la doncella
y paraliza el talento del que hila. Pietro Lombardo
no vino por usura
Duccio no vino por usura
ni Pier della Francesca; no por usura Zuan Bellini
ni se pintó "La Calunnia”
No vino por usura Angélico; no vino Ambrogio Praedis,
no hubo iglesia de piedra con la firma: Adamo me fecit.
No por usura St. Trophime
no por usura St. Hilaire.
Usura oxida el cincel
Oxida la obra y al artesano
Corroe el hilo en el telar
Nadie hubiese aprendido a poner oro en su diseño;
Y el azur tiene una llaga con usura;
se queda sin bordar la tela.
No encuentra el esmeralda un Memling
Usura mata al niño en el útero
No deja que el joven corteje
Ha llevado la sequedad hasta la cama, y yace
entre la joven novia y su marido
Contra naturam
Ellos trajeron putas a Eleusis
Sientan cadáveres a su banquete
por mandato de usura.

viernes, 27 de noviembre de 2009

Antonin Artaud: "Contra los rectores"

Vale más canción humilde que sinfonía sin fe. J.C.
"Si no vives para servir, no sirves para vivir" es el lema de www.vosquedepalabrasvives.blogspot.com



En la estrecha cisterna que llamáis "Pensamiento": los rayos del espíritu se pudren como parvas de paja. Basta de juegos de palabras, de artificios de sintaxis, de malabarismos formales; hay que encontrar -ahora- la gran Ley del corazón, la Ley que no sea una ley, una prisión, sino una guía para el Espíritu perdido en su propio laberinto. Más allá de aquello que la ciencia jamás podrá alcanzar, allí donde los rayos de la razón se quiebran contra las nubes, ese laberinto existe, núcleo en el que convergen todas las fuerzas del ser, las últimas nervaduras del espíritu.

En ese dédalo de murallas movedizas y siempre trasladadas, fuera de todas las formas conocidas de pensamiento, nuestro espíritu se agita espiando sus más secretos y espontáneos movimientos, esos que tienen un carácter de revelación, ese aire de venido de otras partes, de caído del cielo.
Pero la raza de los profetas se ha extinguido. Europa se cristaliza, se momifica lentamente dentro de las ataduras de sus fronteras, de sus fábricas, de sus tribunales, de sus universidades. El espíritu "helado" cruje entre las planchas minerales que lo oprimen. Y la culpa es de vuestros sistemas enmohecidos, de vuestra lógica de dos y dos son cuatro; la culpa es de vosotros -Rectores- atrapados en la red de los silogismos.

Fabricáis ingenieros, magistrados, médicos a quienes escapan los verdaderos misterios del cuerpo, las leyes cósmicas del ser; falsos sabios, ciegos en el más allá, filósofos que pretenden reconstruir el espíritu. El más pequeño acto de creación espontánea constituye un mundo más complejo y más revelador que cualquier sistema metafísico.

Dejadnos, pues, señores; sois tan solo usurpadores. ¿Con qué derecho pretendéis canalizar la inteligencia y extender diplomas del espíritu? Nada sabéis de él, ignoráis sus más ocultas y esenciales ramificaciones, esas huellas fósiles tan próximas a nuestros propios orígenes, esos rastros que a veces alcanzamos a localizar en los yacimientos más oscuros de nuestro cerebro.

En nombre de vuestra propia lógica, os decimos: la vida apesta, señores. Contemplad por un instante vuestros rostros, y considerad vuestros productos. A través de las cribas de vuestros diplomas, pasa una juventud demacrada, perdida. Sois la plaga de un mundo, señores, y buena suerte para ese mundo, pero que por lo menos no se crea a la cabeza de la humanidad.