No me pidas que abra los ojos al silencio
Que deguste los potajes de la angustia
Con fruición que haga la vista gorda y la voz
Flaca por los escupitajos del venerable
Y su función de domador de ángeles
Ya estoy harto de ser parte de ese coro
De cantar sottovoce o en el sótano
Y escuchar solo el silbido de las sílfides
Me doy de alta en este entierro y tomo el timo
Por la risa y lo reviento de una sola risotada
De esas que tengo bien guardadas por el odio
Que manifiestan tener los que nos tienen hartos
Y hasta el perno y por si acaso no es venganza
Es el derecho a eso que muchos llamamos rebelión
Julio Carmona
2 comentarios:
Qué buen poema
Gracias, Vladimir Robles por el comentario.
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