"Si no vives para servir, no sirves para vivir" es el lema de
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Diz que la imaginación es recuerdo y es trabajo pero un poco más abajo pide voz el corazón. |
(Nota del administrador del blog: Se hace la salvedad de que como algunas de las frases aquí publicadas tienen imprecisiones de fondo, puede que hayan sido armadas posteriormente o mal trascritas de su versión original. Por otra parte, algunas pueden ser apócrifas).
1 Poder. “Dicen que tengo obsesión por el poder. Que me fascina. No es cierto. En realidad, los poderosos se fascinan conmigo. Me buscan y me confían cosas”.
2 Política. “Me gusta más la diplomacia que la política. Me encanta conspirar: soy un gran conspirador clandestino”.
3 Lealtad. “Fidel Castro sabe que jamás voy a traicionarlo. Que jamás publicaría las cosas que él me ha confesado”.
4 Vocación. “Desde que terminé la escuela secundaria quise ser periodista y escribir novelas. No pensaba en la fama. Sólo sentía la necesidad de hacer algo para vivir y tener una sociedad más justa”.
5 Rutina. “Me levanto todos los días a las cinco de la mañana, leo un libro hasta las siete, me cambio de ropa, leo los diarios, y a las diez, pase lo que pase, me siento a escribir hasta las dos y media de la tarde. Si quieren llamarme ‘genio’, adelante… Pero soy un trabajador”.
6 Dinero. “Créase o no, lo que gané con el premio Nobel estuvo depositado dieciséis años en una cuenta suiza. ¡Juro que me olvidé de que lo tenía!”.
7 Periodismo. “En Barranquilla, al principio de mis días como periodista, dormía en una pieza que alquilé en un conventillo. Pero no tardé en conseguir que me encargaran editoriales y que me mandaran de viaje. Entonces comprendí que había nacido periodista”.
8 Azar. “El diario El Espectador me mandó a Europa. Mientras cubría notas en varios países, el gobierno cerró el diario. Vendí mi pasaje de vuelta, me quedé en París, y un año después publiqué La hojarasca, (sic) mi primera novela. Fue un golpe de suerte, sí. Aunque alguien dijo que Dios no juega a los dados…”.
9 Botas. “En Caracas, durante la dictadura de Marcos Pérez Jiménez, fui a cubrir una reunión a puerta cerrada de los altos mandos militares. De repente, la puerta se abrió, salió un general con su arma en la mano y las botas llenas de barro, y nos dijo que Pérez Jiménez había sido destituido, y que el nuevo líder de Venezuela sería el almirante Wolfgang Larrazábal. Quedé impresionado. ¿Cómo el poder se decidía así, en una simple reunión? ¡No lo podía creer! Esa experiencia fue la semilla de mi novela El otoño del patriarca”.
10 Ideal. “La unidad latinoamericana es la única causa por la que yo sería capaz de morir. Y no es una frase de ocasión, porque si hay algo que me da rabia, rabia, ¡rabia!, es la muerte”.
11 Tecnología. “Mientras escribía el primer capítulo de El amor en los tiempos del cólera empecé a usar una computadora. Antes, mi promedio era un libro cada siete años, pero desde entonces es uno cada tres años. Es una máquina maravillosa, a pesar de que muchos escritores la rechazan”.
12 Oficio. “Lo confieso en muy pocas palabras: si paro de escribir… ¡me muero!”.
13 Cerebro. “Desde que me levanto hasta que me acuesto, la cabeza me bulle de ideas, de palabras, de imágenes, y no puedo detenerlas. ¿Será una forma de libertad, o de esclavitud? No lo sé, y a esta altura ni siquiera intento averiguarlo. Lo único que me importa es escribir. Mi libro Doce cuentos peregrinos contiene historias que ya había escrito para la televisión, y sin embargo las reciclé. ¿Por qué? Para mantener la mano (el brazo) caliente…”.
14 Padre. “Mi padre quería que yo tuviera un diploma. Empecé a estudiar abogacía, pero la abandoné por un primer y oscuro puesto en un diario. Muchos años después gané el premio Nobel, pero mi padre no se alegró demasiado: seguía añorando mi diploma…”.
15 Casas. “Tengo varias casas, pero me cuesta mucho acostumbrarme a ellas. Al principio las siento como una escafandra, como una armadura de acero, y tengo que amansarlas como a un par de zapatos nuevos”.
16 Reportajes. “No me gustan los reportajes. Entre otras cosas, porque me lleva tres años escribir un libro, y lo primero que me preguntan es cosas acerca de ese libro. ¿Para qué? ¡Si ya lo escribí! Que lo compren, lo lean, y se enterarán de todo. Si a pesar de eso no se enteran, yo no puedo resolverles el problema”.
17 Kafka. “Ninguna novela puede ser juzgada por un capítulo o un capítulo y medio. Hay que leer y leer. Son muy pocas las que empiezan como La metamorfosis, que en la primera línea te agarra, ¡así!, del pescuezo, y ya no hay nada que hacer: hay que seguir hasta el punto final”.
18 Tenis. “De siete a ocho de la tarde, por prescripción médica, juego al tenis. Pero eso no es un partido: es sudar y sudar hasta la última pelota. En mi caso no es un deporte: es una tortura”.
19 Sueño. “Cuando era chico dormía poco y mal, aterrado por las historias fantásticas que me contaban mis abuelos y mis padres. Ahora, ya viejo, duermo apenas seis horas, de noche. Y durante el día soy como los perros: cierro los ojos cuando y donde puedo, y duermo un minuto, dos, tres…”.
20 Amistad. “Yo vivo de mis amigos. Los necesito. Y reservo las horas para ellos como si tuviera un turno con el dentista. Porque sin amigos, ya no queda más nada. Los llamo, los busco, y nos encontramos para la más formidable de las aventuras: hablar, hablar, hablar…”.
21 Argentina. “La crisis y los padecimientos han latinoamericanizado a la Argentina. Y eso es bueno. Porque lo otro, lo europeo, ya lo tenían. Las grandes obras de teatro se estrenaban en Londres, en París… y en Buenos Aires”.
22 Nacimiento. “Los seres humanos no nacen para siempre el día en que sus madres los alumbran: la vida los obliga a parirse a sí mismos una y otra vez, a modelarse, a transformarse, a interrogarse (a veces sin respuesta), a preguntarse para qué diablos han llegado a la tierra y qué deben hacer en ella”.
23 Vida. “La vida no es otra cosa que una continua sucesión de oportunidades para sobrevivir”.
24 Sabiduría. “La sabiduría nos llega… ¡cuando ya no nos sirve de nada!”.
25 No. “Lo más importante que aprendí a hacer después de los cuarenta años fue a decir No cuando es No, y a no arrepentirme de lo dicho”.
26 Vejez. “El secreto de una buena vejez no es otra cosa que un pacto honrado con la soledad. Porque la vejez y la soledad son tan irreversibles como la muerte. Por fortuna, recién empecé a pensar en esas cosas bastante pasados los sesenta años”.
27 Miedo. “Nunca releo mis libros, porque me da miedo. Y ya que hablo del miedo, confieso que fue mi primer sentimiento, y el que todavía me domina. Mi recuerdo más remoto data de cuando tenía un año, me había hecho caca encima, y lloraba aferrado a los barrotes de la cuna esperando que me cambiaran el pañal. Pero no por sentirme mojado y maloliente: por miedo a que la caca ensuciara un mameluco con florcitas azules que acababan de comprarme. Digamos que mi primer miedo… fue un miedo estético”.
28 Mundo. “No tenemos otro mundo al que podernos mudarnos. Aquí nacimos y aquí moriremos, aunque la especie humana deje su huella en la Luna, en Marte o más lejos aun”.
29 Besos. “Mi casa se puebla de arlequines cuando hay ruido de besos en el aire”.
30 Amor. “Debemos arrojar a los océanos del tiempo una botella de náufragos siderales para que el universo sepa de nosotros lo que no han de contar las cucarachas que nos sobrevivirán: que aquí existió un mundo donde prevalació el sufrimiento y la injusticia, pero donde conocimos el amor y donde fuimos capaces de imaginar la felicidad”.
31 Verdad. “¿Qué es la verdad? ¡Qué pregunta tan difícil de responder…! Porque detrás de la verdad siempre hay otra verdad. Y acaso detrás de esa otra verdad, otra y otra más”.
32 Memoria. “Los recuerdos verdaderos parecen fantasmas, mientras que los falsos son tan convincentes que sustituyen a la realidad”.
33 Dios. “Me desconcierta tanto pensar que Dios existe como pensar que no existe. En todo caso, Dios es la más inquietante y poderosa de las ideas”.
34 Infidelidad. “Hay que ser infiel, pero nunca desleal”.
35 Amor (II). “El amor es tan importante como la comida. Pero no alimenta…”.
36 Che. “Durante mucho tiempo, los argentinos no se sintieron latinoamericanos. Pero después del Che Guevara… ¡creen que son los únicos latinoamericanos!”.
37 Ego. “Me atribuyen cosas que jamás dije. Por ejemplo, circula este chiste: ‘El ego es ese pequeño argentino que todos llevamos dentro’. Dicen que lo inventé yo, pero es falso. Me molesta, me irrita, pero por desgracia no puedo hacer nada contra eso”.
38 Respeto. “Soy muy cuidadoso con las cosas que digo. Nunca diría o haría algo que pudiera dolerle a alguien. No conozco a ninguna persona a la que me gustaría hacer sufrir. Y lo digo con mucho orgullo…”.
39 Siembra. “Nunca he sembrado tempestades. Sin embargo, las estoy cosechando. Es muy injusto, aunque sea uno de los precios insoslayables de eso que llaman fama…”.
40 Envidia. “Tengo una gran suerte: la envidia no me llega. Si alguien, por envidia, habla mal de mí, me duele, y mucho. Pero dos días después, juro por mi madre que no me acuerdo…”.
41 Olvido. “Me considero un profesional de la memoria. He vivido toda la vida de la memoria. Sin embargo, ahora empiezo a olvidar los números de teléfono. Es como si mi disco duro estuviera lleno, y tuviera que empezar a ayudarlo con disquetes, y tampoco tuviera disquetes”.
42 Madre.”Mi madre fue una gran madre. Su drama fue siempre alimentar a tanta gente: un marido y once hijos. Alrededor de ella creó una especie de sistema planetario. El que más rápido salió de su órbita fui yo, pero volví a ella en cada Año Nuevo”.
43 Retorno. “Es posible que jamás vuelva a la Argentina. Antes no iba porque estaban los militares, y ahora, porque son capaces de matarme de amor. Por exceso de amigos”.
44 Machismo. “Por desgracia, el machismo es producto del matriarcado. De las duras mujeres que nos formaron. Eso viene de antiguo. Las mujeres griegas les decían a sus hijos cuando partían a combatir: ‘Regresas con el escudo o regresas sobre el escudo’”.
45 Realidad. “La realidad no es la realidad concreta. La del golpe en la cabeza, por ejemplo, y su consecuencia inmediata: la rotura de la cabeza. La realidad también son los muertos que reaparecen, la magia, Dios, los milagros, todo. No hay una frontera…”.
46 Ideología. “Cada vez que escribí sobre amores no hice otra cosa que contar la historia de amor de mi padre y de mi madre. Fueron mis únicas musas. Mi padre era conservador, y mi madre, duramente liberal. Cuando se enamoraron hubo una verdadera catástrofe ideológica. Pero eso no impidió que de tal enfrentamiento político nacieran once hijos”.
47 Colombia. “Una de las cosas que puede salvar a mi patria es tener una mujer presidente. Nos está haciendo falta… Si eso sucede y ella saca el país adelante, sería el presidente más importante del mundo”.
48 Inspiración. “No hice otra cosa en la vida que preguntarle cosas a la gente. Por eso soy periodista, y por eso también soy escritor. Cuando escribo tengo las ventanas abiertas para que entren los ruidos, los gritos, los olores. Y todo eso va a parar a mis libros. El verdadero realismo mágico está en todas las calles y en todas las gentes”.
49 Peligro. “Sé que al escribir Noticias de un secuestro corrí grave peligro. Es más: fue la única vez que mi madre me imploró que no escribiera algo, porque sabía que, publicada esa historia, habría una bala destinada para mí. Pero no me importó, porque los riesgos me encantan. Eso sí: no me meto en un riesgo si no tengo la seguridad de poder eludirlo”.
50 Edad. “Después de los cincuenta años, los cumpleaños deberían celebrarse por décadas. Y después de los setenta no se debe perder un golpe: hay que ser absolutamente certero. La juventud es un gran despilfarro de golpes. La vejez, todo lo contrario”.
51 Muerte. “Lo único malo de la muerte es que es para siempre. Todo lo demás es manejable, pero la muerte…. ¡Esa sí que es la gran trampa!”.
52 Bioy. “En los relatos de Bioy Casares siempre mueren los hombres… y él se dedica a consolar a las viudas. En sus buenos tiempos, según dicen, se quedó con todas…”.
53 Libertad. “No puedo caminar libremente por ninguna parte del mundo. Es muy halagador, pero también es una opresión y un riguroso límite. Entiendo muy bien por qué Borges dijo que hubiera querido ser el hombre invisible”.
54 Exito. “En los últimos veinticinco años no tomé un avión sin encontrar por lo menos a un pasajero leyendo un libro mío. Esa es mi estadística del éxito”.
55 Borges. “Borges y yo nunca pudimos encontrarnos, nunca coincidimos. No tengo la menor idea de cómo era. Me intimidaba mucho. Siento un gran respeto y un gran asombro por él, y lo leo siempre. Sus libros están en la cabecera de mi cama”.
56 Periodismo. “Tengo una gran nostalgia por la profesión de reportero. El periodismo es la profesión más hermosa del mundo. Por eso la enseño en mis talleres y trato de perpetuarla y de honrarla”.
57 Humo. “Jamás pude escribir una línea sin fumar, hasta que no soporté más el cigarrillo. El cigarrillo me dejó a mí, y tuve que aprender a escribir sin humo, como también le pasó a Norman Mailer, que después de dejar de fumar estuvo paralizado un año frente a la hoja en blanco. Para colmo, me sucedió mientras escribía El otoño del patriarca, que es mi novela más trabajosa”.
58 Libros. “No sé si soy un escritor o un atleta. ¡Firmé más de un millón de libros! He llegado a creer que un libro mío no está terminado hasta que no me siento a la mesa de la librería y empiezo a firmarlo”.
59 Aviones. “Siempre tuve pánico de viajar en avión. Pero a veces pienso que es el único lugar donde uno está a salvo de un terremoto”.
60 Timidez. “Hacer el ridículo me aterroriza: soy un gran tímido, un tímido esencial. Me preparé para ser escritor, pero nunca estaré preparado para la fama. Es halagadora, pero no sé qué hacer con ella…”.
61 Pobreza. “Antes del éxito de Cien años de soledad fui muy pobre. Mientras la escribía, Mercedes, mi mujer, casi enloquece de tantas privaciones. Tardé un año y medio en escribirla, y durante ese tiempo empeñamos todo, vivimos de prestado y le debíamos a cada santo una vela. Sólo nos teníamos a nosotros mismos y a unos pocos amigos. Después del éxito de la novela me sepultó una avalancha de amigos. Pero sólo confié en los anteriores, en los amigos de la pobreza”.
62 Felicidad. “Qué cosa extraña es la felicidad… Dura muy poco, y uno recién se da cuenta de que la tuvo… ¡cuando ya pasó!”.
63 Yo. “Creo que mi verdadero oficio no es el periodismo ni la literatura. Mi verdadero oficio… es ser yo. Tengo que cargar con eso… ¡y es jodidísimo! Pero me lo busqué”.
64 Hemingway. “Durante mucho tiempo me aterró la página en blanco. La veía y vomitaba. Pero un día leí lo mejor que se escribió sobre ese síndrome. Su autor fue Hemingway. Dice que hay que empezar, y escribir, y escribir, hasta que de pronto uno siente que las cosas salen solas, como si alguien te las dictara al oído, o como si el que las escribe fuera otro. Tiene razón: es un momento sublime”.
65 Infancia. “De chico, cada noche leía historias maravillosas en un libro incompleto y sin tapa. Pero sin esas páginas y esas imágenes no sería quien soy. Sí: yo soy un hijo de Las mil y una noches”.
66 Aracataca. “Volví a mi pueblo luego de ganar el Nobel. Fui de noche, en jeep, y recorrí la plaza. De pronto, todo el mundo quiso beberse una copa conmigo. ¡Qué fácil es regresar a Aracataca!”.
67 Fe. “Cuenta mi hermano Jaime que mientras yo pasaba en limpio La hojarasca, mi primera novela, me oyó decir: ‘Escribiré una novela que será más leída que El Quijote’. Siempre tuve fe y voluntad a toda prueba. Sin eso es difícil ser escritor”.
68 Confesión. “La infancia es el territorio y el tiempo de los miedos, las incertidumbres y los fantasmas. A veces pienso que no he logrado salir de mi infancia, y ya es demasiado tarde para intentarlo”.
69 Abuelo. “¡Cuánto le debo! El me inició en la triste realidad de los adultos con sus relatos de batallas sangrientas y explicaciones sobre el vuelo de los pájaros y el misterio de los truenos al atardecer”.
70 Nostalgia. “Es una trampa. Borra lo malo del recuerdo, y deja lo bueno. Es el gran dispositivo de defensa de la especie humana”.
71 Obsesión. “Jamás vuelvo a leer un libro mío luego de publicado. Jamás. La última lectura que hago es la prueba de galera. Estoy seguro de que si los leyera ya publicados, empezaría a corregirlos una y otra vez. Más que un perfeccionista, soy un obsesivo”.
72 Hombres. “He viajado por todo el mundo, he conocido infinidad y todo tipo de hombres, y ninguno me ha asombrado. Ninguno. Después de tratar a tantos hombres, he llegado a la conclusión de que, en el fondo de cada uno, habita un hombre bueno”.
73 Nobel. “Quiero desmitificar el Nobel. Por lo menos, el mío. No me sirvió para vender más libros, porque ya antes vendía muchos. Ese día, mi madre siguió tejiendo en su casa como si nada hubiera pasado. Cuando lo gané ya no era pobre, de modo que el dinero no me cambió nada. El teléfono de mi casa estaba descompuesto, y el Nobel no (sic) ayudó a que me lo compusieran. En realidad, creo que para lo único que me sirvió fue para no hacer cola en ninguna parte”.
74 Juventud. “Dicen que estoy cada día más joven, y me piden la receta. Bien. Como repollo licuado, camino siete kilómetros por día, en lo posible a la mañana, hago yoga, y medito. A mí, ese régimen me sirve. Pero a otro puede matarlo”.
75 Deseo. “Con bastante frecuencia, en esos reportajes que detesto pero a los que a veces accedo, no falta una pregunta clásica: ‘¿Qué le hubiera gustado hacer y nunca pudo?’ Y siempre contesto lo mismo: ‘Pilotear un jumbo’”.
(Tomado de la Revista Digital "Cañasanta")
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