BOSQUE DE PALABRAS sigue de duelo, por la desaparición del joven poeta Rodolfo Pacheco. A manera de homenaje, este poema suyo:
La primera tristeza que invadió su corazón de niño:
Saber que no era un ave
Que no podía volar
Y saber que eso era tan físico como su odio a sí mismo
Que más bien iba a ser un hombre de bien y olvidarse de tantas cosas
Desagradable aroma de su inocencia
Cada tarde ensaya su vuelo y cae siempre de cabeza
Llora, gime, mira con envidia a las aves
Alguna vez probó marihuana
Y aquel viaje terminó en una golpiza
Pero no se rinde
Crea artilugios de poeta, sueña con plumas y que es un ave fénix
Hermoso, ÍCARO, pero tonto, tercamente, cae mil y mil veces
Y así crece, con dolor, pero no le salen alas
Le salen brazos con los que trabaja de noche
Y piernas con las que huye de día
Huye de aquella maldición de estar pegado a la tierra
De aquella estúpida gravedad
Que no lo deja volar
Quiere dejar atrás todo dolor
Emigrar a una tierra donde nadie lo dañe
Donde pueda hacer piruetas en el aire, feliz, ÍCARO.
Rodolfo Pacheco,
Perú
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