Y te amo más que al fértil aguacero
Que hace ondular la mies, más que a la leche
Que bebí de mi madre, más que al recuerdo
Que la neblina de mi infancia teje.
Y te amo. Y nuevamente. Y otra vez.
Y otra vez hasta Dios. Nevará el tiempo
Sobre agua y peñascal y olvido y sangre.
¡Solamente a mi amor dejará ardiendo!
Arde mi corazón por tu hermosura
De esterilla vibrando, campesina;
Por tus ojos como ojos de paloma,
Por tus chapas de nube vespertina.
Llora mi corazón por tu adustez,
Teñida con la mora del orgullo,
Llora mi corazón por tu silencio,
Lloran mi soledad y mi pincullo.
Eres inaccesible a mi cariño.
Eres inaccesible a mi tristeza.
No por desamorada, inaccesible.
Inaccesible porque tienes tierra.
Porque de rumorosas greyes muchas
Eres dueña, de valles y majadas
Dueña, y hasta de pájaros y flores
Y cánticos y espumas, soberana.
Desheredado yo. Sólo son míos
El suspiro y el llanque y el arado
Y la orfandad y el sol y la tormenta
Y el grito que me fluye suplicando:
Tú para tus iguales. Yo me aparto
Anhelando una tierra dividida
Entre todos. ¡Haz, Dios, sobre la tierra
Descender tu centella socialista!
Mario Florián,
Perú
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