«Ha muerto..., ha muerto...», dicen tan claro que no entiendo...
¡Verter licor tan suave en vaso tan tremendo!...
Tal vez fue un mal extraño tu mirar por divino,
tu alma por celeste, o tu perfil por fino...
Tal vez fueron tus brazos dos capullos de alas...
¡Eran cielo a tu paso los jardines, las salas,
Y te asomaste al mundo dulce como una muerta!
Acaso tu ventana quedó una noche abierta.
-¡Oh, tentación de alas, una ventana abierta!-
¡Y te sedujo un ángel por la estrella más pura...
Y tus alas abrieron, y cortaron la altura
En un tijeretazo de luz y de candor!
Y en la alcoba que tu alma tapizaba de armiño,
Donde ardían los vasos de rosas de cariño,
Delmira Agustini,
Uruguay